¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Lunes 20 De Marzo
Antes de Sara Facio la fotografía era considerada una mercadería descartable en Argentina. Después de Sara Facio se inauguraron salas exclusivas y ferias que convocan a las expresiones más vanguardistas de las artes contemporáneas. Facio sirvió de puente entre generaciones, entre técnicas y avances, y en su labor infatigable, se explica mucho de la pujanza de un campo local efervescente, con fronteras expandidas en el Continente. Iniciada en el retrato y el fotoperiodismo, donde exploró con una lente intimista la subjetividad social, la fotógrafa fundó la primera editorial latinoamericana sobre fotografía, y gestionó espacios señeros de exhibición pública y privada. “Fui formando un archivo maravilloso que de ninguna manera quiero atesorarme sólo para sentirme propietaria. Por el contrario, las fotos existen cuando son miradas, ahí adquieren su verdadero sentido, y estas obras merecen mucho más que mi solitaria mirada. No tengo un sentimiento hedonista ni elitista, no son obras para mi deleite personal, ni para mi sola contemplación”, decía Facio en el prólogo de su última donación a la Colección Fotográfica del Patrimonio Nacional en el Museo Nacional de Bellas Artes, un tesoro público que ella misma se encargó de propulsar en 1995, y así cedió de su patrimonio personal la cuarta parte del total que se halla disponible a todos. “Creo que mi archivo a lo largo de 50 años tiene un valor cultural que trasciende lo personal, que merece estar al alcance y ser contemplado por toda persona”, cerraba Facio, la fotógrafa que sigue haciendo click en cualquier proyecto cultural a largo plazo, venga de donde venga.
Sara Facio nació en San Isidro, provincia de Buenos Aires, el 18 de abril de 1932. Decidida a que su futuro no sería dentro de los mandatos de género, ingresa al profesorado de Bellas Artes donde conocería a su compañera de ruta Alicia D’Amico, cuyo padre era fotógrafo de casamientos y bautismos. La amistad con la familia D’Amico, que le enseñaría los secretos del revelado y cámaras, y un viaje por Europa, becada por el gobierno francés luego de que presentara un plan para armar la bibliografía en español en la carrera de Bellas Artes, inclinaron la balanza en el arte de las luces y sombras. En Alemania conocieron Facio y D’Amico las fotos de Otto Steiner, el creador de la fotografía subjetiva, y con esta influencia retornaría a Buenos Aires a trabajar Facio de asistente de Annemarie Heinrich, la maestra del retrato y la iluminación. También realiza una beca de perfeccionamiento de color en los Laboratorios Kodak. En 1963 monta su primera exposición “Escritores argentinos” en la Galería Rioboó de Buenos Aires, dando el puntapié al largo vínculo con la literatura de Facio –que en 1973 edita con D’Amico el recordado “Geografía de Pablo Neruda”, con textos del mismo poeta chileno.
En los sesenta ingresa a pleno en el mundo del fotoperiodismo en varios medios gráficos nacionales, entre ellos el diario La Prensa, “donde me publicaban con la condición de que no lleve mi crédito por ser mujer”, comentaba Facio de las épocas del codirector José Santos Gollán, y hace notorio un estilo personal que rescata potentes historias individuales en vez de postales de tapa remachadas con epígrafes, “La fotografía de prensa que está tan en auge ahora la empezamos todos fotógrafos muy serios. Pero en la fotografía de prensa no se trata de lo que piensa el fotógrafo, por eso dejé y la mayoría de los que empezaron conmigo también. Porque una cosa es lo que un fotógrafo piensa con su cabeza y otra, que tenga que pensar de acuerdo a las directivas de la empresa que lo contrata, adonde hasta cierto punto el fotógrafo se convierte en un brazo de la orientación editorial”, admitía en los dos mil a María Moreno “Tiempo de Fotografía” es la inédita columna que en 1966 semanalmente informa de las novedades de la fotografía como arte en el diario La Nación. Allí Facio despliega su faceta crítica y periodística que comenzó en 1955 y la llevaría a rubricar artículos en prestigiosos medios masivos y especializados. El suceso editorial de “Buenos Aires, Buenos Aires” (1968), junto a D’Amico, y con textos de Julio Cortázar, conceden gran atención pública a la todavía desconocida fotografía argentina pero acarrean problemas a Facio, que es censurada por la dictadura de Onganía debido a que se consideraba “subversivo” al escritor de “Rayuela” La serie de los ochenta “Autopaisajes”, un recorrido en primera persona por el país, continúa su estética que humaniza el silencio de la imagen.
