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Teatro Abierto 40 años. La máquina cultural

El movimiento de las tablas argentinas que enfrentó a la dictadura. La resistencia ciudadana que modeló la cultura aperturista de la primavera democrática.

Arte y Literatura
Teatro Abierto

En las mesas de la Confitería Ópera, avenidas Corrientes y Callao, a mediados de 1980, un puñado de artistas dijo basta. Basta de muerte, prohibiciones, terror.  Un año después, el 28 de julio de 1981, en las salas del Teatro Picadero, contraseña en su nombre del origen orillero y popular del teatro argentino, levantaba el telón Teatro Abierto, un grito de arte en medio de la oscuridad de la última dictadura. Con el largo aliento del teatro independiente, rebelde y cuestionador, se estrenaron las primeras obras sin censuras, que implicaban a toda la familia teatrera en un acto de resistencia y valentía, y que se multiplicaron en las cuatro ediciones siguientes. Esta ola democrática bañó los primeros tiempos del retorno a las instituciones en 1983, y el ejemplo creativo, horizontal y autogestivo, daría frutos en el off  de las décadas venideras. Teatro Abierto fue una plataforma de libertad, de allí emergerían otras expresiones culturales similares,  en la tónica emancipada, y un lazo histórico, “formar una especie de organismo donde cada uno responda por separado a la ejecución de un plan común. Algo semejante a la constitución de una orquesta, en la cual intervengan por partes iguales, todos, desde el actor hasta el pintor, y desde el escritor hasta el electricista”, firmaban en 1927 Leónidas Barletta, Elías Castelnuovo y Álvaro Yunque, el manifiesto del grupo Teatro Libre, semilla del Teatro del Pueblo, orígenes del teatro independiente. Osvaldo Dragún, Carlos Gorostiza, Carlos Somigliana, Tito Cossa y Griselda Gambaro, entre otros dramaturgos de Teatro Abierto en 1981, prolongaban la rúbrica popular.

“Recuerdo el verano del 81. Mientras la gente iba a veranear a Mar del Plata o Punta del Este, y las Madre daban vuelta en círculo en la plaza de la dictadura, el círculo de Teatro Abierto crecía. Marginal, contrabandista, fuera de todo circuito de promoción” son los recuerdos del dramaturgo Osvaldo Dragún de los meses fundacionales de Teatro Abierto, una decisión más que nada de autores teatrales, ante la opresión militar.  Estamos en el contexto de cierto aflojamiento del régimen, la presidencia de facto de Viola auguraba una promesa de vuelta a la política, no a la democracia; y los síntomas del desastre económico inminente, apenas disimulados por la clasemediera fiebre de la Plata Dulce. También en un marco teatral, que como espectáculo de minorías, escapaba a la férula represiva, “cualquier detalle resultaba glorioso”, en palabras de Laura Yusen, “la gente se refugiaba en los teatros”, acotaba Luis Brandoni “Aquí no podemos hacerlo” (1978) de Pepito Cibrián, una de las primeras comedias musicales argentinas, era casi una obra de culto, iba del boca en boca con su espíritu democrático, en el pequeño Embassy. Sin embargo, ese mismo 1981 existía una tendencia a tirar, en las salas, intoxicantes pastillas de gamexane, contra espectáculos sospechados de subversivos, entre ellos el de Cipe Linconsky y Marilina Ross. 

Ante el miedo, los dramaturgos que se reunían en sus casas y leían sus piezas a escondidas, pequeñas islas de expresión, similares a los grupos de estudio de los universitarios, pero decidieron tomar la iniciativa corajudo, y hacer “un acto antifascista”, recordaría Tito Cossa. Y ese verano convocaron a más de doscientos actores y técnicos teatrales, y se escribieron especialmente veintiún obras breves. Se presentarían tres por día, a partir de las 15 horas, y conformarían siete espectáculos, durante ocho semanas. El precio de cada función se fijó en la mitad  de una entrada de cine. Inmediatamente la aletargada la avenida Corrientes volvió a la calle que nunca duerme, los bares y cafés cercanos sentían el estallido liberador que se incubaba en la recientemente inaugurado por Lupe Noble y Antonio Mónaco, Teatro Picadero, cortada Rauch, hoy Pasaje Santos Discépolo. Prensa y amigos pudieron asistir a escasos ensayos con público, muchos de ellos que pensaban que  era una “locura” El pintor Carlos Alonso colaboró con el afiche “¿Cómo lo hicimos? Por utópicos. Pero en América Latina ser utópico es ser realista. Si no hubiésemos sido utópicos, ni hubiésemos sobrevivido (condición imprescindible para ser realista, o cualquier otra cosa), ni el país flotaría como un corcho, ni hubiésemos hecho nada de lo que hicimos. Teatro Abierto incluido”, comentaría Dragún.

