¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Miércoles 29 De Marzo
En los tiempos del terror, el acecho de la muerte apuraba a muchos argentinos a huir sin mirar atrás. Fue el caso de una pareja que, antes de marcharse, decidió enterrar su biblioteca. Fue en un pozo de cal en el patio, un plan pensado desde la esperanza. Sin haberse ido todavía, ya los movía la nostalgia de volver. La esperanza era encontrar esos libros, y volver a leerlos en su vida cotidiana, la que habían elegido y estaban obligados a abandonar.
El entierro de la biblioteca se dio en una casa que estaban construyendo en el barrio Villa Belgrano de la Ciudad de Córdoba. Corrían los meses previos al golpe de marzo de 1976 y las fuerzas paramilitares ya estaban instaladas. Cavaron, guardaron, taparon y partieron. Eran Dardo Alzogaray, que se fue en agosto de 1976 y Liliana Vanella con su hijo recién nacido, que partió en diciembre.
A partir de un programa de repatriación de exiliados de Naciones Unidos consiguieron volver ocho años después. En 1984, con una democracia que se iba colando suave y tímida por las vidas de las personas. En el lapso en que estuvieron afuera, distintos amigos ocuparon la casa sin saber nada acerca del entierro de los libros. Ya de nuevo en Córdoba, al buscar y buscar, les fue imposible hallar su tesoro. Sí encontraron una bolsa con libros, pero estaban deshechos por la humedad, entonces taparon definitivamente el pozo y dieron por perdida la biblioteca.
Pero la biblioteca, al igual que los lápices de los estudiantes desaparecidos en la noche de los lápices, siguió escribiendo su historia. Cuando Tomás Alzogaray Vanella —artista plástico, actor, docente e hijo de esta pareja— se enteró de este tesoro, decidió emprender una búsqueda exhaustiva. Sabía que encontrarla implicaría abrir una ventana para repensar el valor de la memoria y que su gesto le daba calor a la necesidad de justicia.
Con la iniciativa se fueron sumando personas: lo acompañó la editora, poeta e investigadora Gabriela Halac. Treinta años después de ese exilio, reconstruyeron la historia de la pareja. Entrevistaron a Dardo Alzogaray, también a Liliana Vanella y se pusieron como objetivo llegar al tesoro.
El 29 de septiembre de 2016 —exactamente un año después de la muerte de Dardo— Tomás y Gabriela recibieron el llamado del Ministerio de Cultura de la Nación para informarles que tenían aprobado el financiamiento de esta osadía. Para ese entonces, ya se había sumado el ensayista, docente e investigador Agustín Berti, como tercera parte del equipo.
La idea era registrar todo en un libro con información, textos y fotos, y finalmente sucedió: lo llamaron La Biblioteca Roja. Brevísima relación de la destrucción de libros. En 2017 esta obra fue publicada por Ediciones DocumentA / Escénicas. "El libro es un relato muy abierto, muy coral, con la idea de abrirse a la historia de la destrucción de los libros", dice Halac en diálogo con los medios.
Luego de la investigación, Halac comenta: "A ciencia cierta no sabíamos con lo que nos íbamos a encontrar. Finalmente los materiales encontrados están en un alto nivel de mutación. Hay algunos que son directamente paquetes de tierra. La pregunta que nos hacemos es cuánta gente enterró sus libros o los quemó. Eso no lo sabemos, pero en el orden de lo privado estamos recabando esa información con testimonios. No es algo que hoy podamos saber", comenta Halac. Todo el material hallado es en bolsas está prácticamente destruido. Es muy difícil abrir esos libros y leerlos, apenas se pueden ver las tapas y algunas páginas. Entre los autores se encuentran Engels, Mao, Gramsci y Marx: todos prohibidos.
La Biblioteca Roja es un registro de todo. Tiene fotos de calidad sobre la excavación y muchas planillas, pero también detalles meticulosos y narraciones literarias, así como también pinturas, dibujos y entrevistas a Liliana Vanella y Dardo Alzogaray. Allí, Dardo cuenta que "los libros estaban expresando lo que el dueño pensaba. Por ejemplo si tenías un libro de marxismo, pensaban que eras marxista, si tenías un libro de Lenin estabas más cocinado todavía" y dice: "Enterrarlos, guardarlos, y no quemarlos era pensar que los ibas a recuperar".
La Biblioteca Roja no se trata solo de desenterrar un tesoro roto, sino de las significaciones que ese movimiento designa. Sacar de la tierra, dar luz, dar a conocer y difundir lo que familias enteras tuvieron que ocultar. Y a más de 40 años del golpe, cuánto más nos queda por desenterrar...
Fecha de Publicación: 24/03/2021
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