El restaurant de tu vida, por un chef cordobés

Se trata de Borravino, un restaurante que combina en relaciones perfectas entre la armonía de la naturaleza y la innovación gastronómica. La idea fue de un cordobés, con habilidades culinarias destacables y una imaginación imparable. Matías Tesoriero y su pareja Ailen Martorella son los creadores de este pequeño rincón gourmet de la patagonia. 

Nuevos rumbos

Este cocinero cordobés junto a su compañera llevaban una vida de viajeros, hasta llegar a Villa Pehuenia. Una localidad en la provincia de Neuquén que responde al imaginario de aldea de montaña andina. Se trata de un pequeño poblado, constituido por unas pocas manzanas de casas, entre bosques patagónicos, cerros y naturaleza. Además, se trata de una aldea de ensueño que se refleja en la superficie espejada del lago Aluminé. El lugar fue fundado hace tres décadas y se fue convirtiendo en uno de los destinos turísticos de culto del país. En esta burbuja inigualable, esta pareja de jóvenes decidió instalar el proyecto de sus vidas. 

Cambios radicales

El cocinero Matías Tesoriero ya contaba con una vasta trayectoria en el mundo gastronómico, sin embargo, esta apuesta implicaría un avance inminente en su carrera. Por eso, el surgimiento de Borravino instituyó un momento clave para la aldea de Villa Pehuenia, pero también para la vida de este cordobés. El cambio fue radical, de un momento para otro, este trotamundos había encontrado su lugar. De la capital cordobesa a Villa Pehuenia, el trayecto fue corto pero bien marcado. Sobre su carrera, Matías cuenta: “Empecé a trabajar a los 17 en un parripollo en Villa Giardino, luego estudié en Córdoba Capital y trabajé en varios lugares. Un día salió la oportunidad de irme a Marbella, España, para una pasantía en Messina, el restaurante de un cocinero cordobés con una estrella Michelin. Ahí estuve un tiempo, también en otro lugar en Mallorca, pero no me salía la nacionalidad italiana y decidí volver. Ahí me entero de que Posada La Escondida, en Villa Pehuenia, buscaba chef. Ni sabía qué era la Villa, pero al mes de volver ya estaba viviendo acá.”, encantado por la magia de los bosques patagónicos afirma: “Me quedo por siempre. Trabajé en La Escondida hasta 2015. En 2009 conocí a Ailen, mi pareja. En 2013 abrimos Borravino, que empezó en el centro como un pequeño wine bar; en 2014 nació nuestro hijo Benito; en 2015 mudamos Borravino al Golfo Azul, en la costanera, junto al lago, con un local más grande. En este tiempo entendí también qué es lo que quiero hacer, qué quiero cocinar”.

Gastronomía de autoconocimiento

A modo de viaje de autoconocimiento y de aventura profesional, Borravino funcionó como una suerte de revelación para el cocinero. Y, gracias a esto, su vida cambió. Así fue que definió sus objetivos, preferencias y un estilo de cocina único que marcaría sus producciones y aseguraría su éxito. Matías define su producción como “una cocina de estación (...) Son platos sencillos, donde juego con distintas tradiciones. Tapas como unos riñones con una salsa portuguesa, unas croquetas de brócoli con una salsa bagna cauda... Cuando llegué a la Villa, me volvía loco buscando productos. Luego entendí que debía adaptarme al lugar. Hoy tengo truchas de Aluminé, quesos de Mauricio Couly, cordero, algunas carnes de La Pampa. Planeamos nuestro propio invernáculo. En diciembre, cuando bajan para la veraneada, sumamos chivo. Unos amigos de la comunidad mapuche me venden huevos y pollitos de campo". Y él mismo se autodefine como “(...) Cordobés a pleno.”, sobre el amor a sus orígenes cuenta: “De ahí viene lo que mamé de cocina. Córdoba es mi sangre”.