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La revancha de Kamet

El último autobar del país se volvió una opción ideal para estos tiempos de pandemia.

Esta cuarentena inesperada e interminable nos pone todo el tiempo frente a situaciones nuevas. Si la pandemia parece una película de ciencia ficción, las nuevas costumbres que venimos adoptando, mediadas por el distanciamiento social, muchas veces nos hacen sentir que estamos protagonizando Volver al futuro. Ya hablamos de la vuelta de los autocines, una práctica algo olvidada que resurgió con fuerza en distintos puntos del país. Ahora tenemos un nuevo héroe para la socialización en el mundo pandémico: el autobar.

Kamet se encuentra en Parque Leloir, partido de Ituzaingó, en el oeste del conurbano bonaerense. Es el único autobar que queda en el país. Sobrevivió durante décadas, como una opción diferente y tal vez algo kitsch. Y hoy la historia le da revancha. Cada vez son más quienes eligen el lugar como una alternativa más segura a la de un bar tradicional, en estas épocas en las que salir de casa es riesgoso, pero quedarse siempre adentro es desesperante.

El lugar se inauguró en 1985 como restaurante y luego agregó el sector de autobar, compuesto por 80 cocheras, en 1990.  Fue pionero de una moda que sería pasajera, como tantas otras: canchas de paddle, parripollos, videoclubes, autobares. Promediando la década del 2000, comenzaron a desaparecer. Kamet se mantuvo firme, manteniendo un concepto que parecía pasado de moda, pero siempre conservó su clientela.

Un cambio de uso

Debo confesar que yo misma, en años más jóvenes, lo he frecuentado. Posiblemente muchos de los que vivimos en el oeste lo hemos hecho. En ese entonces, era una alternativa íntima y diferente, para poder tomar algo y hacerse arrumacos con la pareja sin miradas curiosas. Un punto medio entre un bar y un albergue transitorio, digamos. Antes de la cuarentena, se consumía café, gaseosa, cerveza, y tal vez se picaba algo. Hoy los clientes se quedan más tiempo, comen algo más completo, quizás una merienda o una cena.  

El público se fue diversificando: ya no son solo parejas con urgencias amorosas las que concurren (aunque siempre hay de esas), sino también grupos de amigos o familiares. La idea es salir de casa, pero permaneciendo en un ambiente seguro sin correr riesgos de contagio.

Para estas épocas, parece la opción ideal. Llegás con tu auto, estacionás y, cuando estás listo para hacer tu pedido, encendés las balizas y un mozo se acerca a ayudarte. Una vez que la orden está lista, podés consumirla dentro del auto o bajar y ocupar la mesa dispuesta en cada box, que está completamente separada de los otros clientes. Además, el autobar tiene otros beneficios: podés ir con lo puesto, porque nadie te va a ver; podés conversar tranquilo y en total intimidad, sin el bullicio y las interrupciones que puede haber en un bar; podés chapar, si querés, sin que nadie te mire; y sos tu propio DJ desde el estéreo de tu auto.

Encontrarnos

Sin dudas, lo más duro de la cuarentena es no poder hacer lo que más nos gusta a los argentinos: encontrarnos. No poder compartir momentos con la gente que queremos es lo que más nos duele. Con precaución y respetando las medidas de distanciamiento social, poco a poco vamos intentando recuperar algo de nuestra normalidad. La del autobar es una opción ideal en este contexto. Por ahora, Kamet es el único que nos queda: ¿cuánto tiempo pasará hasta que vuelvan a aparecer por los barrios?

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