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Una pandemia en pleno viaje por el mundo

Nicolás comenzó su viaje en noviembre de 2019 y, poco tiempo después, la pandemia de coronavirus modificó sus planes.

Nicolás Calvo tiene 34 años y va camino a los 35 en los próximos meses. Nació en Gaiman, Chubut, y en noviembre de 2019 inició un viaje por Europa que se vio afectado por la pandemia de coronavirus que, de todos modos, no le impidió conocer y disfrutar.

“Tenía varios amigos dando vuelta por el mundo y hace años tenía pensado viajar, y pude”, le contó Nico -como todos lo conocen- a Ser Argentino

El punto final de su expedición terminó siendo Cabriès, en la Costa Azul, al sur de Francia. Se trata de un pueblo cercano a Niza al que llegó luego de su recorrido por distintos lugares de Europa y donde se instaló cuando el Covid-19 llevó a que las fronteras se cierren.

Antes de eso, Nicolás anduvo por Barcelona, España donde sus amigos lo recibieron y posteriormente visitó la capital francesa, París, durante una semana, también visitando amigos que le abrieron sus puertas.

Las distancias en Europa, permiten que en pocas horas una persona pueda estar en otro país y por eso también tuvo la posibilidad de conocer Brujas, en Bélgica, donde pudo poner en contraste un poco más el “choque” cultural, por llamarlo de alguna manera, sobre todo cuando los lugareños lo veían con el mate pasear por las calles de la ciudad.

Por su formación en Turismo, Nico tenía pensado trabajar la temporada de invierno -nuestro verano- en Andorra. Andorra, que es un co-principado entre España y Francia, es una gran atracción en los meses más fríos del año para los amantes del esquí. Su objetivo era poder continuar ahorrando durante la temporada para continuar su viaje. Consiguió trabajo como recepcionista en un hotel; tenía ganas de, una vez terminada su labor, continuar viaje hacia el Sudeste Asiático o llegar a Nueva Zelanda. Sin embargo, la irrupción de la pandemia frenó sus planes.

“Fue preocupante”, consideró Nicolás sobre la situación sanitaria, aunque reconoció que con los trabajadores “temporeros”, el Gobierno de Andorra  “se portó bastante bien”. Lejos de sentir el frío de la distancia que ponen los europeos a las relaciones de amistad, el chubutense contó que “en Andorra éramos muchos argentinos, el 80 por ciento del personal temporero es argentino… te sentís un poquito en casa”.

Una vez habilitadas las fronteras a mediados de junio, gracias a la modalidad “workaway”, Nico y algunos de sus compañeros de ruta cruzaron a Francia, donde se instalaron.

La experiencia de viajar

“No me costó dejar el país, tenía muchas ganas. Dejé pasar una oportunidad hace 5 años y estaba ansioso, y no me arrepiento porque es increíble la experiencia, lo que aprendés la gente que conocés”, dijo entusiasmado el oriundo de Gaiman, que de todos modos lejos está de idealizar la vida fuera de la tierra que lo vio nacer.

“Uno es argentino, y cuando sale, me gusta decir que es más argentino: hacemos conocer nuestra cultura, valores, hay que estar orgulloso de eso porque sinceramente la gente de acá no los tiene, y cuando nos conoce nos quiere, somos genuinos, afectivos, y la verdad no es moneda corriente, es algo para destacar”.

Por otro lado, consideró que “lo que no se extraña es la inestabilidad, tener que surfear para llegar a fin de mes”, y agregó: “Uno comete el error de idealizar al europeo y menospreciar lo propio. Al llegar acá nos encontramos en que somos humanos, en lo bueno y malo”.

Retomando la cuestión de “barreras culturales”, a lo largo de su viaje, Nicolas comentó que Bélgica fue el lugar en el que se sintió más “bicho raro”. Con Francia y España “la diferencia no es tan grande”. En este último país, el idioma es un plus que ayuda a la comunicación, pero insiste en que “ellos son más distantes”.

Retomando sobre aquello que más extraña cuando uno no está en el país, el chubutense comentó que “la carne es muy cara y no es de buena calidad”, y sumó: “Extraño jugar el fútbol” y “andar entre argentinos”. En ese sentido, comentó que “hay argentinos por todos lados, por eso está bueno andar con el mate. Si ves a alguien con el mate sabés que podés encontrar a alguien con quién hablar, un hombro y te hacés amigo, basta con ser argentino”.

Obviamente, el factor Covid-19 también hizo lo suyo y lo afectó a él como a tantos otros viajeros. “Nos afecta a todos pero a los que estamos viajando más, no te podés mover. Uno se adapta pero cuesta todo el triple”, contó. 

“Varias veces se me cruzó por la cabeza volver, es una lucha mental y veremos qué oportunidades nuevas surgen y si no en todo caso pegaré la vuelta”, reflexionó el gaimense, que de todos modos consideró que “si me tengo que volver tampoco va a ser un castigo

Finalmente, las restricciones para poder continuar su viaje hacia el Sudeste Asiático y Oceanía, lo hicieron volver a sus pagos donde fue bien recibido y pudo disfrutar de todo eso que extrañaba.

Sin embargo, el viaje de Nico y ese sentido de pertenencia dejó una perlita: como futbolero de ley que es, tuvo la posibilidad de vivir a la distancia hechos históricos, a nivel mundial y también del lugar que lo vio nacer. Pero para eso, vamos a tener que esperar un poquito más.

 

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