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Macri – Pichetto ¿un nuevo peronismo de derecha?

Interrogantes que deja el giro hacia la política tradicional del presidente.

Un día antes del cierre de las alianzas el Presidente Mauricio Macri dio a conocer a su compañero de fórmula, quien será nada menos que Miguel Ángel Pichetto, un peronista de reconocida trayectoria política. Para el “núcleo de paladar negro” de cambiemos esto representa un giro trascendental. Tener nuevamente al peronismo en el poder ejerciendo la vicepresidencia implica la muerte del ideal de la “nueva política” como el marco en el que se puede gobernar desde la “no política”. Si hay reelección será un gobierno que buscará cerrar acuerdos políticos para aplicar sus medidas. Adiós al “realismo mágico”, y bienvenido a la aplicación pragmática del poder como concepto para gobernar el país.

Y es justamente esto lo que fue leído de forma positiva. “Cambiemos” no solo busca la reelección del presidente, sino que busca consolidarse como un espacio que tenga proyección política más allá de la próxima presidencia.

Los mercados fueron los primeros en emitir señales de satisfacción. Ven en Pichetto alguien alineado con un discurso de derecha que además suma capacidad negociadora en el congreso, algo necesario para implementar reformas estructurales que consideran imprescindibles. Entienden que la elección de Pichetto se sustenta sobre la idea de la gobernabilidad para un segundo mandato y se ilusionan con tener lo mejor de dos mundos, un gobierno que tenga poder real (peronismo) de tomar medidas que fueron postergadas (reforma liberal macrista).

Sin embargo en lo electoral la jugada no está tan clara. Si bien indirectamente puede ayudar a estabilizar la volatilidad económica y consolidar las expectativas liberales de un segundo mandato, en la práctica Pichetto no tracciona ningún espacio peronista representativo en las urnas.Por el contrario, podría alejar a los votantes más conservadores. Por otro lado, la nominación de Pichetto no puede entenderse sin el anuncio previo de la fórmula de Alberto y Cristina que reconfiguró los espacios políticos sumando el apoyo de los gobernadores peronistas. Allí deberá hacer su aporte el hoy candidato a vice, intentando atraer a los peronistas que no se sientan identificados con la fórmula de Alberto y Cristina.

Lo espera la ardua tarea de explicar que un gobierno al que siempre criticó ahora representa la verdadera alternativa para el país, algo superador que una alternativa partidaria. En ese sentido pude apoyarse en hechos de la gestión actual y mostrar que las provincias recibieron más fondos federales y que la mayoría tiene cuentas superavitarias, además de garantizarles a los gobernadores un interlocutor en un segundo mandato. Lo difícil va a ser convencer a los gobernadores de apoyar un gobierno que está obligado por sus necesidades financieras a avanzar en una agenda liberal sustentada en una reforma laboral, impositiva y previsional. 

En relación a la necesidad de recuperar la iniciativa en la agenda política, la fórmula oficialista es una jugada bien pensada teniendo en cuenta sobre todo la situación actual pero puede ser contraproducente si sienta las bases para que se especule electoralmente. Los gobernadores bien podrían cerrar su incorporación al espacio de Alberto Fernández con quien podrían garantizarse participación directa y afinidad programática de su futuro gobierno. Alberto no carga con compromisos de continuidad y por lo tanto no está condicionado a negociar en caso de ganar las elecciones. El peronismo ahora sabe que puede jugar a ganador porque en caso que gane Macri podrán sentarse a negociar desde el congreso.

La situación economía y política actual de la Argentina debería llamar a la cautela, pero eso no gana elecciones y lo que importa hoy para el gobierno es generar expectativas positivas sobre el futuro. Lo que hoy genera ilusión en realidad es una muestra de debilidad que mañana puede generar desencanto porque la verdadera utilidad de Pichetto como vicepresidente dependerá que el peronismo no le haga un vacío de poder y lo deje sin el atributo por el cual lo convocaron. Pero ya habrá tiempo para lidiar con la realidad a partir de diciembre si Pichetto no consigue generar la influencia esperada y termina transformarse en “Michetto”.

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