Cachi es una pequeña ciudad del Valle Calchaquí, en el noroeste de Argentina, conocida por sus casas de adobe y sus blancos edificios coloniales. Es un destino turístico reconocido, ya que su belleza natural y artesanal invita a miles de turistas a pasear por sus calles cada año. En el centro está la Iglesia San José, una iglesia colonial española. En las cercanías, se encuentra el Museo Arqueológico de Cachi Pío Pablo Días, que exhibe artefactos que se encontraron en excavaciones locales, algunas de 10 000 años de antigüedad.
Bienvenida roja
A 2.280 m.s.n.m. Cachi se presenta ante el viajero con una leyenda en una humilde pared de adobe:
“Querido Sr. turista este pequeño rincón del Valle Calchaquí le da la bienvenida, deseándole una feliz estadía. Si el destino guio sus pasos hacia este pueblo, aprovechamos para invitarlo cordialmente a descubrir la poesía escondida en sus viejas casonas y calles, donde el tiempo está dormido. Por favor procure no despertarlo…”
En el noroeste, se encuentran las montañas de Nevado de Cachi, cuyas cimas están cubiertas de nieve y pueden verse desde la ciudad. Con toda esta belleza natural, Cachi aloja una de las actividades agrícolas clave para el NOA. Además, allí se esconden saberes ancestrales y prácticas históricas que se realizan hasta el día de hoy.
Dormir al sol
A partir de mayo el paisaje de los Valles Calchaquíes cambia de color. Los pobladores tiñen los campos de color rubí siguiendo una antigua tradición de secar la producción de pimientos al sol. Desde la ruta y para quienes no conocen la práctica, este es un fenómeno extraño. Ya que se divisan hileras infinitas de un rojo fuertísimo y llamativo. Pero, por suerte, no son extraterrestres ni ningún fenómeno paranormal. De hecho, se trata de uno de los procedimientos más comunes para la sociedad salteña. Entre medio de tanto color radiante, se encuentran los agricultores esparciendo el resultado de su trabajo en la tierra con sus rastrillos. Este procedimiento de secado se realiza con el fin de que pierdan más del 80 % del agua y así poder elaborar el mejor pimentón dulce de la Argentina.
Seguir con la producción
Unos 130 pequeños productores trabajan cada día para lograr secar el pimiento, que puede tardar una quincena y vuelta a empezar. Llegan a producir entre 1200 y 1400 kilos por hectárea, aunque 900 es un buen promedio. Una vez listos y secos los cargan en bolsas que pasa a buscar un camión para trasladarlos hasta Salta, donde los molinos los convierten en pimentón.
Desde el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), las cuentas arriman más cifras, como la producción de 800 000 kilos de pimiento para pimentón en la Argentina. O los cinco millones que consumen los argentinos, dado que el 20 por ciento del pimiento se destina a la industria alimentaria y el resto es procesado de manera artesanal. Un 70 por ciento de lo producido, seco, se vende a acopiadores.
Mil familias
En toda Salta son unas mil familias las que se dedican a esta actividad que se distribuye en un mapa que abarca Cafayate, Cachi, Molinos y San Carlos Angastaco. Entre febrero y abril, el 90 por ciento del fruto es secado al sol en las típicas terrazas naturales que forman las laderas de piedra.
Algunas agencias salteñas proponen los “Pimiento tour" o el “Red tour" en los que desde marzo los visitantes conocen sobre la magia de la cosecha y los sabores que se originan en las alturas. Llevarse una bolsita de este pimentón a casa es atesorar un poquito de los valles en la cocina. Además, es la clave de las empanadas salteñas.
Y vos... ¿viste alguna vez los Valles Calchaquíes pintados de rojo?
Argentina, nacida en Córdoba. Investigadora en el área de lingüística. En formación constante sobre las Letras y sobre la vida, gracias a la Universidad Nacional de Córdoba. Mis experiencias en viajes me llevaron a aprender cada vez más idiomas y querer conocer diversas culturas desde adentro. Pienso en la escritura como una herramienta para transformar el mundo y volverlo un espacio justo y equilibrado.