“Usted no va a creerme”, confesaba Adolfo Bioy Casares, otro de los notables retratados en los setenta con su infaltable cámara Leica y luz natural, escritores latinoamericanos de excepción desde Jorge Luis Borges a Juan Rulfo que no dudaban de los ojos de Sara, “pero hay personas que no asumen la responsabilidad de su cara”, cerraba el autor de “La invención de Morel”. El amoroso y puntilloso trabajo de la fotógrafa aseguró la eternidad de esas almas en medio del boom latinoamericano, por ejemplo la célebre imagen de Borges con los ojos cerrados. “Lo primero que miro es la realización, que tenga una buena técnica, y luego, lo que me transmite, el mensaje que trae, cómo se ha resuelto. La foto no sólo se trata de una narrativa, sino también de crear una imagen nueva. Tal vez lo que ya conocés y viste mil veces te lo descubre desde otro punto de vista, te sorprende. La última palabra siempre la tiene espectador, cuando una foto queda en la memoria”, decía en la celebración de los cuarenta años de su editorial, La Azotea.
En 1973 fundaron junto a la guatemalteca María Cristina Orive “La Azotea”, su editorial fotográfica, fundacional en América Latina dedicada exclusivamente a la especialidad. Con una línea editorial claramente definida entre consagrados y nuevos talentos, con el tiempo sirvió de trampolín de los mejores fotógrafos latinoamericanos como Marcos López, Martín Chambi, Grete Stern y Sandra Eleta, entre varios. Cuando en 1979 funda con D'Amico, Orive, Eduardo Comesaña, Andy Goldstein, Heinrich y Juan Travnik, el Consejo Argentino de Fotografía, coloca la artista las bases de cómo se entendería la fotografía moderna en el ambiente nacional, en esta tarea sustentada además desde la pionera Fotogalería del Teatro San Martín, lugar en la que curó más de 160 exposiciones a partir de 1985 “Nunca he tenido nada estable” decía a principios de los ochenta en un panorama que cambiaría con la asesoría en importantes instituciones argentinas y extranjeras en las últimas décadas, más premios destacados como el Konex a la mejor fotógrafa de la década en 1992. Se suceden exposiciones en museos, centros culturales y bienales del mundo para la aplaudida fotógrafa del crudo “Humanario” (1976), otra vez en tándem creativo con D'Amico y Cortázar, que en su momento mereció estas palabras de María Elena Walsh, “quisieron contarnos esta historia de sufrimiento, este Humanario en calvario para despertar nuestra simpatía (simpatía quiere decir sentir con y no sonreír para –la revista- Gente) quizás con la esperanza de que pronto esta pesadilla no sea más que una galería de archivo de la que sólo se rescate el valor artístico de la imagen y su anécdota haya sido barrida por una humanidad más solidaria”, en un programa radial en los primeros meses de la última dictadura, la valiente compañera de vida de Sara. A María Elena ilustraría "Cancionero contra el mal de ojo" en 1976.
“Sí, ahí lo tienen” remataba una breve autobiografía Ernesto Sábato en “Retratos y autorretratos” (1973), inspirado en las imágenes de Facio y D´ Amico, “con cruel y delicadeza exactitud, con estos retratos está, como un condenado entre rejas, mi propio espíritu: el rosto que observo el Universo” Sara Facio, capturó la fugacidad de su mundo, nuestro mundo, y lo hizo infinitamente humano.
“Ante todo –Sara Facio- es una humanista, y es lógico por lo tanto que prefiera los retratos, intentando fotografiar la vida interior del modelo. Cómo se hace es algo que pertenece al secreto profesional, aunque en este caso no tiene mayores misterios. Sencillamente, sabe ver y así descubre el ángulo o el gesto que reflejará el temperamento de la persona ubicada frente a su cámara. En esta tarea de captación radica la diferencia entre el artista y el aficionado. Puede tener alguien la cámara repleta de filtros y objetivos de toda clase, pero si no saber aprovechar el gesto imperceptible, la sonrisa casi velada, o el levísimo frunce de ceño, su retrato carecerá de personalidad. Descubrir la del modelo es la misión de un artista como Sara Facio”, Jaime Potenze en Sara Facio. Pintores Argentinos del Siglo XX. Serie complementaria Fotógrafos Argentinos del Siglo XX/14. Buenos Aires: CEAL. 1982
“Que me perdone –Mario- Vargas Llosa–, pero sigo siendo nacionalista. Odio a nuestra clase media dirigente que aún piensa que lo mejor es lo extranjero. El otro día, en un artículo, cité a dos argentinas y a una francesa y me dejaron solamente a la francesa. Cuando empezamos con La Azotea publicamos postales de Henri Cartier Bresson y André Kertesz, que nos dieron fotos de ellos para apoyarnos. Luego empezamos las postales de Las hechiceras con una foto de Colette y otra de Cocó Chanel. Pero no era nuestro objetivo. Por más grandes que fueran esos fotógrafos, queríamos publicar sólo latinoamericanos. La Azotea fue la editorial que descubrió a este guatemalteco que después se hizo tan famoso, Luis González Palma. Después, para tener un poco más de entradas, y no fundirnos tanto, empecé con una nueva colección que se llama Los nuestros que es más temática. Y Foto de escritor que muestra que también en Latinoamérica hay un pensamiento, no solamente hambre y miseria. En ese sentido podía haber alguna conexión con mis amigos de izquierda” entrevista de María Moreno en www.pagina12.com.ar
Fecha de Publicación: 18/04/2021
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