Una característica clave del grupo fundador de Teatro Abierto fue que provenía de una escena independiente, que tuvo su auge en los sesenta, y que pensaba al género como un hecho didáctico, enderezado para promover el progreso del hombre, y privilegiaban la comunicación teatral por sobre la expresión. En un momento de discurso autoritario y de autocensuras, sus piezas que establecían una clara parodia nada elusiva, especialmente en la primera edición, se transformaron en la herramienta ideal para combatir al Proceso, desde el arte.     

Teatro Abierto

Se levanta el telón, la dictadura se va acabar

“¿Por qué hacemos Teatro Abierto? Porque queremos demostrar la existencia y vitalidad del teatro argentino tantas veces negada; porque siendo el teatro un fenómeno cultural eminentemente social y comunitario, intentamos mediante la alta calidad de los espectáculos y el bajo precio de las localidades, recuperar a un público masivo; porque sentimos que todos juntos somos más que la suma de cada uno de nosotros; porque pretendemos ejercitar en forma adulta y responsable nuestro derecho a la libertad de opinión; porque necesitamos encontrar nuevas formas de expresión que nos liberen de esquemas chatamente mercantilistas; porque anhelamos que nuestra fraternal solidaridad sea más importante que nuestras individualidades competitivas; porque amamos dolorosamente a nuestro país y éste es el único homenaje que sabemos hacerle; y porque, por encima de todas las razones nos sentimos felices de estar juntos", fueron las palabras un martes 28 de julio de 1981, a las 18, del actor Jorge Rivera López, presidente de la Asociación Argentina de Actores. Así se inauguró Teatro Abierto,  con la lectura de este texto escrito por el dramaturgo Somigliana.  Ese día se estrenaron “Decir sí”, de Griselda Gambaro; “El que me toca es un chancho”, de Alberto Drago; y “El Nuevo Mundo”, de Carlos Somigliana; todos hoy clásicos contemporáneos.

El 5 de agosto culminó la primera semana de Teatro Abierto “Cuando el régimen tomó conciencia de que era un hecho significativo envió un comando de represores para que incendiara la sala, el Teatro del Picadero, donde se estaba desarrollando -6 de agosto de 1981, la misma noche que cantaba Frank Sinatra en el Luna Park- Todo lo que logró fue convertir a Teatro Abierto en un fenómeno político, en un acto masivo de resistencia. Porque Teatro Abierto nació como un delirio de las catacumbas y terminó compartiendo las luces de la notoria calle Corrientes, lo que demuestra que las cosas no salen siempre como los poderosos lo escriben de antemano. A los militares argentinos, por ejemplo, tan expertos en armas, con Teatro Abierto el tiro les salió por la culata”, acotaría Cossa. Inmediatamente los grandes empresarios del espectáculo ofrecieron sus salas, hubo casi veinte, para asegurar la continuidad del ciclo. Más de cien pintores donaron sus obras, con el fin de recaudar dinero,  y recuperar las pérdidas. Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, expresaron públicamente su solidaridad; y hubo una manifestación en la avenida Corrientes, aún regía la prohibición de reuniones de más de tres personas. Y había cientos ahora en las calles, a la noche, en defensa de Teatro Abierto, uno de los primeros peldaños a la recuperación de la Democracia.

