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Excelentes consejos para hacer una compra inteligente

De ahorrar en plazo fijo se pasó a ahorrar en jabón en polvo, papel higiénico y latas de atún.

Por la caída del consumo y de la actividad económica, las empresas no podrán aumentar tanto los precios porque las ventas se les caerán como fichas de dominó. Pero el problema para la población puede dejar de ser la inflación para pasar a ser las suspensiones y el desempleo.

El negocio, entonces, reside en ir al supermercado los fines de semana porque tienen fuertes promociones (al estilo de llevar dos productos y pagar uno), y así stockear productos de limpieza y no perecederos.

De ahorrar en plazo fijo ahora se pasó a ahorrar en jabón en polvo, papel higiénico y latas de atún, que son productos con años hasta su vencimiento y que se utilizan inevitablemente.

También se puede stockear yerba antes del aumento de precios. En las alacenas de los hogares se ven paquetes de azúcar, de harina y de fideos: la gente los compra en cantidad cuando hay descuento.

Cuando hay oferta de dos por uno en galletitas, cada vez más gente ve la fecha de vencimiento en los paquetes y calcula cuánto consumirá hasta entonces, y compra en cantidad.

La ventaja es que se puede ir al supermercado cerca del hogar, sin necesidad de gastar nafta para ir hasta el Mercado Central o hasta algún mayorista. Incluso, la gente pasó a ser cada día más "infiel" en sus compras, y no va solo a un supermercado sino que lo ‘engaña’ con otras cadenas.

Los changos, que antes se veían llenos, ahora se observan con pocos productos: solo los que están en descuento, porque el consumidor prefiere hacer una compra más racional e inteligente. Por eso, acude más seguido a distintos supermercados y no hace más la compra mensual gigante. Hasta va comido, para evitar tentarse con las golosinas, colocadas estratégicamente al lado de las cajas, al hacer la fila para pagar.

Una recomendación es no tentarse con los productos que están en las punteras de góndola ni a la altura de los ojos, donde suelen estar las primeras marcas que les pagan al supermercado por ese lugar estratégico. En la parte de abajo de las góndolas suelen estar las segundas marcas, mucho más baratas, y en varios casos hasta producidas por primeras marcas, pero sin presupuesto de marketing para tener presencia en una puntera de góndola.

Con la inflación en crecimiento, otra de las cosas que suele pasar en los súper es que el precio de la góndola no coincide con el de la caja, que puede ser superior. Esto le sucedió y le sucede a este cronista cada vez que va a hacer las compras en cualquiera de las grandes cadenas. La explicación que dan es que pueden aumentar hasta mil precios en un solo día. Al hacerlo por sistema, en las cajas se actualiza en el acto, pero los repositores no dan abasto con el reetiqueteo. Entonces, se aconseja prestar mucha atención al precio de la góndola (y anotar todo lo que uno va comprando) y, al pagar, compararlo con el ticket. Si hay diferencia, que es lo habitual, se debe ir a atención al cliente para que te devuelvan la diferencia.

La persona que atiende está acostumbrada a este tipo de reclamos (de los consumidores que se dan cuenta, porque a la mayoría se le pasa), y en varias cadenas me contaron que pueden tener hasta treinta de estos reclamos por día. Cada queja demora al menos 10 minutos porque deben verificar el precio de góndola, calcular la diferencia, y hacer la devolución, por lo que la persona de atención al cliente hoy dedica la mayor parte de su tiempo a estos menesteres.

Los abogados especialistas en derechos del consumidor se harían un picnic con demandas millonarias a supermercados por decir un precio en góndola y cobrar uno más caro en caja. Las diferencias, en porcentaje, son enormes: a este cronista le pasó comprar un paquete de sal a $8 que se lo cobraron $12 y un paquete de comino a $7,50 que se lo cobraron $16. O sea, más del doble. El colmo fue en una bandeja de milanesas de nalga, que tenía la etiqueta con el precio en el paquete, y en la caja la cobraron más cara: de $80 a $90 porque ya tenía el código de barras con el precio nuevo.

Así de rápido están subiendo los precios hoy en la Argentina, muchos son aumentos "por las dudas" de que el dólar se dispare. Sin embargo, la divisa se tranquiliza y los precios no bajan. Por eso, el stockeo le gana al plazo fijo, y en la Argentina de hoy el nuevo negocio reside en invertir en latas de atún.

Lo que no conviene es pagar con crédito y hacer revolving (pagar el mínimo), porque ahí el costo financiero total está en franco aumento de la mano de la suba de tasas.

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