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La Nochebuena santafesina y sus particularidades 

Pasar la Nochebuena en Santa Fe tiene, en su preparativo, singularidades en las que intervienen no solo las costumbres, sino también los factores climáticos. 

La ciudad de Santa Fe está situada en un terreno con depresión, que lo ubica por debajo del nivel de localidades cercanas (Paraná, Santo Tomé, etc). También se encuentra rodeada de agua aportada por la Laguna Setúbal y el Riacho Santa Fe (derivado del Paraná) al Este y el río Salado al Oeste. Por todo esto, Santa Fe cuenta con un elevado porcentaje de humedad durante todo el año, que se acentúa particularmente en verano, volviendo abrumador al calor. 

Por lo general, el mes de diciembre es más inestable, en cuanto al clima, que noviembre. A una semana entera de calor agobiante, que hace trepar el termómetro hasta los 40 grados (o más), le sigue una jornada de fuertes tormentas, muchas imprevistas, con copiosas precipitaciones que provocan destrozos de arbolado e inundaciones de calles. No escapan a este fenómeno los patios en la planta baja de las casas, que no pueden descargar el agua recibida en las ya desbordadas alcantarillas. Esto condiciona, sin dudas, una planificación que permita realizar el festejo a toda costa. Entonces, es ya un clásico el tema “pronóstico del tiempo”, que se transforma en vital para determinar dónde se preparará la mesa de Nochebuena, adentro o afuera. No es sencilla la decisión, cuando se pronostican “condiciones meteorológicas  inestables”, más que frecuentes en esta zona. 

Hay casas que cuentan con un amplio patio o un generoso jardín. Estos, seguramente, para el 24 de diciembre ya estará preparados con sus árboles adornados (sea pino, naranjo, ficus, u otra especie), sus guirnaldas de luces colgando de cornisas y ramas y en los jardines. Linternas que, enterradas en el piso, dan un aspecto festivo y romántico al entorno.  Así, con buen tiempo, todos se sienten relajados y felices, disfrutando de la brisa y la frescura que las plantas aportan. 

¿Dónde armamos? 

Cuando reina el mal tiempo y las casas disponen de espacio adentro, comienzan desde la tarde a funcionar los aparatos de aire acondicionado que preparan un ambiente agradable para recibir a los asistentes. No es lo mismo, sin duda. Algo de magia se pierde al no poder disfrutar en Nochebuena de un cielo estrellado y del aire natural. 

La decisión de en qué lugar de la casa será la reunión, determina que los anfitriones pongan manos a la obra en la preparación del ambiente. 

Otro problema parecido por la causa que lo provoca, pero muy distinto en la consecuencia acarreada, se plantea cuando se ha dispuesto realizar la cena en una casa o departamento en los que no se cuenta con un espacio cubierto lo suficientemente amplio. Así, sólo se puede organizar la mesa en un patio o terraza. Entonces, si la respuesta es “adentro”, implica buscar otro lugar. Otro tendrá que ser el anfitrión y deberá estar disponible para proceder a preparar todo en un rato, si el mal tiempo se ha desencadenado en un par de horas, como suele suceder por estos pagos.  

Todos los aspectos que hacen al éxito del festejo en el que se espera el nacimiento de Jesús, pueden prepararse con anticipación, dedicando tiempo a tareas varias. Compra de los infaltables regalitos, adornar la casa, confección de tarjetas, servilleteros y, muy importante, la elección del menú. Lo único que no depende de la voluntad o el deseo de los comensales es el tiempo

Por esto, cuando se acerca Nochebuena y se resuelve quiénes se reunirán y dónde, hay una pregunta que se instala en boca de los santafesinos casi sin excepción. Su respuesta no es un detalle menor, ya que asegura el éxito y pleno disfrute: “¿La mesa adentro o la mesa afuera?” 

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