¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Martes 16 De Agosto
Desde “era un escritor extraordinariamente inculto”, cortesía de Jorge Luis Borges, a “Roberto Arlt quería ser feliz, y no pudo. Tuvo que conformarse con ser un genio", de Abelardo Castillo, pasaron cientos de debates literarios. Que Boedo, que Florida, que escribe con errores de ortografía, que es el escritor del arrabal y la furia. Y una vez que fue ungido dentro del canon literario argentino, “el fundador de la novela argentina” según Ricardo Piglia, quedó relegado en silencio a la currícula escolar, poco leído por sus contemporáneos. Nosotros, los hombres y mujeres de pie, aislados, ansiosos, asustados, que hoy seguimos siendo sus contemporáneos. Porque Arlt transpira la camiseta siempre joven y siempre habla en presente, pese a que nació en 1900. Porque sus agua fuertes son más briosas, más humanas, que nunca.
“La mayoría de los que escribimos, lo que hacemos es desorientar a la opinión pública. La gente busca la verdad y nosotros les damos las verdades equivocadas” repiquetea en la vieja Remington un filoso Arlt blandiendo una espada en nuestras cabezas de periodistas, escritores y escribas de todas las calañas. Así que difícil que Roberto, el muchacho de Flores, que se escapó de una casa donde el padre lo despedía a la noche con “mañana te voy a pegar”, quisiera estar en un pedestal.
Nunca quieto un hombre que fue de todo, nunca en un mismo lugar, viviendo y escribiendo en tiempos violentos como ahora. Tal hizo su última noche de 1942 que vagó “soñando con los ojos despiertos” por su querida Avenida Corrientes tras asistir al Teatro del Pueblo, que montaba sus piezas llenas de socialismo y anarquismo, en cuotas inflamables, y que sólo quería vagabundear donde ocurriría inexorable lo “extraordinario” porque “no pasará mucho tiempo hasta que la gente se den cuenta de la utilidad de darse unos baños de multitud y callejeo. Pero el día que lo aprendan serán más sabios, y más perfectos y más indulgentes, sobre todo”, cierra Arlt sin adivinar que hoy el vagabundeo virtual sería ley. Y que la indulgencia sería tan necesaria, sobre todo, en un mundo nuevo.
Para cerrar del Maestro, el prólogo de su última novela, "Los Lanzallamas"(1931), la centellante continuación de “Los Siete Locos” como un bandera de los tiempos por venir -reemplace literatura por vida, amor y un anhelado etcétera-: “El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un “cross” a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y que los eunucos bufen”.
Para una bio y una completa selección de su obra http://www.cervantesvirtual.com/portales/roberto_arlt/
Fecha de Publicación: 26/07/2020
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