Dos casildenses yirando por Australia

Casilda es una localidad de alrededor de treinta mil habitantes que queda a unos 50 kilómetros de Rosario. Bárbara y Gastón son un matrimonio oriundo de allí que, un buen día, decidió lo que tantos argentinos: armar el bolso y tomarse el palo. Pero, en el caso de ellos, la decisión de irse no fue tan sencilla, porque dejaban mucho en Casilda. Más allá de la lógica separación de los afectos, la situación laboral de ambos era buena. Pero, entonces, ¿por qué se fueron? Conocé en esta nota la particular historia viajera de estos casildenses.

Él es martillero y contador público. Ella es farmacéutica. En 2018 se cansaron de ver el mundo desde sus casas, y decidieron aventurarse a lo desconocido. La clave fue que no querían tener 15 días de vacaciones y vivir para trabajar. Así fue que, primero, se mandaron un gran viaje a Europa de vacaciones en familia. Y ahí les picó ese famoso bichito viajero. Decidieron no volver a Casilda. Ese fue el inicio del cambio de vida, que ya lleva casi dos años y medio.

La travesía comenzó en el Viejo Continente: España, Italia, Alemania, Bélgica, con una modalidad muy popular en Europa. Hicieron el famoso Housesitting, trabajo a cambio de alojamiento. Hoy hay muchas páginas a las que te suscribís y te postulan para cuidar la casa de alguien sin tener que pagar por la estadía. Eso te permite estar más tiempo en cada destino y vivir según las costumbres del lugar.

Bárbara apostaba a tener la ciudadanía italiana para poder conseguir un trabajo que pague las cuentas y les permita viajar cuando lo dispusieran. Salieron con algunos ahorros de la Argentina, más la venta de su auto y los regalos de boda: en total, unos 140.000 pesos, pero eso pronto se acabaría.

Un destino no tan planificado

Después de casi seis meses de un movido tour por Europa, finalmente Barby obtuvo la ciudadanía. Con la documentación necesaria, optaron por ir a probar suerte a Australia. Australia no estaba en los planes iniciales, pero muchos amigos y gente que fueron conociendo les habían hablado maravillas del gigante de Oceanía.

Así fue como en agosto de 2019 desembarcaron en Sidney. Previo a su llegada, él ya tenía una oferta laboral en una famosa cadena de helados artesanales. Allí aprendió desde la preparación de helados, hasta el chequeo de stock, pasando por delivery en una camioneta. La demanda era grande, pero a su vez le pagaban muy bien. Ella, a su vez, optó por retomar su profesión. Sin su título de farmacéutica validado consiguió instalarse en una farmacia como asistente. Fue todo un desafío, por el idioma y los nombres de los remedios. Siendo un trabajo profesional, Bárbara ganaba menos que Gastón.

Se establecieron, alquilaron un departamento a pocas cuadras de la playa, y empezaron a vivir la vida al estilo australiano. Se enamoraron de una ciudad donde es caro mantenerse, pero la calidad de vida es alta. Cerca del mar, transporte público de primer nivel y la tranquilidad de, por ejemplo, volver de noche caminando o dejar la puerta de casa sin llaves.

Con 20 mil dólares ahorrados de los meses de trabajo, renunciaron y siguieron con su sueño de viajar. Se compraron una minivan vacía y la reciclaron con objetos que la gente deja en la puerta de sus casas.

Por ahora, la pareja de santafesinos no tiene planes de retornar a casa. Extrañan a los afectos, pero, hoy, son felices explorando el mundo.