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Día del Malbec: la otra parte de su historia

Para seguir conociendo la variedad que nos representa en el mundo.

Luego de haber ingresado el malbec a nuestro país comenzó su adaptación al desierto. Los viticultores criollos fueron claves, con su labor, en este proceso de propagación de este varietal. Ellos fueron los que se aseguraron que el malbec estuviera sólidamente arraigado a Mendoza cuando se produjo la llegada del ferrocarril  en 1885 y cuando comenzaron a llegar masivamente los inmigrantes a partir de 1901.

Para el censo vitícola de 1968 la variedad ya ocupaba 47.470 hectáreas que, en el contexto nacional, representaba casi la mitad del encepado. La realidad es que en la historia del malbec la adaptación fue perfecta porque ofrecía buen color y maduración, además de sabor, sin resignar kilos. Los mismos motivos por los que la Bonarda también funcionó en el clima cálido del desierto.

Hacia la década del 80 y debido a su rendimiento, el malbec había caído en una suerte de olvido y quedaban unas 10 mil hectáreas. Fueron los paladares extranjeros quienes descubrieron su sabor singular, olvidado ya de Europa.

Así, desde 1997, pero con fuerza a contar de 2002, el malbec comenzó una arremetida exportadora que hoy lo lleva a unas saludables más de 40 mil hectáreas actuales.

El plus argentino, a diferencia de otras partes del mundo, es que la cepa se encuentra esparcida por todo nuestro territorio, y ello permite comparar las regiones en la medida en que modifican su sabor.

Por eso la historia del malbec recién empieza.

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