Ser Argentino. Todo sobre Argentina

Terminó “La Voz Argentina”. Ahora los finalistas deberán sobrevivir a la realidad sin el anabólico respaldo de la televisión

Francisco Benítez ganó en la votación telefónica pública la nueva edición del concurso de cantantes amateurs emitida por Viacom-Telefé, competencia televisiva que exhibe solo un lado del verdadero mundo musical, librando a su suerte a los mediáticos vencedores.

La cuenta regresiva está puesta en marcha y solo dependerá de ellos saber si lograrán en los próximos años sobrevivir al espaldarazo que les brindó la televisión, o formarán parte de esa extensa jungla de vocalistas frustrados que tras un rato de exposición en la pantalla chica pusieron una rotisería, se dedicaron a atender una fabrica de cortinas o animan esas fiestas barriales donde el sonido y las luces distan mucho del estudio televisivo. Cerrada la jornada de euforia plastificada, emociones muy exageradas en cámara y la apabullante grandilocuencia verbal para no decir demasiado cuando abren la boca, pero no para cantar y mostrar quienes son, los finalistas de “La Voz Argentina” saben que ahora depende de lo que hagan si dentro de diez años estarán en esta especialidad artística o aparecerán en las noticias policiales cuando algún ex-participante se suicidó o está internado con un fuerte cuadro depresivo en un nosocomio estatal especializado. El empuje de la televisión luce a esta altura como noventa inyecciones de heroína de alta calidad, pero la vida cotidiana, con sus altas y bajas, no sabe de estos alucinógenos apoyos que la pantalla chica un día les ofrece, para luego al siguiente irse evaporando como un antiácido en un elevado vaso con agua de la canilla. El gran problema es como seguir sin el anabólico respaldo de la televisión, una vez que se termina el concurso y hay que competir contra los músicos que ya están en una posición establecida.     

 

Este último domingo finalmente por la señal Viacom-Telefé se desarrolló la final de “La Voz Argentina”, competencia de cantantes amateurs que llegó al momento decisivo, una estructura para establecer un vencedor, decisión que asume el público con su famoso voto telefónico a través del celular, lo cual parece dejar en muy deslucida situación al famoso jurado de figuras que coordina las etapas previas al desenlace competitivo. ¿Qué importancia tiene este show si los seleccionaron un staff de artistas con experiencia y cierta formación cultural, para que luego el ganador de esta farsa surja por la mayor cantidad de votos sufragados desde un móvil telefónico, en una competencia a ver quien tiene más seguidores en redes sociales? Proceder de esta manera, es mancillar los pergaminos de las estrellas del programa como Ricardo Montaner, Soledad Pastorutti y Lali Espósito, dando a entender que su criterio artístico para definir al mejor artista es inexistente. Lo ridículo de esta decisión, también va de la mano de quienes se presentan a este programa, el peor camino para construir una carrera musical de verdad y no esta inyección endovenosa con adrenalina televisiva, para saltar a un precipicio de 9600 metros de profundidad sin ningún paracaídas emocional ante ese instante donde finalice la comparsa catódica del concurso.

 

 

Este último domingo, Francisco Benítez ganó la votación telefónica de la tercera edición de “La Voz Argentina”. El joven participante, oriundo de Colonia Tirolesa, localidad de la provincia de Córdoba, consiguió el 44,3 por ciento de los votos y un premio en efectivo de un millón quinientos mil pesos. El concursante, tal como pudo saberse en el detallado documental que se arma sobre los participantes, sufre de visible tartamudez, un problema que afortunadamente no le impide desarrollar su pasión por el canto. En las horas previas al final de esta competición televisiva, el vocalista cordobés sostuvo en una nota que no quería dar lástima con su problema de salud, pero a su pesar, en estas producciones de tv donde se pone más en foco el contexto del participante y no su capacidad delante de un micrófono, la mayoría de la gente que sigue el ciclo no vota tanto por el talento musical, sino probablemente por las adversidades que la persona debió superar, para poder llegar a esta privilegiada situación de mostrar lo que mejor sabe hacer en la vida. Ese fenómeno del morbo se cuela inexorablemente en las pulsaciones, desnudando que no siempre es el campeón la persona que mejor canta, sino aquél que supo transmitir su pasión a pesar de las adversidades que le planteó la vida.

