Es un famoso cuadro del pintor tucumano Alfredo Gramajo Gutiérrez. La obra se llama “La salamanca norteña”. Está colgado en una de las paredes de la oficina presidencial en la Casa Rosada. El propio presidente, Alberto Fernández, eligió esa obra para decorar su despacho.
¿Quién es Gramajo Gutiérrez?
En sus pinturas hay hombres y mujeres rurales. En sus escenas, esos seres aparecen en procesiones, en entierros, en “velorios de angelitos”. Son figuras inconfundibles en la obra de Alfredo Gramajo Gutiérrez, el pintor tucumano, llamado “el pintor del dolor”.
Gramajo Gutiérrez es tucumano. Nació el 29 de marzo de 1893 en la localidad de Monteagudo, en el cruce de la ruta nacional 157 con la ruta provincial 329. A una hora de viaje en auto desde la plaza Independencia. En sus obras impactan las composiciones dolorosas y con una poderosa autenticidad. De muy joven se radicó en Buenos Aires. Logró mantenerse con un modesto empleo en los Ferrocarriles del Estado, mientras desarrollaba su vocación artística. Se inició en el dibujo en un curso de la Asociación Estímulo de Bellas Artes. Llegó a graduarse de profesor en la Escuela Nacional de Arte Decorativa. Sin embargo su pasión era la pintura.
¿Cuáles fueron los orígenes del artista?
Comenzó como autodidacta. Mostraba los temas del campo tucumano y norteño, sus personajes, sus costumbres. Celia Terán decía que los trabajos de Gramajo Gutiérrez no había influencias de las pinturas de su tiempo. “Era como el raro en las artes plásticas”, dijo.
Pintaba exclusivamente al campesino de Tucumán y del norte argentino. Conocía ese mundo por sus orígenes. “Nací en un paisaje gris, en un poblado tucumano donde el diablo andaba suelto, saturando el paisaje con su aliento e induciendo a los vecinos en cosas de misterio y brujería”, dijo una vez Gramajo Gutiérrez.
¿Qué distinciones recibió en su carrera?
Su obra obtuvo varias distinciones. En 1956 ganó el Gran Premio de Honor del Salón Nacional por el óleo, llamado “Un velorio de angelito”. Otro cuadro muy celebrado del pintor tucumano es “Un entierro en mi pueblo”. Esta obra fue adquirida por el Gobierno de Francia para el Museo de Luxemburgo.
En Buenos Aires residía en Olivos. Era un hombre silencioso, de pocas palabras y mucha “vida para adentro”, según lo recuerdan sus amigos. Leopoldo Lugones tuvo un elogio para el pintor tucumano. “Su pintura es trágica, desgarradora hasta cuando ríe, casi feroz en un implacable verdad”, afirmó.
Gramajo Gutiérrez murió en agosto de 1961. A lo largo de su carrera, Tucumán nunca le prestó demasiada atención a este artista excepcional cuyas obras, hoy en día, son buscadas por coleccionistas del país y del exterior.
Licenciado en Comunicación Social y periodista. Soy instructor de tenis y gané un Interclubes, también soy jugador y crítico de videojuegos. Siento que tengo un superpoder, pero aún no logro descubrir cuál es ni su alcance, imagino que es escribir. Siempre con la guardia alta.