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Ir a la secciónBuenos Aires - - Viernes 27 De Enero
El desarraigo puede ser difícil, pero Lucas Kelm supo sacar provecho de la experiencia que le tocó vivir fuera de su patria. Luego de dejar el país de chico junto con su familia, comenzó su camino en la gastronomía a los 15 años y hoy es uno de los mejores bartenders del mundo. Además, creó un trago en honor a la Argentina.
Luego de la crisis del 2001, como muchos argentinos, la familia de Lucas Kelm emigró a Europa. Más precisamente, a Italia. Allí se asentaron en un pueblo cercano a Venecia. Lucas tenía 13 años y sus hermanos, 8 y 4. A los 15, comenzó a trabajar como mozo para contar con su propio dinero, aunque aún asistía al colegio. Años después, su familia abrió un restaurante típico argentino en el pueblo y él también trabajó allí. Hasta que conoció al verdadero amor de su vida: la barra.
Todo comenzó en un restaurante donde trabajaba en Venecia, que tenía barra. Allí descubrió que la función del bartender conjugaba dos de las cosas que a él más le gustaban: crear como un chef y, al mismo tiempo, estar cara a cara con el cliente. Entonces supo que eso era lo que quería para su vida.
Con el tiempo, Venecia le quedó chica y decidió experimentar otros destinos. Pasó dos años entre Ibiza y Barcelona. Allí empezó a crear. Luego, comenzaron a llegar los reconocimientos internacionales. En 2017, ganó la final de un concurso de vodka premium en Italia que le permitió competir en Ibiza contra otros países. Salió segundo en el ranking mundial. Hoy las marcas lo piden como figura: recientemente estuvo en nuestro país invitado por una marca de gin para ser parte de los Latin America’s 50 Best Restaurants 2019, que se llevó a cabo en Buenos Aires.
De paso, aprovechó esa oportunidad para presentar L’argentino, un aperitivo que creó en homenaje a la Argentina. ¿Qué tiene? Malbec, por supuesto, y Campari, el bitter italiano. De esta forma, conjuga dos ideas: la unión de la familia y la unión de sus dos países. Cada vez que prueba L’argentino, Lucas Kelm viaja a su infancia: a los mediodías de domingo, cuando su abuelo le convidaba un poco de vino con soda antes de las pastas. Porque, cuando uno lleva a su país en el corazón, nunca lo abandona del todo.
Fecha de Publicación: 19/10/2020
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