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Alguien te está mirando

Los chicos miran lo que hacemos y ni pelota nos dan a lo que decimos. Para que nos miremos todos...

Así somos
Alguien te está mirando

"Te dije mil veces que ord...". ¿Cuántas veces nuestras madres nos dijeron esa frase que se autocompleta con cualquier pedido u orden que pudiera venir detrás? Bueno: esas mil veces se podrían transformar en dos y tres mil con una facilidad asombrosa porque parten de un supuesto erróneo en todos los casos. El supuesto erróneo es que los chicos aprenden por lo que les decimos. Y eso no pasa en absoluto. Su cerebro no funciona de esa manera. Punto. Simplemente no es así. De grandes sí, te la tomo. Pero en edad formativa, cuando les estamos enseñando a nuestros hijos las 'leyes de la vida' (ponele) ellos aprenden de lo que nos ven hacer.

Es lógico. Un recién nacido no comprende el lenguaje de las palabras, pero capta muy bien el corporal que es esencial para su vida. Gestos, caricias, abrazos, movimientos. Su mundo es puramene sensorial. Sus oídos captan sonidos y eso es lo que son nuestras palabras hasta que aprenden su significado. Para ese entonces ya desarrollaron un sistema de aprendizaje basado en lo gestual. Nos parece gracioso después cuando nos imitan al hablar por el celular, caminan igual que nosotros, parecen tener los mismos gestos y acento. Nada de eso es casual. Siguen siendo grandes observadores como desde la cuna. Solo que no los vemos observarnos. No nos damos cuenta de que lo hacen todo el tiempo. Desafortunadamente pocos de ellos conservarán estas habilidades intactas y las aplicarán de grandes.

Lo primero que hice cuando nacieron mis hijos, ni bien los llevaron de su control a la habitación del sanatorio fue sacarme la remera, acostarme en el sillón y acostarlos sobre mi pecho. Quería abrazarlos más que nada, obvio. Pero también lo hice para que sincronizaran con el ritmo sereno de mi corazón y sintieran mi calma y mi seguridad, así estaban seguros ellos en un medio totalmente nuevo después del trauma que significa salir del cuerpo de la madre. Nos calma más un abrazo que una frase, aun de grandes. La ciencia comienza a develar los efectos curativos de abrazos, caricias y besos por sobre el de las palabras. Todo cierra.

Los chicos siguen aprendiendo de lo que ven por un tiempo largo. Pero ésto se complica: aprenden más de aquellos a quienes aman. Y cuando ésto sucede antes de que les den un sentido moral a las palabras nuestros actos pasan a ser mucho más importantes. Si nos vieron pegarle a alguien -su mamá, por ejemplo, como tan locamente es común- ellos creen que lo hacemos por amor, por defendernos o algo que está bien. Repito: no comprenden aun el sentido moral de las palabras y los hechos. Es muy probable que luego de jóvenes golpeen a sus novias y a desconocidos. Tenemos que estar muy atentos a lo que hacemos delante de nuestros hijos. Son esponjas y nunca dejan de serlo. De grandes nos contestarán seguramente "Vos también lo hacés" o algo por el estilo cuando les decimos que no hagan algo que nosotros hacemos. Aunque sea bueno para ellos no hacerlo. "Tarde piáste" diría mi mamá. Después los padres dicen "Yo no le enseñé eso". Lamento decirte que estás equivocado/a. No se lo enseñaste con palabras; ergo tampoco con la manera correcta de enseñar.

Vamos a la cancha

En una época en que los padres se desentienden de la educación moral de sus hijos y recordando que los chicos aprenden de quien aman, no es loco pensar que aprenden mucho de sus ídolos los futbolistas. Que de arranque no suelen ser el mejor ejemplo porque son muy jóvenes como para enseñar moral. No porque no la comprendan sino porque no podemos pedirles semejante responsabilidad. A menos, claro, que tenga que enseñarles a sus propios hijos. Tampoco entran a una cancha a enseñar nada, sino a trabajar. Y sí que es un trabajo bajo presión. Y no me vengas con la pavada del video viral de ese que dice que se alimentan bien, duermen bien, juegan en canchas perfectas con los mejores zapatos y las mejores pelotas. La mayoría de esos chicos que tienen solo dieciocho o diceinueve años al arañar la primera y firmar su primer contrato tienen que mantener a sus familias. La misma presión que vos y yo pero con diez o quince años menos. La diferencia es que a vos te dan dias para llenar un informe o tomar una decisión y a ellos les dan segundos. Si alguna vez fuiste a la platea baja o al alambrado de una cancha habrás visto que a la velocidad que se juega estos pibes le ganan una carrera con el balón dominado a Usain Bolt. Es too much.

