¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 07 De Junio
Afortunadamente no somos una nación con tradición bélica, lo que de alguna manera se ve reflejado en nuestra literatura. En países como Estados Unidos, Rusia o Inglaterra (en la Francia del siglo XIX también pasaba), la literatura bélica es un género.
Nosotros no solo no tenemos una cantidad considerable de conflictos armados exteriores (fronteras adentro es otro cantar) sino que, además, la única que tenemos en el siglo XX nos produce tanto dolor y tristeza y frustración que nos cuesta mucho hablar del tema.
La literatura, como siempre, es una expresión del sentimiento social que se vive en la nación del escritor, por lo que quizás sea ese el motivo por el que no es tan sencillo encontrar ficciones que hablen directamente del conflicto de Malvinas. Sin embargo, hay ejemplos (dos de ellos grandes novelas de enormes escritores). Vamos a analizarlos:
Los pichiciegos, Rodolfo Fogwill (1983)
Un texto impresionante. Más allá del mito que cuenta que fue escrito en solo diez días con ayuda de los efectos de la cocaína (que el propio Fogwill se encargó de, por lo menos, no desmentir), una novela corta con matices adivinatorios.
Escrita en junio de 1982, cuando la guerra todavía no había terminado y los argentinos no conocíamos las aberraciones que soportaron los colimbas que fueron mandados al muere por sus superiores,
Fogwill narra el dolor y el miedo de esos pibes que quedaron en el medio de un enfrentamiento ridículo. La verosimilitud de la narración demuestra toda la capacidad de Fogwill, que sin haber vivido jamás una guerra (ni nada parecido), fue capaz de contar con una precisión desconcertante la historia de unos desertores, “los pichis”, que deciden esconderse en un refugio hasta que termine la guerra. La lucha por no morir en todo su esplendor.
Las islas, Carlos Gamerro (1999)
La espera como ente generador de ficción. Gamerro escribe, con el conflicto “de fondo”, una novela rompecabezas, donde se dan cita todos los géneros (narración bélica, ciencia ficción, diario de viaje, cuento de hadas) y hay espacio hasta para el humor (negro, pero humor al fin). Puerto Madero, hijos gestados bajo tortura, sobrevivientes de una guerra que nadie sabe bien por qué se dio.
Un ex combatiente devenido en hacker se mete en los archivos de la SIDE y detecta que la guerra continúa y los altos mandos argentinos están preparando el contraataque. Una novela que reflexiona sobre los modos en los que funciona la memoria individual, pero también sobre cómo se tejen los entramados de discursos que constituyen el imaginario nacional.
Iluminados por el fuego, Edgardo Esteban (1993)
Si no me equivoco, la única novela escrita por un ex combatiente. Si bien el punto de vista de “alguien que estuvo ahí” suma mucho (y el título es muy bueno), es la más floja de las tres, demostrando, una vez más, que en la literatura no es tan importante lo que se haya vivido o lo que se tenga para decir como la forma en la que se lo diga. Lo mejor: la narración descarnada del día a día de un colimba y los tormentos que tuvieron que sufrir.
Casi un diario personal, interesante por la primera persona, pero no mucho más que eso, narra la mezcla del orgullo por defender a la patria con el odio y la impotencia ante las actitudes de los superiores (el narrador llega a preguntarse si realmente querían ganar la guerra o no).
Fecha de Publicación: 02/04/2019
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