¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la sección“Les recordamos: el campo intelectual es por definición de conciencia. Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante, y el que comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la historia viva de su tierra” tipeaba furibundo Rodolfo Walsh en un documento del Semanario de la CGT de los Argentinos, ya en la clandestinidad, el 1ro. de mayo de 1969. El escritor que hizo patente el “violento oficio de escribir”, en un país cruzado históricamente por las violencias de todo tipo, había pasado en poco menos de quince años de interesado por la literatura policial y fantástica, y el ajedrez, a un alto dirigente montonero, organización guerrillera argentina de orientación peronista. Y el padre del periodismo de investigación argentino, Walsh que llegó a presagiar el fin de la novela burguesa por la prensa de denuncia y testimonial. En el caso de Walsh, muy similar al recorrido existencial del creador del Eternauta, Héctor Oesterheld, ambos comienzan lejanos a la lucha política, pero una profunda convicción humanista, con aditamentos religiosos en el escritor, la culpa, el martirologio y la redención campean en su producción literaria y periodística, tuercen sus destinos a la entrega desinteresada por la causa popular. Además, trágicamente ambos comparten un violento final, los dos detenidos-desaparecidos, y que se extendió a sus familias. La intervención cívica de los intelectuales, la crítica demoledora a la sociedad argentina y las izquierdas y progresismos, y la denuncia de las injusticias, que hacen a Walsh dejar la ficción en la ultima década de vida, siguen siendo “motivo de incomodidad para los escritores y periodistas argentinos” de acuerdo a su amigo Rogelio García Lupo. Walsh es un modelo inimitable en el ocaso de la Verdad y el reinado del fake news.
Había nacido en Choele-Choel, Río Negro, un 9 de enero de 1927. Walsh era hijo de un mayordomo de estancias que por trabajo traslada de pueblo a pueblo a una numerosa familia. Los primeros años de Rodolfo Walsh son en Benito Juárez, donde aprende sus primeras letras con monjas italianas, y en Azul, aunque por penurias económicas queda de pupilo en el Instituto Faghi de Moreno, un internado irlandés para niños pobres y huérfanos. De allí saldrían los magníficos cuentos “Irlandeses detrás de un Gato” (uno de los grandes personajes de las letras argentinas), “Los oficios terrestres” y “Un oscuro día de justicia”. Ingresa en la universidad de La Plata donde conoce a Elina Tejerina, la madre de sus dos hijas, María Victoria y Patricia. Realiza innumerables trabajos al tiempo que ingresa de traductor en la editorial Hachette, donde aparecerían sus primeros libros. También colabora con las revistas Vea y Lea, y Leoplán, en la última aparece un artículo sobre uno de los oficiales muertos por los peronistas en los prolegómenos al golpe de septiembre de 1955. En esos momentos Walsh era partido de la autodenominada “Revolución Libertadora” porque “abrigaba la certeza de que acaba de derrocarse un sistema que burlaba las libertades civiles, que negaba el derecho de expresión, que fomentaba la obsecuencia”, admitía el periodista que tenía simpatías en el nacionalismo católico.
Antes, “Variaciones en Rojo” (1953), una compilación de tres cuentos policiales, obtuvo el Primer Premio Municipal de Literatura, e instala a Walsh entre los mayores cultores del cuento clásico del género del enigma, con una fuerte estela borgeana. Realiza antologías policiales y fantásticas, más traducciones de su admirado Arthur Conan Doyle, y son recibidas con encomio en el medio literario. Pero un tiroteo una noche mientras jugaba ajedrez frente a la plaza San Martín de La Plata, un día de junio de 1956, iba a cambiar su vida. Y la historia del periodismo y la literatura argentina.
Decía el escritor en el autorretrato de “Rodolfo Walsh por Ródolf Fowolsh” Allí aparece por primera vez el compromiso del escritor que comprendió que “además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior” “La violencia me ha salpicado las paredes, en las ventanas hay agujeros de balas, he visto un coche agujereado y adentro un hombre con los sesos en el aire, pero es solamente el azar lo que me ha puesto eso ante los ojos (N. de R. Walsh vivía justo enfrente de la plaza y acogió a los soldados que luego apresarían y fusilarían, sin juicio, a los miembros de la resistencia peronista en los basurales de José León Suárez)…Tengo demasiado para una sola noche. Valle no me interesa (N. de R. El general Juan José Valle organizó la resistencia armada a la dictadura de Aramburu y Rojas, y también fue fusilado sin proceso legal o militar), Perón no me interesa, la revolución no me interesa ¿puedo volver a jugar al ajedrez?” cerraba un prólogo que es leyenda. Con “Operación Masacre” (1957), que tuvo varias versiones porque Walsh iba agregando información a los clásicos capítulos de “Las personas”, “Los hechos” y “La evidencia”, o incluso un nuevo epílogo en 1970 con el asesinato por montoneros del golpista general Aramburu, la estrategia narrativa excede el periodismo y avanza a la novela neopolicial y el ensayo político que precede de manera tangencial al non fiction norteamericano -que es menos urgente, menos comprometido. Por encima de la denuncia a los crímenes del Estado, y un halo aún borgeano que dispara el “hay un fusilado que aún vive”, Juan Carlos Livraga, Walsh escribe el “Facundo” del siglo XX. En un gesto sarmientino, el escritor mapea sagazmente los mecanismos del poder más de encubrimiento criminal, y los tipos nacionales, que aún lastiman a los argentinos.
