¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónEn cada esquina de cada barrio, siempre tenés un parripollo a mano. Con papas o con ensalada. Mendoza es referente en el tema.
Un verdadero clásico de los domingos que se ha extendido para cualquier día de la semana, almuerzo o cena. El parripollo es una solución magnífica para el problema que presenta escaparle al clásico asado. Es que nuestra comida por excelencia a veces, solo en contadas ocasiones, cansa. O, en realidad, tal vez está muy caro y buscamos algún producto sustituto. Lo cierto es que, de cualquier manera, el pollo a la parrilla asoma como la principal variante.
Obviamente que está la opción de cocinarlo nosotros mismos. Es un hermoso ritual e, incluso, en algún momento ameritará un artículo al respecto. Pero, en este caso, nos ocupa el parripollo comprado. El verdadero y tradicional tiene que cumplir algunos requisitos que detallamos a continuación.
Hay dos opciones. Hay quienes montan una especie de chulengo en la vereda, así como quien coloca la basura en el cesto. Sin más. Controles sanitarios y normas reglamentarias totalmente ignoradas. Pero tiene su encanto. Un hombre de 50 años, promedio, comanda una parrilla de 50, 70 o hasta 100 pollos. Arde el fuego en un rincón y las brasas explotan bajo la parrilla. Este se vende sin papas. Solo el pollo, y vamos andando.
La otra, un poco más seria y “profesional”, es el parripollero que dio el saltito y alquiló un local para darle algo de formalidad al asunto. Entonces ya tiene la churrasquera al fondo y un mesón de entrada. Alguna persona que le toma los pedidos y otras que lo ayudan en las papas fritas y, en algunos casos, en las empanadas. Acá el tema es distinto. Da la sensación de que el riesgo de ingerir algo en mal estado es totalmente ínfimo. Aunque en realidad, y por lo general, esto es más un mito que cosas empíricas.
Actualmente, el precio de un pollo asado en Mendoza oscila entre los 350 y los 500 pesos, dependiendo de si va con papas o no. Aquí recomendamos siempre pedirlo con papas fritas. Aun cuando nuestras papilas gustativas detecten que el aceite en el que han sido freídas data de una semana, mínimo.
Por último, el clásico parripollo mendocino se ofrece con dos condimentos de los que no podemos escapar. O sea, nunca podemos llevar un pollo sin alguna de esas dos opciones. O sale con limón o sale con chimichurri. Aunque, obvio, los más glotones piden: “Dámelo con todo”.
Fecha de Publicación: 20/04/2020
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