Ser Argentino. Todo sobre Argentina

Política al 100%

Vale la pena reflexionar acerca de lo que significa…

En nuestro medio solemos cuidar mucho el material que publicamos, no es casual que entre nuestros contenidos no haya mucha temática de política actual. Básicamente, porque no somos un medio tradicional y si bien cubrimos algunas noticias de actualidad, tampoco nos definimos como un periódico. No nos interesa tener la primicia o la última noticia, optamos por seleccionarlos contenidos que logren nutrirnos, buscamos la mejor información, aquella que nos define como sociedad a fin de enriquecernos.

Aún así, ofrecemos gran participación al usuario y al lector, para que exprese libremente su opinión en diversas temáticas, logrando ante todo pluralidad, conocimiento, respeto, unión y libertad de opinión.

Vale la pena reflexionar acerca de lo que significa la política y su connotación en nuestra sociedad, ya que esta, debería tratar las actividades que afectan a nuestro país a partir del estado, que, dicho sea de paso, es la organización social y territorial de la comunidad.

“La política es la herramienta que posee la comunidad, para tratar los asuntos que afectan a la sociedad en su conjunto y NO a una doctrina partidaria que posee sus intereses particulares”

Los gobiernos, son justamente los fieles representantes soberanos y electos de la organización estatal, quienes deben ejercer la autoridad con pluralidad y alternancia.

La democracia, aún con sus inconsistencias, es el sistema que ha logrado adaptarse y consolidarse a la actual forma de gobierno en la gran mayoría de los países del mundo.      

Al hablar del contexto nacional, es inevitable abordar el auto flagelo de la grieta, pero este tema ya lo hemos desarrollado en otras notas: “la emoción de Ser Argentino” o “la grieta no existe” así que referiremos a lo que implica hablar socialmente de POLÍTICA. Siempre ha sido todo un tema que nos cuesta expresar con naturalidad, asumiendo una notoria incomodidad, debido a la pasión con que nos manifestamos, probablemente una alta dosis de intolerancia y obviamente una historia opacada por abusos del poder de turno y la inconsistencia delineamientos sociales comunes que nos ha llevado a un lugar poco deseado y que increíblemente nos mantienen divididos, cuando a esta altura, ya debería formar parte de un acuerdo maduro y superador.

Algo que debería ser mucho más simple, pues, todos deseamos vivir mejor, pero no logramos consensuar lo que requiere una nación para crecer y salir adelante. Para esto, hay principios básicos que deberíamos acordar para no discutir, NUNCA MÁS.

Es cierto que ya no discutimos la democracia, pero si deberíamos analizar los métodos eleccionarios y el respeto por las instituciones. Ya no discutimos la libertad, pero si deberíamos revisar las persecuciones y los métodos de extorsión. Tampoco discutimos la libre expresión, pero si deberían existir controles antimonopólicos para evitar la concentración de la información. La libre circulación es un tema que nadie cuestiona, pero los piquetes y cortes de calle son cotidianos en los centros urbanos y van contra un principio fundamental de nuestra ley. Coincidimos en la necesidad de sostener una justicia independiente, pero deberíamos evitar cualquier intento de control o manejo judicial. La seguridad es parte elemental de cualquier gobierno y deberíamos respaldar su accionar, respetando a las fuerzas que la componen y su sano ejercicio. Me pregunto, ¿a quién le gusta que le roben? Supongo que, a nadie, sin embargo, justificamos el accionar de la corrupción, las mafias e incluso de los delitos menores de gente que delinque y que ingresa a la comisaria, saliendo a las dos horas como si nada.  

Por último y fundamental, asumir como política de estado un sistema educativo y de salud común e inclusivo, que posibilite aspectos elementales a favor de la instrucción, el conocimiento, el cuidado de la vida y su ciudadanía.