A partir de fin de los cincuenta, en el escritor se produce una politización progresiva, un posicionamiento ideológico popular, y que se verifica en el posterior “Caso Satanowsky”, sobre el asesinato de un abogado por los servicios de inteligencia, y que se publica primero en entregas, al igual que “Operación Masacre”, en la revista nacionalista Mayoría. Viaja a La Habana en 1959 y funda junto a otros periodista latinoamericanos Prensa Latina, la agencia de noticias de la Revolución Cubana. Con un viejo manual de claves descifra el plan de invasión norteamericana a las islas en 1961 aunque diferencias con el régimen castrista llevan a Walsh a regresar a la Argentina. Inicia una ardua labor literaria con la publicación de las colecciones de cuentos “Los oficios terrestres” (1965), que contiene el seminal “Esa mujer”, tal vez el mejor cuento argentino del siglo pasado, un ejercicio maestro de condensación y elipsis, periodismo hecho literatura, referido al cadáver Eva Perón; y “Un kilo de oro” (1967), que pone en varios relatos al campo argentino en un telón de fondo plagado de injusticias. Además suma producción teatral con “La batalla” (1964) y “La granada” (1965) que representan los conflictos de un sociedad militarizada y dividida.
“Una tarde Perón le encomendó a un joven linotipista la normalización de la CGT, congelada por la dictadura militar -de Onganía-“, recuerda Horacio Verbitsky, compañero de militancia y profesión de Walsh, “Antes había recibido a un escritor que, de paso por Madrid, tenía curiosidad por conocerlo. El linotipista y el escritor, ambos muy formales, se cruzaron en la antesala y Perón los presentó “Todos los peronistas estamos en deuda con el autor de “Operación Masacre”, dijo. Raimundo Ongaro asintió mientras Rodolfo Walsh sonreía con timidez, detrás de los lentes gruesos” Allí el origen del estrechamiento con la militancia peronista y la colaboración de Walsh con sus medios informativos desde el Semanario de la CGT de los Argentinos, que llegó a tirar más de un millón de ejemplares pese a la persecución y la detención de Ongaro. En esa publicación aparece “¿Quién mató a Rosendo?” (1969) por entregas, el último aporte del periodista en el periodismo de denuncia, ahora contra la burocracia sindical. Para Walsh el periodismo era una forma de circulación de la Verdad desde abajo hacia arriba, por lo que colaboraba con el Seminario Villero al tiempo con el diario Noticias, órgano de Montoneros, y participa de la enseñanza de periodismo en las villas miserias. El periodista en esos años escribía las siguientes líneas de candente actualidad, “la policía argentina alberga cuerpos especiales al servicio de fines políticos cuyos personeros tejen y destejen marañas de influencias a nivel de secretos de Estado para permitirles, a cambio, el robo, la tortura, el asesinato, la lenta y segura creación de pánico en la sociedad”
Ocurrido el golpe militar de 1976, Walsh se encontraba en la clandestinidad y criticaba fuertemente a la conducción guerrillera de Montoneros alegando “falta de historicidad” El escritor recomendaba deponer las armas y pelear a la altura del sufrimiento del pueblo, sin derramar más sangre. Mientras tanto pone en funcionamiento ANCLA, un agencia noticiosa clandestina que denuncia la barbarie social y económica del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional. Ese año muere su hija María Victoria resistiendo a las fuerzas militares y le dedica una carta de terrible belleza “Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles” finalizaba “Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar”, una joya del periodismo latinoamericano de todos los tiempos, según Gabriel García Márquez, compañero de Walsh en la experiencia cubana. Fechado un día antes de que lo acribillen en la esquina de Entre Ríos e Independencia, el 25 de marzo de 1977, y trasladen moribundo a la siniestra Escuela de Mecánica de la Armada-ESMA, Walsh a los 50 años completa un legado imprescindible en la literatura nacional, que aún le faltan varios capítulos debido a que las fuerzas militares saquearon su casa en San Vicente y robaron manuscritos, entre ellos, se cree la primera novela del escritor. En 2011 fueron condenados a prisión perpetúa por el asesinato de Walsh el principal grupo de tareas de la Armada, entre ellos, Alfredo Astiz y Jorge Acosta. Pero los últimos trabajos de un escritor esencial de los argentinos siguen sin aparecer aunque se sabe que terminaron en la ESMA.
“Una noche en casa de -director de cine- Leopoldo Torre Nilson y -escritora- Beatriz Guido dos escritores muy a la moda elogiaron el cuento “Esa mujer””, prosigue el relato de Verbitsky, “pero observaron que si no modificaba algunas partes resultaría incomprensible en francés. Walsh contesto: “No sé si quiero que se traduzca en francés” Cuando sus interlocutores se distrajeron, me guiñó un ojo y nos escapamos a una parilla a charlar” Walsh entendió todo.
Fuentes: González, H. Historia conjetural del periodismo. Buenos Aires: Colihue. 2013; Documentos Seminario CGT de los Argentinos. Cuatro tomos. Buenos Aires: Página/12. 1997; Walsh, R. Ese hombre. Buenos Aires: Seix Barral. 1996; Lafforge, J. (comp) Textos de y sobre Roldolfo Walsh. Buenos Aires: Alianza Editorial. 1999
Fecha de Publicación: 09/01/2021
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