Dicen que uno valora lo que tiene cuando lo pierde, y qué cierto es. Los argentinos hoy vivimos puertas adentro: trabajamos, entrenamos y “salimos” en nuestra propia casa. A algunos, la cuarentena los agarró con más comodidades: un patio grande, tal vez una parrilla. Otros están reviviendo espacios poco explorados de la casa. Por ejemplo, los balcones.
Con el coronavirus dando vuelta –y las salidas restringidas a las compras necesarias para sobrellevar la cuarentena– los balcones se vuelven un bien preciado. Agradeciendo que aún tenemos buen clima, poder pasar el rato “al aire libre” es realmente un privilegio. Así, basta asomarse un poco para ver a todo el barrio desde su platea. Las vistas que cada uno tiene varían, pero con tal de no estar todo el día mirando cuatro paredes todo sirve.
En esta nueva forma de interactuar entre vecinos, se han dado desde charlas a los gritos hasta recitales improvisados. Desayunos, almuerzos, meriendas y cenas se corren del comedor al balcón y cualquier excusa es buena para escaparse un ratito a mirar el cielo.
Cuando no podemos hacer las cosas que dábamos por sentadas, valoramos todo más. Incluso ese balconcito mínimo que te permite respirar otro aire. Ojalá que, cuando todo esto pase (porque va a pasar), aprendamos a valorar a los encuentros, los abrazos, los mates entre amigos. Porque, en definitiva, de eso se trata la vida.
Licenciada en Comunicación Social y correctora. Nacida y criada en el oeste del conurbano bonaerense. Sagitariana, vegetariana, crossfitera y viajera. Estoy convencida de que, con las palabras, podemos hacer magia. Pasen y lean.