El 21 de septiembre de 1981 terminó el primer Teatro Abierto, en el teatro Tabarís, con el doble de la capacidad que el Picadero, un riesgo que corrieron Carlos Petit de Murat, Guillermo Bredeston y Carlos Rottemberg.  Estaba colmado. Sentados, parados, público y actores llorando, bailando entre serpentinas. El hall del teatro, y las veredas próximas, habían sido ocupadas por una multitud que esperaba el final del espectáculo para festejar con papelitos “A la censura, a la censura/la tenemos que sacar,/que la basura, que la basura,/no nos puede censurar./A la censura, a la censura,/la vamos a reventar,/con el teatro, con el teatro,/el teatro popular”, gritaba el mundo de la cultura, abrazado fraterno en el escenario histórico del teatro de revistas, mientras en la calle se sentían los nuevos vientos, “Estudiantes de teatro, somos/somos la simiente/y más salas precisamos/salas/para mucha gente. (bis)/La sala del Picadero/(quemaron)/otras salas de teatro/(tiraron)/libertad para expresarse/(negaron)/trabajo de muchos años/mataron”, cantaban quienes proyectarían la Buenos Aires Capital del Teatro del Mundo, con más salas que New York o París.

“¿Qué es lo que aporta fundamentalmente Teatro Abierto? Fueron o son doscientas personas dando el ejemplo de reagrupamiento en un momento determinado que incita al aislamiento. Nosotros propusimos un reagrupamiento que contagie: se reagrupa al público que de ese modo se convierte en cómplice nuestro, se reagrupa la prensa, nos apoyan no ya frente a un hecho al cual se debe criticar, sino como parte del hecho en sí”, sentenciaba Dragún a la revista Radiolandia 2000, apenas unos días después, en una cita de Irene Villagra. La máquina cultural ya estaba prendida, que produciría ideas, prácticas, configuraciones de la experiencia, instituciones y argumentos y personajes. No solamente el teatro sino en el vasto campo social a partir de los ochenta, con experiencias similares en poesía, danza y música popular. Teatro Abierto lo hizo.

Las ediciones siguientes marcan los reacomodamientos de la transición a la democracia, con un 1982 que intenta aglutinar un país, con más de cincuenta obras en escena en el desaparecido Teatro Odeón, y el Margarita Xirgú. Al año siguiente se sufren las consecuencias del proceso electoral, con una merma de espectadores, y se vuelve a una selección de una veintena de autores del movimiento. Las ediciones siguientes y últimas, 1984 y 1985, plantean la adecuación a los nuevos tiempos con libertad, con el trascendental saldo de los talleres coordinados por Dragún y Eduardo Rovner, Ricardo Halac y Gerardo Taratuto, Somigliana y Carlos Pais, Aída Bortnik y Eugenio Griffero, Cossa y Mauricio Kartun, de donde surgieron autores, Cristina Escofet, Susana Poujol y Patricia Zangaro, y que a partir de esa experiencia, estrenaron regularmente. Además se realizó el ciclo “Otro Teatro” con agrupaciones y público no teatrales, y en espacios no tradicionales como un inquilinato de San Telmo, ampliando las paredes de la sala Fundart, la última de Teatro Abierto; y la organización del Teatrazo, “el teatro ganó la calle, los clubes, las plazas. Cientos de elencos no profesionales de todo el país -y de Uruguay, Chile y Puerto Rico-, comparsas, murgas, titiriteros, que a una misma hora, en cada lugar, lanzaron simultáneamente sus espectáculos durante tres ruidosos días de septiembre”, anota Kartun. Final de ciclo a toda orquesta de Teatro Abierto, un hito en la historia social de la Argentina, o como decía Armando Discépolo, “en el teatro se ve cómo es un país”

Fragmento de  “Decir que sí” de Griselda Gambaro, estrenada en Teatro Abierto con Jorge Petraglia y Leal Rey, dirección de Petraglia- 28 de julio de 1981

“Hombre: ¿Y quién me prohíbe charlar? ¿Quién se atreve? ¡A mí lo que se atrevan! ¿Tengo que callarme? Como quiera ¡Usted! ¡Usted será el responsable! ¡No me acuse si…! ¡no hay nada de lo que no me sienta capaz!...el espejo está empañado, no crea que muestra la verdad….

Peluquero: Suficiente (se va acercando al espejo, se da cuenta que es un mamarracho pero no revela furia)”

 

 

Fuentes: Teatro Abierto 1981. Buenos Aires: Argentores. 2016; Pellettieri, O. Cien años del Teatro Argentino. Del Moreira a Teatro Abierto. Buenos Aires: Galerna-IITCL. 1990; https://www.centrocultural.coop/revista/910/teatro-abierto-1981-repercusion-en-algunos-medios-graficos-de-la-epoca; http://www.teatrodelpueblo.org.ar/teatro_abierto/

 

Fecha de Publicación: 28/07/2021

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