¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Jueves 01 De Junio
Coronavirus y economía. Y la sociedad y el Estado. Les dejo algunas reflexiones.
A lo largo de su historia la humanidad fue testigo de la caída y el surgimiento de distintas formas de organización social, política y económica. Pasamos de simples nómades en búsqueda de comida y refugio a ser agricultores establecidos en pequeñas poblaciones. Aceptamos la idea de organizarnos en torno a una creencia religiosa que determinaba quien tenía el poder de regir sobre nosotros a cuestionarnos toda nuestra existencia cuando el iluminismo se valió de la razón como guía. Fuimos testigos del surgimiento de grandes imperios o sociedades democráticas antiguas y también de su caída. Vimos como las sociedades feudales fueron dando paso a los Estados Nación bajo el revolucionario lema de igualdad, libertad y fraternidad. Evolucionamos en nuestra concepción de la economía desde el trueque o la producción artesanal a destajo hasta las cadenas de producción industrial, las transacciones financieras globales y las criptomonedas.
Durante todo ese proceso, las enfermedades y las pandemias, la muerte como algo muy cierto, estuvieron presentes entre nosotros, pero no nos detuvieron. Solo en los últimos siglos pudimos controlar esas enfermedades gracias a la evolución en investigación y el desarrollo de medicinas para cura y prevención.
Ese proceso se dio en paralelo al auge del Estado como actor central en la organización de nuestra sociedad moderna y de nuestra economía. El descenso de las tasas de mortalidad provocó una aceleración en el crecimiento de la población mundial dando sustento al desarrollo económico mientras el mundo se reorganizaba en torno a los estados modernos.
Y mientras el Estado evolucionaba hacia etapas intervencionistas y de bienestar con sus sistemas de salud, educación y seguridad social, el sistema económico y productivo se sustentaba en la idea de que la fábrica no puede parar. Toda nuestra vida se reorganizó en torno a la denominada “Tiranía del Reloj” que pautaba nuestro tiempo en trabajo, ocio y descanso. Y aunque diariamente nos quejamos, esa rutina nos estructura como individuos y como sociedad.
La modernidad nos hizo dependientes de un sistema que no está preparado para detenerse y dejar de producir, y su vez, cuidar a todos los ciudadanos física y psíquicamente.
El efecto amplificado del coronavirus se explica porque no solo ataca los pulmones y la estabilidad emocional de las personas sino que además paraliza el corazón de nuestra economía, sociedad, y el sistema industrial.
Teniendo en cuenta esto, podemos entender porque muchos presidentes plantean esta situación como una situación de guerra. Afecta la economía, la producción y supera las capacidades del estado para dar respuesta a todos.
Vimos como una rápida adopción de medidas de contención sanitaria, cierre de fronteras y de su economía evitaron el colapso de su sistema de salud como ha sucedido en España o Italia. Sin embargo este tipo de medidas solo pueden funcionar si se especula que la crisis sanitaria será de corto plazo y que rápidamente dispondremos de una cura para que nuestras vidas recuperen la normalidad.
Por el contrario, un enfoque centrado más en la comprensión de los puntos anteriores podría derivar en una verdadera organización de nuestros recursos (de por sí escasos) para enfrentar de forma estratégica esta batalla y consensuar un umbral de perdidas (económicas, pero también humanas aunque suene duro) que sea tolerable como sociedad. Librar una guerra entre coronavirus y economía implica un esfuerzo como sociedad que no puede sustentarse simplemente en la suma de las decisiones de sus miembros. Se necesita un comando que defina, transmita y sea capaz de implementar las decisiones.
Siguiendo la metáfora bélica, el Gobierno argentino podría enfocarse en la logística. Algo fundamental en cualquier guerra para mantener abierto los sectores de la economía que son esenciales para garantizar el sustento y necesidades básicas de la población. También evitar el gasto público improductivo y derivar financiamiento o asistencia hacia los sectores de la producción de artículos básicos y a los ciudadanos sin recursos para subsistir, evitando un reparto generalizado que a posteriori profundice la crisis económica. Y si bien una logística planificada y eficiente requiere de mayor dedicación y trabajo, puede reemplazar medidas generalizadas por decisiones específicas y así minimizar pérdidas económicas.
Hemos visto ciudades donde sus intendentes, en uso de facultades que no tienen, cierran los accesos para proteger a los vecinos. Ahí debería hacerse fuerte el Gobierno nacional, apoyando y dando sustento a un cierre controlado que permita que esas ciudades puedan producir para el resto del país. No se trata de cuidar a los vecinos, sino a todos los argentinos. Y que no se pierda la batalla entre coronavirus y economía.
Dejar opciones abiertas sujetas a criterios personales no debería ser considerado dentro de un plan de acción. Sobre todo en sociedades como la nuestra, donde la educación hace años que viene cayendo. Y donde además nunca nos hemos caracterizado por ser individuos educados en el concepto cívico de acción y responsabilidad colectiva. Basta solo con ver como la gente se amontona en un banco, cajero automático, la fila para entrar a un supermercado o simplemente no respeta la cuarentena para darnos cuenta que ciertas medidas no se pueden sustentar sin la planificación y el control efectivo del estado como reemplazo de la educación y la conciencia social.
No se trata de propiciar un Estado autoritario, por el contrario, se trata de identificar las falencias que nos impiden funcionar como una sociedad que se nuclea desde la libertad y la responsabilidad individual. Implica reconocer y aceptar que los momentos de crisis son de acción y no de deliberación. O el coronavirus y economía es una batalla perdida.
Los enfoques liberales sustentados en priorizar la economía y la responsabilidad individual han provocado el colapso sanitario en países como Ecuador, España o Italia. Y mientras que países como Suecia han podido contener la situación, aún está pendiente ver la evolución de países como Estados Unidos, cuyos contagios y muertos van en ascenso, y Brasil, donde la crisis sanitaria ha derivado en una crisis de gobernabilidad poniendo en riesgo la presidencia de Bolsonaro.
En principio porque el sistema económico y productivo mundial está afectado, y porque Argentina viene de muchos años de deterioro económico que fueron mermando la capacidad de subsistencia de personas y empresas. Pero desde una perspectiva histórica, el verdadero desafío para el país será entender y anticipar los cambios que pueden provocarse en el orden mundial post pandémico.
Para la Argentina podría significar la oportunidad de dar un salto adelante y avanzar con reformas que la integren y adapten al nuevo mundo por venir, algo que tenemos pendiente hacer desde la segunda guerra mundial.
Fecha de Publicación: 09/04/2020
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