Cuantas raíces combinadas en ese chamamé enloquecedor. Tarragó Ros nació el 19 de junio de 1923 en la ciudad de Curuzu Cuatiá, provincia de Corrientes. Fue hijo de un inmigrante español y una criolla correntina que eran propietarios de una barraca de cueros. Acordeonista, autor y flor de compositor, se inició en la música con la ejecución de la armónica. Llegada la adolescencia empezó a realizar sus primeras presentaciones al lado de su hermano Antonio. Luego, decidió ponerse a estudiar piano mientras que colaboraba con la Orquesta Típica Hernández, donde tocaba la batería. Lo que habrá sido su talento, que hasta el día de hoy es considerado como el más grande de la historia del género.
Nómade musical
Durante la década del 40 viajó por primera vez a Buenos Aires con aspiraciones de consolidar sus destrezas artísticas. Lo hizo con la invitación de Carlos Castellán y Pedro Sánchez para integrar el Trío Taragüi. Más tarde, regresó a su pueblo natal para formar el conjunto Melodías Guaraníes junto al bandoneonista Adolfo Bargas. Se trató de un proyecto personal muy especial porque participaron amigos de la adolescencia como Edgar Estigarribia, Gorgonio Benítez, Chiquito Insaurralde y Tula Hernández. Con dicha formación llegó a ejecutar indistintamente el acordeón a piano y el de dos hileras. Paralelamente, el litoraleño editó en su localidad la revista Brisas Correntinas, que incluía contenidos culturales y agenda de actuaciones.
Mientras vivió en Buenos Aires, Tarragó Ros colaboró con la banda de Mauricio Valenzuela. Sin embargo, luego se incorporó al grupo Los Hijos de Corrientes de Emilio Chamorro, con el que registró grabaciones para el sello RCA Víctor. Pero en 1949 creó su propia formación con la que llevó a cabo recitales en Buenos Aires y Rosario. Tres años más tarde fue contratado en forma exclusiva por el sello Odeón, para el que ya había realizado sus primeros registros en 1954. En esta etapa fue acompañado por los guitarristas Antonio Niz y Felipe Lugo Fernández.
En la segunda mitad de la década del 50 se asentó en suelo rosarino. Allí, le dio vida a su propio salón de baile, llamado El Humberto 1°. Mientras tanto, la banda de Tarragó Ros se convirtió en un éxito de ventas y de público a lo largo de sus 25 años transitados. Durante ese período, renombrados artistas colaboraron en las actuaciones y grabaciones, como Isaco Abitbol, Damasio Esquivel, Angel Guardia y Juancito Tesare. Además, el acordeonista entrerriano Andrés Cañete participó en los últimos tiempos como co-director del grupo.
Un repertorio sentimental
El músico falleció en la ciudad de Rosario el 15 de abril de 1978 transformándose en una leyenda nacional. A lo largo de su trayectoria, realizó 44 registros en formato de 78 r.p.m. y 23 discos “long play” sin contar recopilaciones ni simples. A su vez, pasó a ser el artista chamamecero más galardonado de la historia del género por los múltiples premios que obtuvo. Algunos de ellos fueron tres discos de Oro del selló Odeón, el Monumento de Cristal en 1974 y la Lira de Plata en 1977, entre otros. Tarragó Ros aportó al repertorio litoraleño melodías inolvidables que impactaron en el corazón de los amantes del chamamé. Con alrededor de 300 obras registradas, el Rey se fue dejando un legado.
Argentina, más específicamente de tierras litoraleñas. Nací en Entre Ríos y soy Comunicadora Social. Me especializo en la redacción en todas sus formas e intento crear imágenes mentales a través de las palabras. Melómana y apasionada de la semiótica por las miradas que nos aportan del mundo. La curiosidad siempre me mantiene en movimiento.