¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónCalmar la ansiedad ajena, de lejos y con una simple seña. Hay quienes nos acusan de abusar de la expresividad gestual, pero lo cierto es que, con ella, economizamos la comunicación y evitamos prolongar momentos de incertidumbre.Situación. Entramos en un bar, nos sentamos a una mesa y buscamos con la mirada al mozo, desesperados por hacer contacto visual y que se acerque a levantar nuestro pedido. Él, desde la otra punta del salón y mientras atiende ocupado otra mesa, nos hace la seña. Y entonces entendemos todo: en un minuto va a estar con nosotros.Situación dos. En la oficina, nuestro jefe nos encarga un trabajo urgente y salimos en busca de nuestro compañero para pasarle las directivas. Él, al teléfono, nos mira, extiende el dedo índice de la mano izquierda y apoya la yema sobre la palma de la mano derecha: en breves instantes va a terminar con la llamada para atender nuestra consulta.Un simple gesto que produce magia: no importa la desesperación, la urgencia o la ansiedad que lleve consigo la otra persona, con un movimiento ninja lo neutralizamos, lo frenamos en seco, y nuestro próximo interlocutor se queda tranquilo. Porque si hay algo que no se discute es que, cuando alguien necesita un minuto, no hay emergencia que no pueda esperar.
Fecha de Publicación: 20/04/2018
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