¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónLos artistas y el público lo intuían, sostenidos en muy temibles estadísticas diarias y esa inequívoca sensación que denotaba impiadosa, que la actividad sería detenida durante las últimas horas por un tiempo indefinido. Los músicos que tenían pautados espectáculos en Capital Federal que no fueron cancelados por diversos motivos operativos, tuvieron en los últimos días por un lado la curiosa sensación de subir al escenario para recuperar aquella mancomunión que produce interpretar algo ante la gente, pero también la tristeza interna al entender que esa presentación sería indefectiblemente la última por un lapso indefinido de tiempo en medio de la incertidumbre sanitara. Tres artistas de distinto perfil musical en las pocas horas que le quedaban al lapso habilitado para efectuar eventos, saborearon con particular placer el néctar de mostrar su arte, mientras las respectivas audiencias vivieron en distintos plafones de la Capital Federal el inevitable sabor agridulce de disfrutar estas apariciones de las figuras consagradas, pero entendiendo insoslayablemente que volver a vivir una nueva experiencia así demandará armarse realmente de mucha paciencia hasta que las cosas recuperen la mínima normalidad reestablecida en los últimos meses.
Sin haber podido concretar la ansiada oficialización de su último álbum “Original Roots”, una presentación prevista para junio de 2020 en el Teatro Opera, fecha que la pandemia y sus consecuencias sanitarias mediante restricciones redujeron a cenizas, Fernando Hortal, un popular artista mucho más conocido como El Bahiano, salió a buscar alguna clase de revancha en el Anfiteatro del Parque Centenario, cuando faltaban pocas horas para que la actividad nocturna fuera cancelada hasta nuevo aviso. Sin una banda propia en medio del desmadre operativo del año pasado, pero excelentemente acompañado en el escenario por “Los guardianes de Gregory”, una ascendente formación, el histórico vocalista del super grupo Los Pericos dejó en claro que sin dudas es el front-man más cautivante, seductor y carismático de la escena local encarando icónicas canciones que están grabadas a fuego en el inconsciente colectivo nacional. Definido por un conocido periodista musical como el “Frank Sinatra del reggae”, a esta altura el cantante es una marca registrada cuando su deslumbrante garganta encara temas que uno se aprendió de memoria merced al hipnótico proceso de seducción que ejerce este brillante intérprete en cada aparición profesional.
En ochenta minutos, el tiempo que estaba autorizado hasta el jueves a la noche para estas nuevas presentaciones en vivo regidas por el aforo, el majestuoso vocalista que le puso su inconfundible impronta a un repertorio de reggae que en su garganta se convierte en algo muy parecido a una inmisericorde demolición reggae sin respiro alguno. Tras una intensa y adrenalínica introducción de “drum and bass” que Los guardianes de Gregory hicieron para mostrar sus armas interpretativas, lo que siguió fue un espectáculo de esos que todos quisieran que dure por lo menos tres horas, plagado de inmaculados hits, canciones de su nueva placa en solitario y un despliegue sobre el proscenio donde el cantante deja en claro que asistir a sus presentaciones es como degustar al Federer canoro más impiadoso donde los temas parecen confeccionados a su voz como un milimétrico traje jamaiquino. Con un público que se mantuvo respetuoso en su lugar, pero que disfrutó el recital de pie bailando y poniendo algunos coros atenuados por los barbijos, llegaron himnos como “Welcome to the Jamaica Reggae”, “Runaway”, “Pupilas Lejanas”, “Mucha Experiencia”, “Párate y Mira”, “Sin Cadenas “y varias detonaciones solistas como “Óyelo” o “Tarde Gris”. Dejando
en claro que el cetro de mejor cantante de la especialidad es un título mundial que nadie le quitará hasta nuevo aviso, El Bahiano logró que un evento con aforo pareciese un recital normal sin tensiones, temores o la inquietud que muchos respiran por estas horas, un show que mostró el blindado prestigio de un valioso y magistral artista.
Ubicados a varios kilómetros del Parque Centenario, más precisamente en el cautivante y sensual Auditórium Belgrano, un sitio donde varias leyendas de la música exhibieron una variada gama de inolvidables performances, Moris y su hijo Antonio Birabent llevaron a cabo la segunda presentación oficial del disco “La última montaña”, nueva producción de estudio que la leyenda rockera del movimiento argentino de los 70 con su primogénito generaron en medio de la más estricta cuarentena. El álbum, que por ahora está disponible en las plataformas digitales, pero que sus destacados protagonistas adelantaron durante un contacto exclusivo con Ser Argentino que probablemente en invierno ya tenga su edición en vinilo y CD gracias al respaldo del INAMU, muestra la fantástica química que exhiben ambos artistas componiendo, cantando y compartiendo un escenario. Este segundo álbum que tiene en su tapa un magnífico cuadro desarrollado por Inés González Fraga, artífice de este proyecto que ya lleva dos capítulos artísticos, tuvo un concierto presentación durante febrero en el Parque Centenario, pero los nervios del debut y la invisible tensión de cantar por primera vez estas canciones en medio del convulsionado ambiente industrial, dejaron satisfacción por el material pero sabiendo que en la siguiente aparición en vivo las cosas se elevarían a un nivel muy impactante y cautivador.
