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Satélite Kingston celebró en la noche del ska argentino

El grupo actualmente liderado por Daniel Flores, festejó dos décadas y media de labor con sus integrantes fundadores, en un gran espectáculo del género.

Los años ‘80s trajeron una profunda y perceptible renovación en la música pop argentina, la cual acusó como era de esperar aquellas influencias que a finales de la anterior década habían dejado sus huellas en el público y los incipientes artistas de aquél momento. Bajo los efectos restrictivos difusionales de la dictadura militar que en su momento prohibió la música cantada en inglés, muchas bandas pudieron mostrar sus proyectos recibiendo en el tiempo de publicación una mayor predisposición tanto del público como de los medios en esa época. Esa fértil década dejó decenas de artistas que hasta la fecha siguen en la consideración general, sustentados en la reedición de sus trabajos en las plataformas o las sofisticadas ediciones en vinilo de 180 gramos para los eternos amantes del acetato.

 

 

Si bien “Los Fabulosos Cadillacs” nacieron a fines de los ‘80s como una banda de ska y otras tendencias parecidas, después de la publicación de “Yo te avisé”, álbum producido en ese final de la década por Andrés Calamaro, el grupo que comandaban Vicentico, Sr. Flavio y Sergio Rotman pegó un golpe de timón hacia otros horizontes donde salieron conceptos más jazzeros, tropicales y de rock netamente sudamericano, que les permitió en aquel momento ganar un premio Grammy. El movimiento ska y sus afluentes de rocksteady, ska jazz o reggae inglés asomó defendido por aquel tramo de los ‘90s por dos bandas muy conocidas por sus seguidores: Los Intocables y Satélite Kingston. Sólo una de estas formaciones existe a la fecha, liderada por el añejo tecladista y coreuta Daniel Flores, quien con mucho afecto y resistencia mantuvo la difícil ruta de navegación de los “S.K.” hasta la fecha.

Formados en 1997, cuando Madness era referencia ineludible del rubro en Inglaterra, los Satélite Kingston iniciaron su carrera con un cassette que tenía cuatro canciones en un cartridge que llevaba una etiqueta hecha con impresora off-set. Creáse o no, aquella primera partícula publicada antes de sus cinco compactos les sirvió para instalarse en un mercado musical que no los veía con buena cara. “Es increíble, con ese cassette que tenía los primeros temas compuestos, tocamos en el “Buenos Aires Vivo” y también nos salimos de gira por Europa, algo muy loco”, comenta Alejandro Pribluda, guitarrista de la formación original que el sábado 20 de agosto decidió conmemorar dos décadas y media de existencia con sus integrantes fundadores. Recordando la fecha exacta del aniversario, el tecladista Daniel Flores hizo las gestiones correspondientes para que los músicos de la primera banda volviesen a tocar.

Un satélite musical impactando en el cruce de milenios

Satélite Kingston editó varios discos y fue gran referencia obligada durante el cruce de milenios en el ska, llegando al viejo continente en el 2002. Antes de cumplir una década y media de vida, en un nuevo milenio muy desgastante a todas luces, muchos de los integrantes originales decidieron desvincularse del conjunto, incómoda sangría que cobró peso después de la publicación del disco “El Enemigo”, lanzado en 2010. Luego de ese lanzamiento, ya sin muchos de sus compañeros, Daniel Flores, actual editor de la versión local de la revista “Rolling Stone”, se juramentó sostener al grupo contra viento y marea, objetivo que halla de pie a la banda pero con nuevos instrumentistas.

En una Buenos Aires abarrotada de espectáculos locales y extranjeros, encontrar el lugar y fecha para programar el concierto de reunión de los músicos fundadores, se convirtió en una especial utopía con desenlace feliz. Finalmente, después de contactar a varios locales de show, se fijó la fecha del 20 de agosto, coincidiendo con la esperada edición en vinilo de alta calidad del álbum “El Enemigo”, última placa con todos los integrantes originales de la formación. El lugar elegido fue “El Emergente”, un club de Almagro con capacidad para 350 espectadores y tras confirmarse la fecha, insospechadamente el anuncio de este recital “reunión” provocó un inesperado boom. Los tickets de este recital se agotaron en pocos días, fecha que contó con The Skadicts Fundation en carácter de teloneros.

 

Ocho canciones suenan en una cápsula del tiempo

Con el club de Almagro abarrotado y festivo a más no poder, curiosamente repleto de una gran cantidad de jóvenes que no habían nacido cuando la banda se había formado, la gran noche del ska argentino comenzó con el show del grupo invitado, sobresaliendo sobre ese escenario de dimensiones intermedias la enorme línea de bronces dispuesta con la tarea de una trombonista trigueña que le puso vitalidad al número de apertura. A las 01:30, tras un reacomodamiento de equipos y amplificadores, “Satélite Kingston” comenzó su histórica performance abriendo con los músicos actuales, bloque que incluyó un repaso de los temas más frecuentes que la formación viene tocando en la éltima dècada de labor. Luego de un set de ocho canciones con estos integrantes y en lo que pareció un gracioso amague de cierre, los actuales ejecutantes dejaron su lugar a la formación original.            

Fue allí que subieron, en medio de un delirio generalizado, Juan Manuel Ramos (saxo), Andres Cotter (bajo), Alejandro Pribluda (voz y guitarra), Sebastián Paradidi (batería), Daniel Flores (teclados y coros) y el legendario trompetista Hugo Lobo, que también se permitió valiosos aportes vocales. La presencia de los integrantes originales, a excepción del baterista, disparó una postal ochentosa cuando la audiencia comenzó con los pasitos del género, con las rodillas bien levantadas, un especial contexto estético cargado de discretos sobreros de seda, chaquetas cuadriculadas y esas camisas de cuello pequeño sin abotonar. En esos 45 minutos de enorme fervor, el lugar se convirtió en esos clubes de  Birmingham donde estos conjuntos acaparaban la atención con este estilo lleno de adrenalina y simpatía musical, sobrepasada de guiños a esos barrios obreros ingleses.

“Quiero morir tocando ska”

Comandando un grupo que jamás acusó el paso de esos doce años de ausencia, Alejandro Pribluda decidió capitanear el ánimo del público en esos 45 minutos de show, un bloque que incluyó clásicos como “Sigo Igual”, “Lamento del río”, “Mensajes”, “Sally Brown”, “Locura de octubre”, “Dulcinea”, “Simmer Down” y “Skampilation”, mientras el lugar a cada rato acusaba el oleaje de pogos a puro ska y arreglos de bronce.

Dedicando el show a la cantante Araceli Kingston, quien atraviesa un duro problema de salud, el concierto revivió el estilo anglo de aquella década gloriosa, un gran espectáculo que incentivó a los músicos y productores a considerar la chance de realizar otro show en este formato antes de diciembre en Niceto Club, a fin de cerrar este aniversario. Dejando traslucir una picardía que la música parece haber perdido sobre los escenarios, Pribluda y los suyos hilvanaron un certero homenaje. No faltaron aquellos fans que cantaron a capella “yo quiero a mi mamá, yo quiero a mi papá, quiero morir tocando ska”, cerrando la velada que detonó en dos tonos por Almagro.