Acabemos con la propaganda cristiana de pacificar en Navidad

No se por qué la Navidad nos pacifica un poco. Nos ponemos en esa onda "amor y paz", que no está mal, pero nos dura hasta el 27, 28 de diciembre, como mucho. O sea: se muy bien por qué la Navidad nos pacifica un poco. Es esa propaganda cristiana del portarse bien. Lo que no entiendo es por qué no nos dura todo el año.

La propaganda está muy bien, pero necesitamos pacificar el país. Cerrar la famosa grieta, empezando por la de la rivalidad. Entender de una buena vez que salimos todos juntos o no salimos más. Y ésto no es relato.

Tenemos que cerrar la grieta de los enemigos entre nosotros. Crecer y entender que el que piensa distinto no es enemigo. Que de la confrontación pacífica de ideas se madura, se mejora. Se puede pensar en las antípodas uno del otro, pero eso no significa que tengamos que ponernos agresivos como nenes de dos años peleando por quién tiene el mejor juguete. Tratamos más de imponer nuestras ideas de que tener razón objetivamente. Y es, precisamente, la discusión, el aceptar puntos de vista distintos, lo que nos enriquece. El debate maduro, objetivo, sincero, nos hace crecer como sociedad. Nos allana el camino para ser un país mejor.

Cuando salgamos de esta crisis, vamos a tener que tener muchas discusiones sobre qué país vamos a ser en treinta años. Cómo vamos a sacar a la gente de la probreza. Qué vamos a hacer con aquellos a los que un robot los suplante en su trabajo. Qué le vamos a ofrecer al mundo para ser protagonistas y fuertes económicamente.

Pero la propaganda de amor y paz se tiene que convertir ya, hoy, ahora, en un ejercicio cotidiano de todos nosotros. No esperemos nada de los políticos; si nos lo dan, mejor. De otra manera, un país próspero e igualitario es inviable.