Ya en el terreno de la economía, la cual merece un capítulo aparte, deberíamos transparentar algunos temas mal concebidos y comprender que los impuestos no son malos, siempre que su alícuota no sea distorsiva y su administración forme parte de una estructura eficiente e idónea, acorde a la posibilidad de cubrir los costos que requiere una contrapartida de servicios productivos, asumidos colectivamente por consenso de mayorías.

Por otra parte, reconocer que el gasto público en todos sus aspectos, no puede mantenerse de esta manera.  No hay posibilidad de desarrollo con un estado tan grande, que gasta más de lo que genera y que históricamente nos ha conducido a diversas crisis y un endeudamiento permanente.

No solo que resulta poco serio, sino que el prestamista o inversor, llámese como se llame, teme que no se cumpla con el compromiso adquirido, además de no lograr la confianza necesaria, situación fundamental para el desarrollo de cualquier economía.

La Argentina es inviable sin una moneda fuerte y estable. Esto destruye el ahorro y la posibilidad de invertir o creer en nuestra economía. Si queremos un país distinto, debemos dejar de pensar en el negocio financiero como primer método de inversión, el dólar como ahorro o el desvió de fondos al exterior para evitar sucumbir ante cada crisis.

¡El trabajo y la inversión genuina son el camino de crecimiento, no hay otra manera!

Los argentinos, solemos creer que “alguien” “un salvador” podrá sacarnos de este lugar en el que hemos caído, esta es solo una fantasía y la manera de evadir la responsabilidad. Así nadie invertirá en Argentina.

Los grandes países, lograron sobreponerse a partir del consenso, de entender sus debilidades y desarrollar sus fortalezas.

Todo esto implica un cambio en pos del fortalecimiento institucional y no deberíamos volver atrás, la gobernabilidad a esta altura ya no debe cuestionarse y debemos apoyar gobierne quien gobierne o al menos no intentar derrocar a nadie (lo digo por el actual, el que se fue o el que vendrá). La transparencia es esencial en cualquier ámbito gubernamental, obviamente debemos transitar una depuración de los políticos y los gremios de la vieja usanza pero ya no desde el “que se vayan todos” , para dar lugar a la renovación de los más jóvenes con nuevas propuestas, mejores ideas, leyes actuales y programas acordes a la adecuación de un país moderno que desea instalarse entre las grandes naciones del mundo, una mentalidad empresarial preparada para acompañar este cambio y una ciudadanía madura que exija y controle, no solo desde el sufragio, sino también desde el respeto, el reclamo civilizado y la responsabilidad ciudadana.   

Definitivamente somos muy afortunados, ya que contamos con recursos naturales excepcionales. Los minerales, el agua, la tierra, el clima, ofreciendo cuantiosas oportunidades de una economía pujante, para el desarrollo agroindustrial, en el campo, los cereales, las frutas, los alimentos, también desde la minería, la producción de gas, petróleo, el litio y los metales. El gran desarrollo de la ciencia, la tecnología como también las industrias emergentes, los fenómenos digitales, el arte, el deporte, la cultura y obviamente el turismo, siendo un destino muy atractivo e interesante para millones de extranjeros, en un desafía muy prometedor.     

Por último y quizás el dato más importante, es la grandeza que requiere de nuestros ciudadanos en nuestro rol de electores, en el que debemos evitar votar en función del bolsillo, de nuestro pasar o nuestra actualidad particular, esa es una mirada muy mezquina y egoísta.

La mirada debe ser generosa, amplia, desde luego retrospectiva a la hora de analizar nuestros errores, pero positiva y optimista en función del poder con que contamos, valorando nuestro sufragio, en el que fundamentalmente deben pesar los valores humanos, la idoneidad, la capacidad y el orgulloso sentido representativo.

Esta nota no posee un tinte partidista, al contrario, contiene un mensaje estadista y en el que solo nuestra participación individual con visión colectiva, podrá lograr forjar una gran nación. 

Rating: 0/5.