 

 

Después de recibir el premio, mientras los fuegos artificiales le explotaban muy cerca de su espalda, el concursante demoró algunos segundos en armar con calma su declaración tras lo ocurrido. "Este premio se lo quiero dedicar a cada uno de los participantes que estuvieron en el escenario. Yo no me considero un ganador. Todos los que estuvimos acá, todos, fuimos ganadores. Se lo quiero dedicar a mi familia y a todos aquellos que me apoyaron", tal lo expresado lentamente por Francisco Benítez al recibir el galardón de “La Voz Argentina”, esa burda estatuilla metalizada que mezcla un tradicional gesto de apoyo al peronismo, enlazando un extenso micrófono entre los dedos abiertos y un pulgar muy tensionado. Conviene recordarle a los lectores que Francisco Benítez no es la primera persona que logra repercusión como cantante sufriendo de tartamudez, extenso historial donde el intérprete cubano Santiago Feliz se convirtió velozmente en una fugaz estrella centroamericana, para luego ser apenas un cantante más cuando la trova de aquella isla perdió respaldo mediático y noticioso tras la explosión social de los ‘70s.   

 

 

El vencedor, quien logró ser el artista seleccionado por el team de la fantástica cantante Soledad Pastorutti, había interpretado "Gracias a la vida", un tema de la cantante chilena Violeta Parra, que en nuestro país fue popularizado la histórica cantante Mercedes Sosa en sus espectaculares conciertos en todo el país. Como para que todo ese esfuerzo de participar tuviese alguna recompensa en el desenlace, el ciclo premio con 1.500.000 al cantante cordobés que sufre de tartamudez, entregando 500 mil pesos a la intérprete Luz Gaggi, quien formó parte del team de “Mau y Ricky”, los hijos del cantante Ricardo Montaner. Por su parte, Nicolás Olmedo, del team de Lali Espósito, ganó $300.000 por su tercer puesto en la competencia telefónica; mientras que Ezequiel Pedraza, del team de Ricardo Montaner, recibió por esa ubicación un premio de $200.000 unidades de la actual moneda en curso argentina.

 

 

Luego de conocerse el ganador, el vocalista vivió horas más tarde otra alegría, pues su pareja en la localidad cordobesa dio a luz una portentosa criatura, convirtiéndolo en padre durante un fin de semana propio de un cuento de hadas. En las horas posteriores, la reconocida y muy popular firma Kantar-Ibope, “La Voz Argentina” promedió 24.0 puntos de rating y fue lo más visto del domingo, alcanzando un cuarto máximo de 25.8 unidades en cierto momento de su transmisión. Este guarismo fue uno de los promedios más elevados del ciclo pero no fue el más alto, ya que había hecho una vez más de 25 puntos de promedio, lo que no empaña la situación, puesto que en cuanto a las anteriores finales del reality, esta tercera registró el promedio más alto. Las anteriores dos tuvieron un promedio de alrededor de 13 y 20 puntos, mientras que la esperada final emitida este último domingo por Viacom-Telefé con 24 puntos fue la más vista en una definición por esta exitosa emisora de televisión abierta.

 

La competencia 2021 de “La Voz Argentina” no expuso nada que aliente esperanzar sobre un formato más ecléctico y condiciones de equilibrio competitivo. Todos los participantes de la versión actual no tienen más de 30 años, ¿eso qué significa?, ¿que una persona mayor a esa cantidad de temporadas no merece la oportunidad de participar para conquistar un público masivo? Tal vez el límite de edad que invisiblemente fijan los productores de este concurso, esté relacionado con que una persona ya entrada en años conoce bastante mejor la situación de esta clase de competencias y no es tan brutalmente manipulable por el staff de organizadores, impidiendo cierta plastificación en la personalidad del potencial artista en una situación de esta clase. Conviene recordarle a los lectores y también a quienes en este momento analizan este cuestionamiento, que la cantante más famosa del concurso en el Reino Unido en la última década fue Susan Doyle, una cotidiana y común ama de casa que inesperadamente decidió presentarse, exponiendo una voz que emocionó a millones de británicos, provocando un notable boom que dejó a los más jóvenes con el nalgamen apuntando al sol sorprendidos, por la inesperada potencia de una simpática veterana que disfrutaba la simple pasión de cantar sus temas favoritos en un show televisivo.