Cada año, un sector de calles de la capital entrerriana se tiñe de candombe, colores y sonrisas. Pinturas en las caras, niños correteando alrededor y gente bailando por todas partes. Banderas que se despliegan a lo alto, mensajes de lucha y el aroma de la diversidad que se puede sentir en el aire. La cita siempre es el fin de semana previo al 12 de octubre y se convierte en un plan inigualable. El contrafestejo intenta visibilizar algunos aspectos de las culturas afros e indígenas que existían en la zona antes de la colonización europea. Se trata de una manifestación donde se conjugan el arte y la resistencia para convertirse en uno solo.
Sus organizadores lo definen como el intento de propiciar un espacio de reflexión colectiva. Asimismo, mantiene una profunda vocación por revitalizar nuestra identidad sin omisiones ni distorsiones. Esto significa que pelea contra la globalización neoliberal, el egoísmo y la marginación, pero a través del amor y el ritmo. Lo hace con la convicción del respeto a las distintas etnias y en pos de un pluriculturalismo nacional, que brinde igualdad de oportunidades. Por ello, podemos escuchar a los tambores invadir los rincones paranaenses y verlos avanzar en poderosas columnas. Y entre la multitud vemos salir a la certeza de que la construcción se fortalece más y más.
Los ideales bien puestos
El contrafestejo nació a finales de 2002, cuando el país atravesaba un momento muy particular. En un contexto de crisis y ebullición social, comenzó a gestarse la idea de una expresión legítima de un nuevo pensamiento inclusivo. Asimismo, tenía la finalidad de ser una muestra anual de la primera cuerda de tambores de la ciudad, "Nación Tambor". La cual dependía de la escuela de candombe afrouruguayo. De esta forma, se decidió hacer una llamada que recorriera el viejo Barrio del Tambor. Este último era un asentamiento de afrodescendientes de mediados de siglo XIX en cercanías de la Iglesia San Miguel de Paraná.
El evento fue creciendo en convocatoria y se sumaron a la organización otros movimientos artísticos y culturales, sindicatos y personas que lo enriquecieron. En cuanto a la fecha, el antes denominado “Día de la Raza” resultó el pretexto ideal para contrafestejar. Así, se pretendía combatir aquel concepto de que América se había beneficiado tras el descubrimiento de Cristóbal Colón. En este sentido, la celebración pretende recordarnos que Argentina fue fundada sobre el sacrificio y el genocidio de los pueblos originarios. Pero también sobre los africanos traídos como esclavos al continente.
Los escenarios fueron cambiando con el correr del tiempo. Al principio, el contrafestejo se realizaba en el Pasaje Baucis, un lugar especial de la capital con adoquines y empedrado colonial. En 2007 se trasladó por única vez a la esquina de calles San Martín y Buenos Aires. Sucede que el Pasaje presentaba inconvenientes relacionados con la capacidad y comodidad para la cantidad de gente, que fue incrementándose. Por tales motivos, salió y volvió de Baucis varias veces en sus adiciones posteriores. Sin embargo, en 2019 se trasladó al Puerto Nuevo local para honrar la diversidad cultural junto al río Paraná.
Autogestivo y para todos
El contrafestejo se organiza de forma autogestionada y colectiva. Por lo que todas las decisiones se toman en conjunto y con la mayor participación posible. Durante todos sus años de historia en la calle nunca perdió el eje central que moviliza su lucha. Es decir, la reivindicación cultural de los derechos de la afrodescendencia y de los pueblos originarios. A través de la música y el candombe, se transformó en una herramienta que nos conecta con nuestras raíces ancestrales. Un momento único del año, en el que los tambores arrancan a sonar y la alegría y la danza se apoderan de la ciudad.
Argentina, más específicamente de tierras litoraleñas. Nací en Entre Ríos y soy Comunicadora Social. Me especializo en la redacción en todas sus formas e intento crear imágenes mentales a través de las palabras. Melómana y apasionada de la semiótica por las miradas que nos aportan del mundo. La curiosidad siempre me mantiene en movimiento.