Por qué volvías cada verano es un libro casi fundamental para los tiempos que corren. En él, su autora, Belén López Peiró, narra, con lujo de detalles, pero sin caer nunca en el golpe bajo, los abusos que sufrió durante su adolescencia a manos de su tío, el marido de la hermana de su madre, comisario de la policía de la provincia de Buenos Aires.
Belén López Peiró
Libro inclasificable, del que podría decirse que es una autobiografía, pero también un ensayo, una novela o una suerte de manifiesto, está narrado desde diferentes puntos de vista, cambiando de narrador en cada caso. A veces la damnificada narra en primera persona, otras en segunda haciendo referencia al abusador o en tercera contando “desde afuera” el infierno que le tocó vivir. Otro gran acierto es el cambio de registro: si el caso lo amerita puede ser profundamente intimista, pero también puede ser distante para ejemplificar la desidia del sistema judicial o formal al reproducir las palabras del léxico policial. Esta multiplicidad de voces y registros hacen del libro un gran fresco de las situaciones que lamentablemente muchas jóvenes viven a diario en nuestro país.
Por qué volvías cada verano: una lectura necesaria
Más allá de su calidad literaria inherente, que es indiscutible, el primer libro de López Peiró (editado por Madreselva, una editorial a la que vale la pena tener en cuenta) es un texto que debería estar al alcance de las adolescentes. Es probable que sirva para que alguna chica que esté pasando por algo similar tenga más herramientas para hablar, para animarse a contar lo que está sufriendo. De hecho, la propia Thelma Fardin contó que su lectura fue muy importante a la hora de animarse a contar lo que terminó siendo un escándalo nacional: el abuso que sufrió a manos de Juan Darthés cuando estaban de gira siendo ella todavía una adolescente menor de edad.
En síntesis, un libro importante como lectura, como registro y como forma de entender las diferentes maneras en las que se puede abordar un tema tan complejo. Es decir, un libro imprescindible.
Hipólito Azema nació en Buenos Aires, en los comienzos de la década del 80. No se sabe desde cuándo, porque esas cosas son difíciles de determinar, le gusta contar historias, pero más le gusta que se las cuenten: quizás por eso transitó los inefables pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Una vez escuchó que donde existe una necesidad nace un derecho y se lo creyó.