Como todas las provincias, y como en todos los lugares del mundo, la reivindicación de los derechos de la comunidad LGTTBIQ+ es necesaria. Córdoba no se queda atrás y marchó, como todos los años, para visibilizar y empoderar a la comunidad. Entre cantos, glitter, música y fiesta, el trasfondo no se pierde: es el pedido a que paren de matar.
Es una denuncia que se trasviste de fiesta. Son lágrimas que brillan por el glitter. Es unión que hace a la resistencia. Amor como impulsor de toda la fuerza. Y orgullo como respuesta política. Se trata de parar el mundo para recomenzar, y hacerlo girar de la forma que la comunidad LGTTBIQ+ nos viene a mostrar. La marcha tiene como fin la denuncia a situaciones de ataque que sufren día a día las personas lesbianas, gays, transexuales, travestis, bisexuales, intersexuales, queers, no binarios y más. Y como propuesta: un mundo justo.
La marcha del orgullo, además, lucha por una educación igualitaria, gratuita y laica. Y por la implementación de la ESI, para que desde pequeños los niños respeten la diversidad, y tengan las puertas abiertas a experimentar. El cupo laboral trans y el derecho a las hormonas en la etapa de transición son algunos de los objetivos. También la jubilación y la obra social para las trabajadoras sexuales, entre otros.
Una nueva forma de conquistar derechos
El orgullo nos viene a mostrar que existen otras formas de conquistar derechos. Y, si bien es una lucha que viene desde tiempos inmemoriales, cada día son más las personas que se suman al movimiento. La comunidad se agranda, se expande, y de repente más personas pueden empatizar con las causas por las que se marcha.
La opresión deviene orgullo, la lucha deviene festival de ideas y música, los cuerpos se vuelven libertad. Y, así, se fue dando la marcha del orgullo en Córdoba. Miles de personas con banderas, bombos y parlantes que hacen del orgullo una fiesta y una razón de vida.
Argentina, nacida en Córdoba. Investigadora en el área de lingüística. En formación constante sobre las Letras y sobre la vida, gracias a la Universidad Nacional de Córdoba. Mis experiencias en viajes me llevaron a aprender cada vez más idiomas y querer conocer diversas culturas desde adentro. Pienso en la escritura como una herramienta para transformar el mundo y volverlo un espacio justo y equilibrado.