¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Viernes 02 De Junio
Tierra de inmigrantes, de esa mezcla de culturas, de lenguas, de hombres y mujeres del mundo que hacen de nuestro país una amalgama única de sonidos, colores, aromas y sabores. Argentina está llena de historias que llegaron de distintas partes del planeta para aportar lo suyo, para enriquecer y agrandar nuestro país. La historia que te contamos hoy llega directo de Croacia y tiene el sabor de la comida casera hecha con amor.
Dobar Tek es un restaurante de San Telmo especializado en comida croata: dicen que allí se sirve el mejor strudel del país. Pero Dobar Tek es mucho más que eso. Es la historia de Adriana y Daniel, es el esfuerzo por conservar las raíces, es viajar en el tiempo, volar sin aviones, visitar otras latitudes a través de un plato.
Adriana Rusendic es una argentina hija de croatas. Su padre, Juan (o Ivica, como era su nombre originalmente), nació en la montaña, en la localidad de Makarska, en ese entonces perteneciente a Yugoslavia. Muy joven comenzó a trabajar como telegrafista en un navío y fue así como llegó al puerto de Buenos Aires en 1948. Algo le dijo que ese era el lugar para él: decidió desertar del barco y quedarse a probar suerte en ese país tal lejano al suyo.
No hablaba una palabra de español, pero de todas formas se las ingenió para comenzar a trabajar en los boliches de los gallegos de Av. de Mayo, en el barrio de Avellaneda. Primero fue lavacopas; luego, mozo; y, finalmente, metre. Así comenzaba la vida de este croata en tierras argentinas.
Comenzó a vincularse con otras personas de su comunidad y fue en uno de esos encuentros que conoció a Elizabeth Munger, quien al poco tiempo se convirtió en su esposa. En los años 60 se instalaron en Valentín Alsina, al sur de la ciudad, y abrieron su primer negocio: un almacén con despacho de bebidas, llamado Mar Adriático. Lamentablemente, luego de una inundación que tuvo lugar en la zona, perdieron el comercio y tuvieron que buscar una nueva forma de ganarse la vida.
Obtuvieron la concesión de la cocina en un club croata de Constitución y pusieron manos a la obra: nada más simple y más complicado a la vez que recrear los platos de su tierra en un lugar tan lejano. Pero lo hicieron con mucho éxito dentro de la comunidad local. De la cocina se encargaban Elizabeth junto con Carolina, su mamá, y Paula y Jorgelina, sus hermanas.
En los años 70, la familia Rusendic decidió hacer un gran cambio en su vida. Luego de unas vacaciones en Mar del Sur, creyeron que ya era hora de abandonar la gran ciudad y probar suerte en un entorno más tranquilo. Se mudaron allí y abrieron un nuevo restaurante en el hotel Los Pinos. En un comienzo, servían platos típicos de las zonas de playa, como rabas, pescados y minutas.
En 1984, mudaron el local y le cambiaron el nombre: a partir de entonces, se llamaría Makarska, en honor a la ciudad natal de Juan. Y, como no podía ser de otra manera, retomaron la cocina croata. Strudels, goulash y platos con chucrut poblaban el menú, y la voz comenzó a correr rápidamente: los comensales llegaban de otras localidades cercanas para probar sus platos. Tal era el suceso que, a diferencia de otros restaurantes costeros, que abren solo durante la temporada, Makarska estaba abierto todo el año.
Teniendo como referencia el éxito que había resultado el primer restaurante, la familia se animó a abrir un segundo en la localidad de Miramar. En este caso, el nombre elegido fue Zagreb, en homenaje a la ciudad natal de Carolina, la madre de Elizabeth.
Aquí es donde entra en escena Adriana quien, desde chica, ayudaba a sus padres en los restaurantes sirviendo mesas, entre otras tareas. Fue en Mar del Sur donde, entre los clientes que entraban y salían del local, conoció a Daniel, quien se convertiría en su esposo y padre de sus dos hijas.
Adriana y Daniel tenían una idea que venía rondándoles por la cabeza hacía un tiempo: abrir un restaurante croata en la Ciudad de Buenos Aires, más precisamente, en el barrio de San Telmo. Hasta que un día, en 2007, se animaron y crearon Dobar Tek. Su nombre lo dice todo: “buen provecho”.
Catorce años después de su apertura, el restaurante ya es un clásico en el barrio. La carta deleita con un gran número de especialidades croatas, entre las cuales la más pedida es el strudel, dulce y salado. Una linda manera de viajar a Croacia por un ratito, con la panza llena y el corazón contento.
Imágenes: Redes Dobar Tek
Fecha de Publicación: 31/10/2021
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