¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónLas bodegas y las montañas son los principales atractivos turísticos que tenemos en Mendoza. Cientos de miles de personas, desde todo el mundo, llegan a nuestras tierras para visitar ambos destinos. Y, si bien las bodegas y las montañas están en todas las regiones de nuestra provincia, las mejores y más importantes son solo algunas. No obstante, hasta acá llegamos con el tema de las montañas, ahora nos ocupamos de las bodegas y de sus servicios que, más allá de los vinos, también ofrecen la oportunidad de comer bien.
La gran mayoría de las bodegas mendocinas han anexado, desde hace un tiempo, lujosos restaurantes para sus visitantes. Así, ellos mismos elaboran las comidas perfectas para resaltar mejor que nadie la calidad de sus vinos. Suelen ser servicios y platos gourmet, de esos que te llenan la vista, pero dejan algunos espacios en la panza. Sin embargo, el cliente no busca comer a montones, sino satisfacerse con calidad. Sin importar, tampoco, el precio que tiene que pagar.
Aclarado esto, aquí van los 5 mejores restaurantes de bodegas de Mendoza.
Construido en una combinación de piedra, acero y concreto, el restaurante se inauguró hace cuatro años, junto con la bodega que la familia Zuccardi tiene en Paraje Altamira (Valle de Uco). Desde sus ventanales, se pueden apreciar los viñedos enmarcados por la cordillera, mientras se disfrutan los platos elaborados por el chef Matías Aldasoro.
La estrella del menú de cuatro pasos, que se sirve con vinos propios de la finca, es el T-bone a las brasas con papas al horno. Además, antes o después de la comida, se pueden visitar las instalaciones y acceder al jardín de aromáticas.
Entre las alternativas, también se destacan la Casa del Visitante y Pan de Oliva (ambas en Maipú), donde la propuesta se basa en disfrutar de un buen vino en una mesa completa.
Con un nombre que le rinde homenaje a Don Enrico Petrini, un italiano que tras arribar a tierras mendocinas dio inicio a una tradición vitivinícola familiar, este restaurante ofrece visitas a la bodega y estadías en el spa o el resort de ocho módulos. Ubicada en los alrededores de Villa Tupungato, la finca de la bodega boutique Casa Petrini está rodeada por el Cordón del Plata y surcada por el Río Las Tunas.
Aquí, la chef Carla Ruggieri encabeza un equipo que elabora deliciosos platos, entre los que se destacan las pastas, el salmón ahumado con vegetales grillados y salsa de azafrán, y el carré de cerdo con puré de batatas y miel.
El espacio cuenta con una galería con vistas a una pequeña laguna y un jardín de xerófilas y plantas nativas que suele habilitarse en días de buen tiempo.
“Lo que no le puede faltar a una buena copa de vino es una buena comida”, se dijo a sí mismo el propietario de la bodega La Azul, Ezequiel Hinojosa, cuando decidió inaugurar su restaurante. En la carta, que se realizó con la consigna de la cocina criolla, también abundan los platos al horno de barro y las parrilladas.
Aquí, cinco jóvenes provenientes de Tupungato integran el equipo a cargo de la cocina, garantizando la impronta local en todas sus elaboraciones, para vivir la experiencia de comer bien. El menú de pasos se compone por humita, choripán con reducción de miel y tomillo, y empanadas al horno, mientras que de plato principal se sirven diferentes opciones, entre las que se recomiendan los sorrentinos rellenos con jabalí y el risotto.
A principios del año 2000, el empresario franco-belga John Du Monceau adquirió esta finca que en algún momento formó parte de la gran estancia jesuítica de San José, para plantar más de cien hectáreas de viña y diseñar una bodega, donde actualmente se producen tres líneas de vino propio, denominadas Serbal, Catalpa y Atamisque.
Con un lodge ideado para aquellos que quieran demorar la visita, el restaurante Rincón Atamisque, dirigido por el chef Rodrigo Gonzalo Lucero, ofrece una carta que apela a los ingredientes frescos y a la trucha que se pesca diariamente en el criadero del lugar. Los días de sol, las mesas suelen abrirse en una galería que se abre hacia un hermoso jardín donde se puede comer bien y a gusto.
Si bien Roberto Bonfanti se instaló en Mendoza en 1915, recién en 2004 pudo construir su bodega en Perdriel, donde funciona el restaurante Maris.
Con un diseño vidriado que brinda a los turistas la típica postal mendocina en la que se entremezcla el valle con la montaña, la cocina está a cargo del chef César Freites quien, acompañado por Blanca Espinosa, ofrece una carta llena de platos tradicionales elaborados con productos de la huerta, que maridan con vinos de la bodega.
Fecha de Publicación: 01/08/2020
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