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Caso Breccia. La tragedia de la historieta argentina

La excepcional muestra de Alberto Breccia en el renovado Centro Cultural Borges, con la piezas recuperadas de uno de los grandes artistas del siglo XX. Una triste historieta fuera de cuadro en una entrevista con la hija, Patricia Breccia.

Pocos casos en el Río de la Plata como el de Alberto Breccia. Un artista que influyó a camadas de dibujantes e historietistas en el mundo entero, con sus revolucionarias experimentaciones gráficas y estéticas. Basta observar los tanques de Hollywood, que son breccianos a pesar de que no lo sepan, con la estética jugada en claroscuros y los saltos de planos; ambas improntas geniales que impuso nuestro artista, nacido en Montevideo, criado en Mataderos, entre el sueño y la pesadilla.  Tesoro Nacional que se robó cuando sustrajeron decenas de carpetas de una caja fuerte. Más de 900 originales que fueron robados a mediados de los dos mil, y en Europa llegaron a cotizarse 5000 euros la página. Doloroso para el Viejo Breccia que en más de una ocasión hizo trabajos para “pagar el puchero” Grave para un país que tiene la mejor obra de sus artistas de bandera en la galaxia de la viñeta, Hugo Pratt y Héctor Oesterheld, en el exterior. “Da bronca, da impotencia. Ellos son la escuela que nos representa en el mundo, un orgullo nacional, pero los argentinos no contamos con esas piezas. Esta muestra de originales recuperados de Alberto Breccia, además de su carácter artístico excepcional, tienen sentido para denunciar y reclamar las restituciones necesarias”, comentaba la curadora Judith Gociol. En un primer paso en este rumbo, impulsado por la familia del artista y respaldado por los justicia, esta parte significativa de la obra del Maestro Breccia quedará en Argentina. Definitivamente para cuidar, entre todos.

Alejado del camino convencional de la historieta, Breccia a partir del notable Mort Cinder (1964), “antes y después, nada”, afirmaba el Viejo, decide “el concepto de no copiarse”, en la feliz expresión de Juan Sasturain. Cada pieza posterior, a partir de Richard Long (1967), que lo reencuentra con Oesterheld poco antes de que construyan la versión más oscura de El Eternauta (1969), fue un nuevo salto creativo que lo alejaba de los trazos establishment de Vito Nervio, la tira que dibujó durante 500 semanas en la revista Patoruzito. Un recorrido creativo que puede observarse en la veintena de trabajos expuestos, que además tienen joyas nunca, o poco vistas, por el público general. Porque además de las planchas fuera de serie en su carrera, que motiva que sus piezas robadas hayan sido ubicadas en mercados extraños como Canadá, o entre los fanáticos de los fumetti, como la página restituída de Italia de la excelsa Mort Cinder; la curadora y familia dispusieron trabajos que se encontraban colgados en su estudio de Haedo, y obra pictórica que realizó en días previos a su fallecimiento. Breccia nunca dejó de dibujar y tratar de captar lo inesperado, como los últimos retratos que sigue borroneando los límites de la forma y el contenido, de la materia y los colores. En la palabras de Oesterheld, plenamente correspondidas incluso en las más convencionales planchas coloreadas de la época de la revista Chau Pinela o publicidades para la Escuela Panamericana de Arte donde enseñaba el Viejo, “el dibujo de Breccia tiene un cuarta dimensión de sugestión que lo aparta de los demás dibujos que conozco: esta sugestión inacabable lo valoriza y suscita ideas en los guionistas”. Y, agregamos, en los millones de lectores.

Un caso que ni Sherlock Time, ni Perramus, resolverían

Pero la valía artística de la exposición en el Centro Cultural Borges es indisociable de la triste saga judicial. Y las turbias redes del tráfico ilegal de obras de arte.  Apenas se ingresa a la sala se puede leer el extenso expediente del Caso Breccia, en medio de una instalación que recrea el depósito de las casi 200 planchas recuperadas por el Departamento de Protección del Patrimonio Cultural de Interpol Argentina, y la autorización del juez para que se realice la muestra, por única vez hasta septiembre. Y un oficial de Interpol-Argentina que permanece las 24 horas vigilando el material de Breccia. Lo excepcional de la muestra también es que por primera vez trabajan juntos el Ministerio de Cultura, Policía Federal y el Ministerio de Justicia, a fin de que la ciudadanía tome conciencia de preservar su patrimonio.