¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónGuillermo Roux (Buenos Aires, 1929) es un pintor argentino que trabaja en los bordes de la realidad y la representación. Si bien comparte algunas premisas surrealistas en la libre asociación de imágenes, y la yuxtaposición de objetos, Roux desarrolla una original interpretación del mundo circundante donde los objetos tienen una proximidad reconocible aunque trastocada o enrevesada. Un buen ejemplo es la acuarela sobre papel patrimonio del Museo Nacional de Bellas Artes, “Juego interrumpido (II versión)”, (1976), donde los objetos familiares de cualquier jardín aparecen en una nueva lógica de tintes siniestros.
El ojo bufo y la memoria vital son las encargadas de rescatar sensaciones y humores argentinos presentes en la extensa producción de Roux. Tal vez los ecos de un lustroso linaje perdido, un bisabuelo diplomático francés y un abuelo aristocrático estanciero uruguayo que terminó en bancarrota, hicieron mella en el joven Guillermo, hijo de Raúl Roux, aquel humorista gráfico argentino central de mediados de siglo pasado. Por intermedio de su padre comienza a los doce años a entintar en la editorial de Dante Quinterno, creador de Patoruzú. La ilustración en medios gráficos y publicidad fueron su fuente de ingreso por varios años. En ese entorno conoce al pintor nacionalista Cesáreo Bernaldo de Quirós, que cuando se entera que pinta en una vieja casona paternal de Flores, recomienda, “Lo primero que debe hacer es salirse de allí y alquilar una pieza para taller. Esa es una manera de hacerse cargo de la profesión” Consigue una primera exposición en 1951 en la Galería Peuser pero decide conocer más de los maestros del Renacimiento, una de sus principales influencias, y se radica en Italia trabajando y perfeccionándose con el artesano Umberto Nonni.
A su regreso en 1960 obtiene un empleo como docente primario en Jujuy, en donde se lo recuerda por la fundación de la influyente Escuela de Artes y Oficios, y continúa estudiando los movimientos contemporáneos, en especial a los informalistas y cubistas. Hacia fin de la década trabaja un año en Nueva York y comienza a sicoanalizarse, algo que el pintor afirma le ayudó a encontrar su estilo fuera de tiempo, no adscripto a ninguna corriente, y donde el erotismo es una fuerza propulsora. Otra envión para desatar su impronta mística fueron las largas estancias en claustros, en particular en el Asilo de Ancianos de la Recoleta –hoy Centro Cultural Recoleta- donde los monjes le habían otorgado una pieza a forma de taller.
A partir de la década del setenta Roux se asienta en el mercado internacional, con destacadas presencias en las Bienales de San Pablo y Venecia, y que culminan en una muestra consagratoria en el Museo Staatliche Kunsthelle de Berlín en 1990, que ocupa todo un piso con 170 trabajos entre pinturas, collages y dibujos. Un año antes había triunfado en el Phillips Collection de Washington. En Buenos Aires recién tuvo una merecida retrospectiva en 1996. A partir de ese momento empezaron los reconocimientos locales y una activa producción del artista en nuestro país, en particular con piezas de grandes dimensiones, “Mujer y máscaras” en las Galerías Pacífico de Buenos Aires, “Homenaje a Buenos Aires”, en un edificio de César Pelli construído sobre avenida del Libertador, o la más reciente “La Constitución guía al pueblo”, instalada en la Cámara de Diputados de Santa Fe en 2011.
“El surrealismo quiere que sus imágenes sean provocativas y causen sensación de extrañeza. Por lo contrario, yo quiero que esos encuentros disparatados de objetos que normalmente nunca estarían juntos, parezcan lo más natural posible. Estas yuntas imprevisibles están regidas por la lógica de la forma, no de la realidad. Trato de que el fruto sea un nuevo ente que resulte lógico, natural, preexistente…naturalmente hay una carga sexual en ese procedimiento; de esa acoplamiento de lo diverso nace, como en el acto sexual, un ser diferente…siempre tuve la impresión de que el mundo es un rompecabezas”, en Beccacece, H. La pereza del príncipe. Mitos, héroes y escándalos del siglo XX. Buenos Aires: Sudamericana. 1994
“No resulta difícil explicar por qué algunas obras de Roux nos arrancan una incontenible sonrisa: es que parecen haber captado ciertos aspectos de una tiesa solemnidad de la que se burla cariñosamente. No cabe duda de que se trata de un observador que rescata, además, el aspecto ridículo de lo humano…en Roux la sensualidad está signada por la nostalgia. En esto, el artista es intimista y responde a una sensibilidad bien característica del ámbito porteño. En él todo parece visto a través del recuerdo; allí, sin duda, se preferencia por ropajes y objetos que de alguna manera sugieren un pasado próximo”, en Squirru, R. Claves del arte actual. Buenos Aires: Troquel. 1976
Fecha de Publicación: 17/09/2020
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