La presión no es demasiada; es demencial. Los chicos copian los movimientos de los jugadores de primera. Cómo poner el pie para pegarle a la pelota y hasta cómo sacar un lateral con las manos. También se ponen las medias arriba de las rodillas... Cosas que ni saben por qué sus ídolos las hacen. Quizá un jugador en algún momento necesitó de una muñequera porque se golpeó en la semana en un entrenamiento y eso basta para que miles de chicos empiecen a jugar con muñequeras. 

Copian todo. Y el temita es cuando copian lo malo. La simulación por ejemplo. Esa cosa baja bien argenta de tratar de sacar provecho de algo que no es verdad. Particularmente me parece no solo desleal moralmente, lo que ya es bravo, sino de inferior. Me estoy automenospreciando si tengo que recurrir a una farsa. Please no me vengas con la imbecilidad del 'folklore del fútbol' que no es ni más ni menos que la reivindicación de esa mediocridad.

¿Pero son los jugadores los culpables?

No. Son los clubes. Los dirigentes que contratan técnicos que desde las inferiores les enseñan a agarrar al rival, pegar, saltar con el codo arriba, tirarse al piso, reclamar penal y -la peor- pedir que le saquen una tarjeta al rival. Hace muy poco en el clásico de Rosario jugado en la cancha de Newell's se vio claramente como un chico alcanzapelotas -son jugadores de las divisiones inferiores del club elegidos por mérito...- insultó feo a un jugador de Rosario cuando éste iba a patear un tiro de esquina. Imagino que Newell's ante la presión de los medios de comunicación que relataron lo que se vio claramente en la transmisión de la televisión, sancionaron al chico. ¿Y a todos sus técnicos y entrenadores? De locos. Otro: River-Boca. El árbitro cobra un penal cobrable y no cobrable para River casi en el último minuto de juego. Como darle el partido por ganado a River. En otro momento voy a revisar la conducta argenta a partir de todo este hecho, pero no me quiero desviar del tema de la nota: los chicos aprenden de lo que ven. Resumo: Palaveccino toma la pelota para patear el penal. Algunos jugadores de Boca le siguen reclamando al árbitro. Otros ya sabemos lo que hacen cuando un rival va a patear el penal -no me refiero solo a los jugadores de Boca en esto. Entonces a último momento, Palaveccino le deja su lugar a Borja. Quién después del partido confesó que fue una estrategia para que los rivales no le 'hablaran' a él, que es el ejecutor nato de River estando en cancha. Gol. Palavecino explota. Y acá el tema: después dijo exactamente todo lo contrario en un reportaje, pero desde la cámara que está detrás del arco de enfrente se ve claramente que el que reacciona contra Palavecino es ni más ni menos que "El chiquito' Romero. Que dijo que sus compañeros habían reaccionado y él había corrido a separar. Mentira. Al partido siguiente Boca lo premia con la banda de Capitán...

Los clubes forman a los jugadores. Por algo a las inferiores les llaman 'formativas'. Bueno: es hora de revisar qué estan formando. Porque acá se agrava: los chicos que siguen estos ejemplos detestables no son solo los cientos de miles de las inferiores. Sumemos a las decenas de miles que van a las canchas y a los millones que los siguen por televisión.

Los clubes deben entender y afrontar su responsabilidad. Los padres, ni hablar. Porque los papás festejan un gol 'con la mano de Dios' más que uno en el que el talento deja en el piso a cinco rivales. Los papás y las mamás más aun -te lo juro- les gritan cosas como 'Matalo' a su hijo de las 'formativas' cuando juega contra otro equipo, desde el otro lado del alambrado. Claro que no es literal -quiero pensar- pero tiene una influencia fatal en la actitud del chico. La presión de salvar a su familia nace en los padres.

Después los chicos mienten sobre una actitud de un maestro y los padres van y fajan al maestro. Cuando no lo hacen los mismos chicos. O al médico de 'la salita'. Y nos horrorizamos.

Formar un chico feliz es formar un mundo feliz. No es al revés; es imposible. Un mundo feliz solo es posible con gente con micromillones de momentos felices, empatía, bondad, humildad, caridad, respeto, hospitalidad. Los papás somos los primeros responsables. Nosotros debemos ser los ídolos de nuetros hijos. Los primeros y mayores al menos. Y por lo tanto sus guías hacia un mundo feliz. También los maestros en todos los órdenes (escuelas, clubes, gimnasios, talleres).

No es difícil. Solo hay que hacerse cargo con amor. No se necesita valentía. Solo amor. Y saber que alguien te está mirando.

 

Imagen: Freepik

 

Fecha de Publicación: 01/06/2023

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