¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 29 De Marzo
Manuel Puig (General Villegas, provincia de Buenos Aires, 1932- Cuernavaca, México, 1990) supone otro comienzo de las letras argentinas, menos prejuicioso, menos literario, más vivo. Desanclado de referencias literarias, Puig procede a intervenir en la cultura masiva, el cine, los medios y la idiosincrasia, con una mirada paródica, no exenta de ternura y romanticismo. Sus protagonistas, parientes de las heroínas de Hollywood de los cuarenta tamizadas en la disputa de la cuestión de género, y las sexualidades de los setenta, podrían parecer superficiales pero justamente la novedad de Puig es revelar que allí se esconden las mayores profundidades de quiénes somos. El escritor nos acomoda en un cine de pueblo con Toto y Berto en “La traición de Rita Hayworth” (1968), o una sórdida cárcel argentina con Valentín y Molina en “El beso de la mujer araña” (1976), y corre el telón de sensaciones y sentimientos que nos identifican. Puig lleva al borde a los géneros discursivos y muestra las costuras de las políticas de dominación. Todo con una sonrisa tropical que nunca decae.
Con una infancia pueblerina, y con un mundo ocupado por el cine de lunes a lunes, Manuel Puig inicia su heterogénea formación en la Filosofía y Letras, y asiste a los clases de Jorge Luis Borges, quién sería luego uno de sus primeros detractores. Consigue tempranamente una beca de perfeccionamiento de guión en Roma, políglota autodidacta, y trabaja en una compañía área, con residencias en Roma y Estocolmo. Realiza en simultáneo algunos trabajos de asistencia en el mundo cinematográfico europeo y argentino. Allí redacta sus primeros guiones, entre ellos “La tajada” (1960), y que recién se conocería en 1998. En una estancia en Roma en 1962 comienza a trabajar en retazos autobiográficos, mediados supuestamente con los amores adolescentes de un primo, con el fin de nuevo guión. Allí el génesis de “La traición de Rita Hayworth” (1968), “de repente -dice Puig- pude oír la voz de una tía muy claramente, lo que decía veinte años atrás, y lo transcribí. La de mi tía, que debía ocupar una, ocupó veinticinco, escritas casi sin pensar, como dictadas”, en una técnica novedosa que César Aira llama “presentificación de la historia” O sea silenciar al narrador omnipresente de una novela y “hacer emerger la manera de hablar, por defectuosa o limitada que sea, de los personajes”, remataba Puig. Una herramienta inédita que desenmascara, y anula los vicios de los escritores, de alguien que poco le interesaban las reglas, de ningún tipo. Son memorables sus disputas en el Frente de Liberación Homosexual, Puig uno de sus fundadores en 1971, para ampliar la lucha hacia otras minorías y no transformarse en ghetto como pretendían sus compañeros.
En el habla de los personajes de Puig se esconde un destino, a menudo tremebundo. Todos tienen voz. La novela inaugural consta de dieciséis capítulos, once son transcripciones directas de diálogos y monólogos interiores, y cinco textos previos, como un diario íntimo o una composición escolar. Puig construye una polifonía de subjetividades, carnavalesca, que confronta sin ningún narrador que aquiete las aguas. En la explicitación de fantasías, hipocresías y alienaciones (en la que el dispositivo cine proyecta en la caverna) el destino del protagonista “La traición de Rita Hayworth” surge mágico y aterrorizante. Esta novela “prodigiosa” de un autor desconocido estuvo a punto de ganar el prestigioso premio Seix Barral, que perdió por sólo dos votos, uno de ellos de Mario Vargas Llosa, “no voy a premiar a un argentino que escribe como Corín Tellado”, dijo el escritor peruano. Esto tal vez motivó a Puig a buscar un editor argentino, Sudamericana. Mal momento. Recién asumido el presidente golpista Onganía en 1966, una fuerte censura ponía a la voluntad de los funcionarios militares los libros y si los consideraban “pornográficos” eran encarcelados autor, editor, imprentero y dueño de la librería. Un linotipista leyó seguramente la conversación entre Toto y Pocha sobre el significado de “coger” e inmediatamente se detuvo la impresión. Un par de años más tarde la editorial de Jorge Álvarez, un artífice de la contracultura argentina, editaría “La traición de Rita Hayworth” Fue un increíble best seller inmediato entre los lectores snob, que inflaban el boom de la literatura latinoamericana, y otros, aquellos pocos afectos a la lectura, y con morbo, en medio de una sociedad que restringía libertades.
“Boquitas pintadas” (1969), que tuvo una versión cinematográfica con Alfredo Alcón, y “The Buenos Aires Affair” (1973) exacerban el tema sexual en tramas de amor o policiales; a la par que perfeccionan el método de cortar y pegar de Puig, tan en boga en la literatura posmoderna de fin de siglo XX.
