Todo lo que tenés que saber sobre el agua y nunca te animaste a preguntar

Para preparar infusiones (ya sea té, tisanas o café), la materia prima es una parte importante, pero lo que le da brillo es el agua. La otra mitad. La fundamental. Consideraciones acerca del agua hay para escribir varios tomos. De hecho, ya se ocuparon los sabios antiguos: en su “Cha Ying”, el libro acerca del té más antiguo conocido, el sabio monje Lu Yu (a quienes muchos llaman el santo del té) nos describió las aguas que, a su jucio y práctica, eran las más adecuadas. Él destacaba, por encima de todas, a las aguas de manantial por su pureza y transparencia. Aquí y ahora, los argentinos podemos contar con varias calidades. Los que tenemos agua de red podemos mejorar la calidad usando los filtros comerciales (y, claro, preparar nuestras infusiones con agua filtrada). Si quisiéramos comprar aguas minerales, tenemos que aprender a revisar las etiquetas, en donde se detallan la cantidad y calidad de la mineralización (natural o agregada) de las mismas. Se sorprenderían de saber la diversa composición de las marcas comerciales. Una de las cosas que más cambia el sabor de las preparaciones es la cantidad de sodio. Revisen bien, por favor: elijan la que menos sodio contenga (suele estar presente en forma de sales como bicarbonatos o sulfatos). En todos los casos, en nuestro país eso está regulado por el art. 12 del Código Alimentario Argentino (CCA), que regula la cantidad y calidad de minerales permitidos. Si bien ninguna de las marcas comerciales representa un riesgo para la salud, cambia el sabor de las infusiones, ¡y mucho! Así que, a partir de ahora, a pasear por el súper con lupa. Prestá atención y contame. ¡Hasta la próxima infusión!