Los que creían que la comida insignia de los tucumanos eran únicamente las empanadas estaban equivocados. Existe otra comida: el sánguche de milanesa, y esta sí es exclusivamente tucumana. Además, enamora y sigue cautivando a los habitantes de la provincia.
El sánguche de milanesa, la milanga, la mila, y tantos otros nombres que se le puedan poner, es acaso el plato más pedido por los tucumanos. ¿Por qué? Las respuestas son muchas y aún no estoy seguro de si esas son las razones por las que es tan popular. Algunos dicen que su precio bajo actúa en forma democratizadora en tiempos de crisis; otros afirman que es su facilidad de comer (parecido a la de las empanadas) y, por lo tanto, la practicidad es lo que lo hace tan popular. Hay quienes lo atribuyen no al sabor en sí del sánguche, sino al entorno; por lo general se lo va a comer con amigos, familia, compañeros o solo… aunque comiendo un sánguche uno siempre se siente acompañado.
Su preparación no requiere muchos secretos, aunque hacerlo en casa siempre –pero siempre– será en vano, ya que su sabor no será el mismo que el de una sanguchería. La milanesa debe ser fritada en aceite caliente (y seguramente bastante usado); el pan tiene que ser sanguchero y levemente tostado; después se le agrega con un cuchillo, y acariciando la miga, mayonesa y mostaza; tomate y lechuga es lo siguiente; por último, cebollita picada y ají.
Las sangucherías en Tucumán están abiertas siempre que el comensal lo requiera: al mediodía, a la noche y a la madrugada cuando, después del boliche, cientos de tucumanos se abalanzan a pedir uno; y así, solo así, la noche estará completa.
Un amor inexplicable
Tanta es su popularidad y tantas sangucherías hay en Tucumán que un vez el año se organiza la Expo Milanga, donde se concentran y representan las sagucherías de toda la provincia. El evento incluye una competencia para elegir al sanguchero más rápido, un reto para los comensales de cuánto picante pueden comer y un concurso de ancazos (cabezazos, en el lenguaje tucumano).
A veces, muchas veces, preguntarse por qué una comida es tan popular atenta justamente con lo propio e inexplicable por lo que ese plato es famoso en una ciudad y no en otra. El sánguche de milanesa es sabor, es charlas, amores, planes y sueños, es familia. El sánguche nos constituye, como tantas otras cosas, como tucumanos. Aquí hablar de grietas es al vicio, las únicas diferencias que puede haber es cómo pedirlo: con picante, sin o con cebollita o mayonesa. Por eso los tucumanos lo extrañan tanto durante esta cuarentena y, aunque pueden pedirlo a domicilio, nunca va a ser igual.
El mundo llegó a él en un invierno tucumano de 1998, cree que por eso es su estación favorita. Tiene una máxima: toda historia se basa en hecho reales. Supo que quería ser periodista después de escuchar una entrevista a Pepe Mujica y lo reafirmó cuando leyó una crónica de Martín Caparrós. En 2016 empezó a estudiar Comunicación Social y en 2019 se diplomó en Fotografía Documental. Si le preguntan si el periodismo es el mejor oficio de todos, prefiere dudar. Aunque de lo que no duda es de que la fotografía y las letras son una de las opciones más lindas para conocer y entender el mundo. Amante de la naturaleza y de los paisajes que el norte argentino regala, es hincha de San Martín de Tucumán y le gusta ver documentales. Pocos lo conocen como Leopoldo, quienes son cercanos a él suelen decirle “Pety” o “Sope”, apodos en referencia a su baja estatura. Tiene una cuenta en Instagram donde publica sus fotos, y anhela que algún día se hagan libro; mientras tanto, y sobre todo, sueña.