El clima político, y las amenazas reales de la parapolicial Triple A, obligan a Puig a emigrar a México, New York y, finalmente, Río de Janeiro. Nunca más retornaría a la Argentina. Pasa un par de años entrevistando a presos políticos para su próxima novela, aunque Puig consideraba a sus libros más bien sofisticadas comedias, o dramas, a la manera cinematográfica. La aparición de “El beso de la mujer araña” (1976) marca un nuevo punto de inflexión de su nombre en el mundo, y se transforma en su creación más famosa con versiones en teatro, cine y comedia musical. Suerte de novela de aprendizaje, o des-aprendizaje de los mandatos y los supuestos sociales, la relación amorosa entre Valentín y Molina adquiere una fluidez que cambia la óptica de cómo entender un periodo oscuro de la historia continental. A nivel humano, sin épicas. Y todo iluminado en viejos films nazis y películas de terror clase B, “Gran nivelador, Puig enamora a los cultos por la forma que se ubica de una cultura a la otra, borrando el esfuerzo del pasaje del bolero al folletín, del cine a la novela”, señala reticente Beatriz Sarlo.
La violencia masculina, machista y patriarcal, contra los niños en “La traición de Rita Hayworth” o los homosexuales en “El beso de la mujer araña”, retoma el centro de la escena, ahora contra las mujeres, en “Pubis angelical” (1979). Ana es explotada sucesivamente por un marido adinerado, por un represor reprimido (sic) y por un militante de la izquierda peronista, quien llega más lejos aún que los otros “Puig no se separa únicamente de los discursos del Estado y los medios masivos, que es lo menos que esperamos de la literatura: se abre de la literatura misma, en tanto ésta intente constituirse como discurso de poder y de verdad”, remarca Carlos Gamerro, uno de los tantos ensayistas como Aira, Ricardo Piglia, Josefina Ludmer o Graciela Speranza que revindican la originalidad del escritor bonaerense desde los ochenta aunque la crítica argentina, y los grandes medios, lo ignora. No solamente la crítica: el embajador argentino en México desconocía quién era cuando fallece en Cuernavaca.
“Maldición eterna a quien lea estas páginas” (1981), lacónica y trágica hasta el fin, “Sangre de amor correspondido” (1982), estremecedora historia de una amor filial en Río de Janeiro, y la última “Cae la noche tropical” (1989), un último viaje al chisme como obra de arte, cierran el proyecto novelístico de Puig. Tras su fallecimiento en México se conocieron artículos, muchos en italiano e inglés, y se difundió su dramaturgia, “Bajo un manto de estrellas” y “Triste golondrina macho” entre las principales, y que incluye un comedia musical sobre Carlos Gardel. Quedaron varios guiones sin concretar, y conferencias, de un escritor figura en las principales capitales.
“No tengo modelos literarios porque no he tenido grandes influencias literarias en mi vida. Ese lugar ha sido ocupado por el cine”, aclaraba Manuel Puig en 1979, y más adelante remachaba ante el espanto de los crítica seria, “lo siento, pero no sé mucho de literatura” Y sin embargo dejó líneas del estilo que transcendían el papel, y que siguen siendo contemporáneas, “Valentín: Al salir de acá, vas a estar libre, vas a conocer gente, si querés vas a poder entrar en algún partido político…Molina: Estás loco, no me van a tener confianza por puto” Desde la traición de Manuel Puig a la literatura argentina, desde su irreductibilidad, un poco junto a Roberto Arlt y Osvaldo Lamborghini, nace una literatura del “mal gusto” -Borges dixit- que es mucho más que literatura, es una auténtica Comedia de la Vida que nunca baja de cartel.
“Estoy convencido de que el sexismo es un problema más grave que las determinaciones económicas y laborales. La escuela de la explotación está en la relación hombre-mujer” en Torres Fierro, D. “Conversación con Manuel Puig: la redención de la cursilería” en revista Eco nro. 173, marzo de 1973
“Con su novela “La traición de Rita Hayworth” Manuel Puig apareció en el horizonte de la narrativa argentina estableciendo un puente, en apariencia sencillo, entre oralidad y escritura. Sin embargo, la sencillez era engañosa y prueba de un arte refinado, además de un proyecto de largo alcance que descansaba en la observación precisa y altamente crítica de lenguajes, costumbres, conflictos e ideologías. Dados estos elementos el proyecto podía ser una suerte de “Comedia Humana” pero en la que el realismo estaba muy puesto en cuestión pues, la obra entera lo probó, se trataba de trascender los avasalladores referentes y hacer de los relatos flujos naturales, aparentemente espontáneos y simples” en Jitrik, N. Panorama histórico de la literatura argentina. Buenos Aires: Editorial El Ateneo. 2009
Fecha de Publicación: 28/12/2020
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