¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónPablo y Carolina son de Comodoro Rivadavia, Chubut, pero este año concretaron el proyecto que muchos sueñan y pocos ejecutan: vender todo e irse a...
El destino fue España. Allí se ubicaron en Puerto Sagunto, un pueblo ubicado a 30 kilómetros de Valencia, la capital de la provincia homónima. Sin embargo, la época en la que llegaron no fue la mejor.
Habiendo sacado los pasajes con muchísima antelación, arribaron al otro lado del Atlántico en marzo. Poco antes de que las fronteras comiencen a cerrarse ante el avance del coronavirus en todo el mundo. En Argentina comenzaba a preocupar la cuestión, pero todavía no habían llegado las decisiones drásticas para reducir la circulación. Grande fue la sorpresa de nuestros dos aventureros cuando llegaron a Valencia y había estrictos controles sanitarios.
Finalmente habían llegado al lugar soñado, pero la coyuntura no era la ideal: permanecieron confinados algunos días y posteriormente vivieron cuatro meses de cuarentena estricta. "Es como si lleváramos viviendo dos meses recién en España", aseguran.
Pablo en Comodoro trabajaba en el área de comunicación y marketing de una cadena de farmacias. Tiene ciudadanía italiana, lo que le favoreció para conseguir trabajo no bien comenzaron las aperturas tras la cuarentena. Desde hace dos meses trabaja en una empresa dedicada a la carpintería metálica, donde tiene contrato hasta enero del próximo año.
Carolina, por su parte, era docente de nivel inicial, pero aún espera la conclusión de la documentación para poder conseguir trabajo, ya que los requisitos para ser contratados son estrictos.
Ambos coinciden en que no llegaron a Valencia con la pretensión de conseguir un trabajo vinculado con lo que realizaban en la ciudad petrolera ya que, por distintos motivos, es complicado acceder. Lo consideran más visible en el caso de Carolina, dado que la formación es muy distinta en Argentina y en España.
No fue un acto impulsivo. Pablo y Carolina planearon su viaje durante tres años. Antes de conocerse siempre tuvieron sueños de viajar, más por conocer otros lugares y otras culturas, pero juntos hicieron su proyecto de vida y empezar de cero en otro punto del planeta.
Primero lo primero: compraron el pasaje y luego comenzaron a planificar con tiempo qué es lo que iban a hacer.
De a poco fueron vendiendo todo para ahorrar plata, cosas materiales pero también muchos objetos con valor afectivos, regalos de amistades o familiares, que no opusieron resistencia a sus deseos y los apoyaron en todo momento. Todo el mundo tiró buena onda y hasta los ayudaron para poder juntar peso a peso lo necesario para viajar al viejo continente.
Vendieron todo: desde sábanas o vajilla hasta el auto; iban a ferias todos los domingos y cuentan entre risas que esa actividad se convirtió en un segundo trabajo para cada uno.
Caminar tranquilo por la calle es una de las cosas que más les llamó la atención a Pablo y Carolina: no estar perseguido ni mirando para todos lados con temor a que pase algo; también hablar con los niños como si nada.
Otra cosa que notaron viene por el lado gastronómico: se almuerza alrededor de las once de la mañana y pasado el mediodía es la hora del "bocadillo", generalmente un sandwich. Sobre el plato preferido desde que llegaron a Valencia, dieron un veredicto unánime: arroz al horno. Se trata de una preparación que, lejos de ser solo arroz, lleva panceta, chorizo, morcilla, costillas de cerdo y papa que se fríen primero, luego se le agrega arroz y caldo y eso va directo al horno.
También hay cosas que extrañan, como las visitas a las casa amigas. Es que allí no se acostumbra –o es muy difícil que pase– a invitar a otros a ir a la casa a tomar un café o a comer, sino que la vida social se lleva más a los espacios públicos, a los bares. Incluso los festejos de cumpleaños, que tenemos muy incorporado caer en masa a una casa, transcurren en los locales.
Ni hablar de caer de sorpresa porque "andaba por el barrio". Esas cosas, para ellos que son muy amigueros y familieros, son de las que más extrañan, aunque no quiere decir que la gente en su nuevo destino no sea amable. Al contrario, los ayudan mucho, pero generalmente, fuera de casa.
El proyecto de Pablo y Carolina, según sus propios deseos continuará ampliando su familia. No saben aún si será en Valencia o en otro punto, pero lo seguro es que seguirán construyendo su sueño.
Fecha de Publicación: 08/10/2020
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