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Una Medusa en Nueva York

La obra del argentino Luciano Garbati fue emplazada en un parque de la ciudad. El mito de Medusa, con mirada feminista.

Dicen los artistas que una obra no les pertenece a ellos, sino al espectador, que la interpreta, la interpela y le da sentido propio. Allá por 2008, cuando Luciano Garbati se propuso cambiarle el final al mito de Medusa, no imaginaba que su obra sería resignificada por el movimiento feminista 10 años después. Y mucho menos que hoy estaría adornando una plaza en la mismísima Nueva York.

Pero comencemos por el principio. El mito griego dice que Medusa era una mujer hermosa, que resguardaba el templo de la diosa Atenea. Tras ser violada por Poseidón, el señor de todos los mares, perdió sus privilegios y también su preciosa melena que, a modo de castigo, se transformó en un nido de serpientes. Pero ni eso logró apagar su encanto: Atenea encargó entonces a Perseo cortarle la cabeza.

Esa es la imagen que fue reproducida a lo largo de la historia por distintos artistas. A Garbati una de esas obras lo marcó especialmente: Perseo con la cabeza de Medusa, de Celini. Los caminos de la vida lo llevaron a convertirse en artista plástico y, en su propio tiempo, tuvo la idea de dar vuelta la ecuación. Cambiarle el final al mito. En la obra de Garbati, es ella la que se apodera de la cabeza de Perseo tras un golpe de espada.

El impulso que empujó al escultor porteño a darle esa vuelta de rosca a la historia no fue una reivindicación hacia el movimiento feminista. Pero, como decíamos, la obra no es del artista, sino de quien la consume. De esta forma, hace un par de años atrás, la Medusa con la cabeza de Garbati se volvió viral a partir de un posteo en Facebook y se convirtió en una imagen representativa del movimiento #MeToo.

De esta manera, una figura mítica que siempre había sido considerada malvada, se resignifica con una fuerza diferente: violada, maldita, desterrada y humillada, ya no es ella la mala de la película. Ahora ella toma las riendas y le pone fin a su trágico destino.

Un lugar en Nueva York

Afortunadamente, los tiempos han cambiado y hoy es posible emplazar una escultura de esas características en una de las urbes más importantes del mundo: Nueva York. La Medusa fue colocada en un espacio público de esa ciudad, el Collect Pond Park, en el Downtown de Manhattan, bien al sur de la isla. La plaza está rodeada por edificios de Justicia y ese fue uno de los motivos por los cuales Garbati eligió ese lugar y no otro para dejar a su obra.

En la escultura, existe una asociación visual inevitable con la representación clásica de la Justicia: la mujer vendada con una balanza en su mano. En el caso de Medusa, sus ojos no están vendados y, en vez de una balanza, sostiene una cabeza. Pero la evocación es innegable. La Justicia de Medusa no podía tener un mejor destino que el elegido por el artista.

El arte toma su propio rumbo. Se desprende de quien le dio vida y arma su propio camino. Se llena de sentidos nuevos y encuentra su propio lugar. La Medusa de Garbati realizó un recorrido que el artista no hubiese imaginado cuando la creó. Pero que hoy es su gran orgullo y, por supuesto, también el de todos los argentinos.

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