Este show con localidades agotadas mientras los minutos camino a la medianoche iban a velocidad acelerada sabiendo que la medianoche era el final de la película feliz, dejaron una impresión majestuosa y conmovedora en proporciones equivalentes. Por un lado, las sensacionales performances de Moris y Antonio exponiendo una fantástica maduración a la hora de sumar sus talentos para un proyecto común, pero al mismo tiempo disfrutar la inconmensurable experiencia del pionero del rock and roll argentino, quien a sus 80 años tributa una superlativa masterclass cantando, bailando y poniendo esas perlas de humor a cada rato que jerarquizan un evento de estas características. “Por qué el sol” y “Nieva en Buenos Aires” abrieron la fiesta en el barrio de Belgrano, concierto donde sobresalieron la experiencia y coordinación de Luis Volcoff en los teclados, muy respaldado por el sutil equilibrio de Víctor Volpi con su guitarra. En 18 canciones escogidas con categoría y una exquisita sapiencia para crear diversos climas durante la performance, aparecieron con un impacto cada vez más pronunciado elocuentes temas como “Ayer Nomás”, “Pato trabaja en una carnicería”, “Brasileño en guaraní”, “Salgo a caminar”, “Río en espiral”, “Sábado a la noche” y por supuesto, “El Oso”, un misil atemporal que provocó un ensamble góspel entre el público y los protagonistas de un recital de enorme calidad y contundencia, fiesta que terminó con la misma canción de apertura en un “efecto Moebius” muy destacado.
Mientras Parque Centenario y Belgrano vivenciaban dos detonaciones artísticas con gran calidad musical plasmadas en ajustadas y cuidadas performances, más de 200 personas en la enorme terraza del Centro Cultural Recoleta tomaban una reposera y se ubicaban en esa zona con delimitaciones de distancia y seguridad sanitaria, preparados para disfrutar algo que los organizadores decidieron titular como un “picnic nocturno” justo a pocas horas del cierre porteño de actividades artísticas. Después de un breve set de “Vickylicius” en modo DJ, conteniendo muchas tendencias tribales, canciones de autores brasileños y hasta una particular remodelación rítmica del hit “Don`t Start Now” de Dua Lipa, finalmente todas las luces quedaron apuntando al coqueto escenario colocado en paralelo a la despejada avenida Del Libertador. Disponiendo de solo una hora para concretar su espectáculo con el reloj apresurando la cuenta regresiva, la prestigiosa solista electropop Panda Elliot puso las dosis exactas de talento, simpatía y canciones pegadizas para convertir al distendido patio lateral del enorme predio porteño, en un teatro al aire libre mostrando un repaso de su calificado repertorio gestado en la última década. La gente, que al principio estimaba la presentación como un elocuente show formal, con el correr de los minutos descubrió que la solista argentina y sus socios estaban convirtiendo al enorme lugar en una discoteca tecno con fogonazos rockeros muy contundentes para un set adrenalínico y contagioso.
Exponiendo la fenomenal evolución que su música alcanzó en el último lustro, con varios singles que expusieron su carisma como intérprete y guitarrista, Panda Elliot repasó todos sus clásicos desde el subyugante inicio con “Magia Peculiar”, listado de canciones que se encaminaron segundo a segundo como un elaborado guion operacional perfectamente sincronizado. El intenso show mantuvo su voltaje con “Puentes” y “Tratame bien”, dejando traslucir que la artista que más evolucionó en el panorama solista argentino poprock, sabe como cautivar en distintas arquitecturas creativas, todas teñidas de su sutil sensibilidad y una certera mirada de los tiempos que corren muy elocuente. Después de la volcánica y tenaz pieza “Misteriosa Obsesión”, llegó uno de los momentos claves del concierto con el estreno de “Por los dos”, composición que la cantautora lanzó anoche en las redes, canción que incluye la presencia del prestigioso cantautor Kevin Johansen en un fantástico dueto que atrapa y engancha por sus arreglos vocales y una base sin respiros. Los pocos minutos que le quedaban para encarar el cierre, fueron un mazazo pop con un hit detrás de otro en una interpretación que sumó aires muy electrónicos, pero al mismo tiempo algún barniz ambiental de melodías ligadas al The Cure de los comienzos. Mostrando su calidad para cantar, tocar la guitarra y maniobrar un pad electrónico con equilibrio y gracia, sonaron “SUC”, “Misterioso”, “Velociraptor” y “Ligerita”, mientras los aplausos se hacían cada vez más largos retumbando en el cautivante picnic nocturno. Exponiendo lo mejor de sus capacidades creativas, Panda Elliot junto a Javier y Rodrigo expusieron en vivo un recital con múltiples tonalidades bañadas de buen gusto, elocuencia coral y mucha precisión para llevar esta fiesta a buen puerto antes que la carroza se convirtiese en calabaza. Cuando las 00:00 horas eran una realidad inevitable, el lugar ya estaba desocupado y sus visitantes en la comodidad de sus hogares, añorando la posibilidad de volver a mostrar lo que saben sin las presiones de los tiempos que corren.
Fecha de Publicación: 17/04/2021
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