El filósofo español José Ortega y Gasset tenía un vínculo muy especial con nuestro país. Tenía, también, la sabiduría para mirar desde afuera y detectar aquellas cosas en las que fallamos, los errores repetidos y las actitudes incorregibles. Hace ya 80 años, pronunció una frase que aún retumba en nuestros oídos, mezcla de reto y de aliento: “¡Argentinos, a las cosas!”.
En 1939, Ortega y Gasset visitaba la Argentina por segunda vez. En esa visita, entre otras cosas, dictó una conferencia en la ciudad de La Plata (Buenos Aires). Allí pronunció por primera vez aquella frase que se volvería célebre y que habla de algo que aún nos habita: la famosa grieta.
Más tarde la incluiría en su libro Meditación del pueblo joven:
¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas, directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal.
Tan solo ese fragmento tiene tanta actualidad que asusta. Ortega y Gasset supo percibir aquello que nos impediría crecer, lo que nos estaba trabando, esa característica inherente a nuestro ser que no nos permitía avanzar. Y acá estamos, 80 años después, luchando contra nuestras mismas limitaciones.
Licenciada en Comunicación Social y correctora. Nacida y criada en el oeste del conurbano bonaerense. Sagitariana, vegetariana, crossfitera y viajera. Estoy convencida de que, con las palabras, podemos hacer magia. Pasen y lean.