Martín Rostagno tiene 25 años y hace dos tuvo la oportunidad de viajar a Nueva Zelanda para seguir formándose. El destino de su viaje es uno de los principales países productores de leche, por lo que la experiencia le serviría como un impulso para su carrera. Este joven nació en la localidad cordobesa de San Francisco y, con el estímulo de la zona, supo que su vida estaba ligada por siempre al campo y sus actividades. En la escuela del pueblo comenzó a tener relación e interés por las producciones agropecuarias y ganaderas. Nunca antes había conocido los secretos del mundo del agro, ya que su familia no estaba ligada a la actividad. Sin embargo, como si el destino estuviera escrito, Martín está desarrollando una vida profesional increíble.
Sed de conocimiento
En 2019 se recibió de ingeniero agrónomo en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Litoral en la ciudad de Esperanza- Santa Fe. Siempre manteniéndose activo y en constante formación. En 2018, hizo un diplomado en agronegocios en la Universidad Nacional de Villa María. Recordó que en su época de estudiante fue pasante del Centro de Sanidad Sillón y Asoc. Cuya directora es la Fitopatóloga Margarita Sillón que lo impulsó también como profesional. Sobre su formación, cuenta: “Uno cuando se recibe de Agrónomo, se recibe de cachitólogo (como me dijo un amigo y colega Claudio Bosco), sabemos un poquito de todo. Pero la carrera de Agronomía es tan pero tan amplia que luego nos espera un mundo aparte en donde cada profesional se va a inclinar por la rama que más le guste y ahí va a especializarse”.
A ver si pica…
Durante mucho tiempo, Martín mandó e-mails a empresas que no lo conocían, y tampoco lo contactaban. Era el gran “a ver si pica”, como decimos los argentinos hoy. Sin perder las esperanzas en ningún momento, y con muchísima constancia, siguió contactándose con empresas neozelandesas. Hasta que un día picó. Sobre esta época de búsqueda implacable, cuenta: “Es muy difícil, aunque no imposible, que alguien estando del otro lado del mundo te contrate sin conocerte y encima en mi caso sin experiencia laboral como profesional. Pero bueno, nunca perdí las esperanzas y seguí aplicando”.
Cruzar el charco
Una vez recibido, viajó hacia su destino. La primera ciudad donde vivió fue en Wanaka, situada en la Isla sur, rodeada de montañas y lagos. Allí trabajó en un tambo de 5.000 vacas en ordeño en 3.000 hectáreas. Ahí se desarrolló como asistente de granja, que es el primer escalón cuando se va a trabajar al tambo de Nueva Zelanda sin experiencia. Luego de 3 meses, consiguió otro trabajo en un cargo mayor en un tambo de 700 vacas en ordeño situado en otra ciudad. Sin embargo, no se adaptó al clima porque llovía con frecuencia y hacía mucho frío.
El gran salto
Ya para febrero de 2020 consiguió trabajo como gerente de rebaño o Herd Manager, como lo conocen en Nueva Zelanda. Su camino iba allanándose, ya que esta vez la oportunidad se dio en un tambo de 1.300 vacas en Ashburton, región de Canterbury. La zona es la plena cuenca lechera de la Isla Sur. Ese establecimiento tenía un tambo calesita de 80 bajadas, ordeñaban entre 500 a 600 vacas por hora, dependiendo la época del año. Unos meses después, le ofrecieron el puesto de subgerente de un tambo de 900 vacas en ordeño en un tambo con sistema de parición bi-estacionado, pista de alimentación y compost barn en la Isla del Norte. Allí se encuentra hoy, creciendo y formándose como profesional para difundir su conocimiento y ampliar sus horizontes.
Algunas diferencias
Lo principal que le llamó la atención a Martín es que en la comercialización del país oceánico la palabra litros no existe. La producción lechera se maneja en otros términos: manejan kilos de sólidos por vaca por día o kilos de sólidos por vaca, por hectárea o por temporada. Sobre esto, contó a los medios: “El pago que hace la industria al productor lechero corresponde a un precio por kilo de sólido, a diferencia de Argentina que es por litros aunque hay algunas industrias en Argentina que están pagando por sólidos y eso es muy bueno”.
En cuanto a la producción, agregó que Argentina es un país muy extenso y que, por supuesto, las producciones dependen del lugar donde se establezca el tambo. Según cada zona, existe un método de producción apto para la región, específicamente pensado para alcanzar el máximo potencial. Por ejemplo, Martín identificó que bien al sur de Argentina los tambos son muy similares a Nueva Zelanda. Él explicó que se manejan con un sistema pastoril, con parición estacionada e irrigación. Pero en la cuenca lechera de la isla hay tambos 100% estabulados o tambos mixtos.
Martín, sorprendido por su experiencia, cuenta: “Una diferencia que sí puedo marcar, es la baja cantidad de empleados que se requieren en el sistema de Nueva Zelanda. Se estima una persona cada 200-250 vacas dependiendo el sistema de ordeñe y si tenés irrigación entre otras cosas. Por lo que para un tambo de 600 vacas, algo que es moneda corriente en Nueva Zelanda, con solo 3 personas lo atendés tranquilamente”.
Caminante no hay camino
A pesar de su situación actual, asegura que le gustaría seguir conociendo otros sistemas. Su curiosidad está dirigida hacia países como Japón, Israel, Irlanda, Canadá y Estados Unidos. “Además quiero hacer mi maestría en Nutrición Animal o Agronegocios. Y con todo esta experiencia y conocimiento, quiero regresar a Argentina”.
¡Aplausos para este ingeniero cordobés!
Argentina, nacida en Córdoba. Investigadora en el área de lingüística. En formación constante sobre las Letras y sobre la vida, gracias a la Universidad Nacional de Córdoba. Mis experiencias en viajes me llevaron a aprender cada vez más idiomas y querer conocer diversas culturas desde adentro. Pienso en la escritura como una herramienta para transformar el mundo y volverlo un espacio justo y equilibrado.