Gianina Di Fresco es mendocina y tiene 30 años. Estudió arquitectura y, lejos de quedarse a trabajar de lo suyo en su Mendoza natal, decidió emigrar al continente europeo. Sin ningún objetivo fijo ni planes a mediano o a largo plazo. “Que fluya”, dice en alguna de sus respuestas.
“Hace 4 años que estoy en Europa. En un primer momento, la idea fue venir 6 meses a Barcelona, como una primera experiencia. El tiempo se me pasó muy rápido, era todo muy nuevo. Por eso decidí quedarme”. Y sí que lo hizo, se quedó mucho tiempo, pero siempre en formato nómade. “Actualmente estoy en Madrid, desde hace un año. Estuve un año y medio en Barcelona, luego estuve 4 meses en Irlanda, que fue uno de los mejores lugares. También estuve 4 meses en Malta y después me vine a Madrid de nuevo”.
Entre tantas ciudades, Gianina hizo una especie ranking sobre las que más le han gustado. “Creo que Barcelona me parece hermosa. La arquitectura es preciosa y la playa está muy cerca. Se puede hacer todo caminando. Pero, como paisajes, Irlanda es lo más lindo que conocí. Fui a un lugar que se llama Connemara, al oeste, y es uno de los lugares más bonitos que he visto en mi vida. También fui a Wicklow, que es la típica ciudad de la postal de la película Posdata Te Amo, que tiene paisajes increíbles y un lago divino. También estuve en una isla, a la que fui en avioneta, que se llama Aran Islands”.
De todas maneras, siempre hay cosas que se extrañan. Nadie es extraterrestre y los sentimientos siempre golpean el corazón. “Lo que más extraño en Argentina es la improvisación de las juntadas, el ritual de los asados, que no es solo hacer el asado, sino que es juntarse, comprar algo para tomar mientras se va haciendo la carne, compartir el momento con la familia o con amigos. Acá las reuniones son más de bares, de encontrarse y ser puntuales, algo que allá no lo hacemos tanto. No pasas tanto tiempo en tu casa. Acá uno no conoce a las familias de los amigos, porque la gente vive sola, compartiendo departamentos”.
Como suele suceder, la gente “del interior” o de los pueblos se ha mostrado un poco más hospitalaria con nuestra entrevistada. “He tenido la suerte de encontrar mucha gente muy amable, que me abrió sus puertas. En Irlanda estuve en un pequeño pueblo y me integraron como parte de la familia. Es más fácil integrarse en los lugares más pequeños, allí la gente te incluye en sus actividades y te ves más seguido que en las ciudades grandes, donde la gente tiene más grupos”.
Una de las prácticas que más disfruta Gianina es la de picotear algo antes de salir a cenar: “Es muy típico juntarse de tapas antes de comer, o después de trabajar, el after work. Es algo muy típico de Madrid, por ejemplo. Está bueno para hacer una salida entre amigos antes de volver a casa a dormir”.
Con este panorama, resulta difícil imaginar a la mendocina volviendo a sus pagos: “Yo creo que, si ahora vuelvo a Argentina, cambiaría mi forma de tratar a las personas que vienen desde afuera. Varias veces me planteo la posibilidad de volver a Argentina. Sobre todo, cuando emprendo un máster o un trabajo. Cuando veo que son muchas horas para volver a casa, o cuando hablo con mi familia. Aunque uno está cerca con la tecnología, igual se pierde de algunas cosas. Pero en este momento no lo pienso. También es verdad que cada vez se ve más dura la situación, a nivel mundial. Pero en este momento estoy dejando que fluya todo, según las oportunidades que van saliendo”.
Desde lejos las cosas se ven un poco más claras. Para la arquitecta, Argentina “es un país que se destaca mucho por la naturaleza que tiene. Acá los países se destacan por las ciudades antiguas y su arquitectura. Acá, a los argentinos, nos ven como los europeos de Latinoamérica, porque tienen cercanía con nosotros, o comparten más costumbres. Pero Argentina tiene muchísimas cosas para dar”.
Argentino, mendocino. Licenciado en Comunicación Social y Locutor. Emisor de mensajes, en cualquiera de sus formas. Poseedor de uno de los grandes privilegios de la vida: trabajar de lo que me apasiona. Lo que me gusta del mensaje escrito es el arte de la imaginación que genera en el lector. Te invito a mis aventuras.