¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónLas premiaciones en el nuevo milenio mantienen el interés de la gente y a pesar de lucir un formato bastante anacrónico en su estructura central, convocan cada año a muchísimas personas para conceder los reconocimientos de cada especialidad valorada. El caso de los Premios Gardel no es ajeno a la grave crisis que vienen experimentando los realizadores de estas ceremonias, quienes todos los años buscan sorprender pero generalmente dejan al público con sabor amargo de tanto modificar sus estamentos y estructuras. El comienzo a finales del viejo milenio (1999) de estas codiciadas estatuillas provocó una revolución por lo que significaba en la industria un galardón de esta naturaleza, pero 26 años más tarde el premio ha quedado rehén de varias situaciones y lejos de representar a la música en todas sus expresiones, este reconocimiento gardeliano para reconocer a los más destacados de la creación artística, incurre en una extensa gama de desvaríos que merecen ser destacados.
Los Premios Gardel nacieron para hacer un justo reconocimiento a todos los próceres de la música argentina, por eso no sorprendió que en las primeras entregas un comité de solo 15 personas decidiese a que figura correspondía entregar la más valiosa de todas estas estatuillas que conforman cada edición del galardón. De un tiempo a esta parte, tal vez para evitar sospechas sobre la manipulación de quienes podían acceder al olimpo de las distinciones, el organizador de estos “Carlitos” con la cara del mítico “Zorzal” decidió que la categoría de “mejor álbum del año” además reciba el “Gardel de Oro”. Este tótem asoma como la estatuilla que todos los cantautores anhelan obtener, no tanto para vivir la satisfacción de la música presentada, sino para refregárselo en la cara a sus colegas.
Lucir renovados, actuales y seduciendo a la mayor parte del público consumidor asoma prioritario en las principales premiaciones. Los Martín Fierro buscaron renovarse y ahora entregan “gauchitos” a los sitios de Internet, los influencers y los destacados de la moda, para estar a tono con los tiempos que corren. Con los Premios Gardel, la situación parece cada año clonarse en extremo al bochorno de las estatuillas de Aptra, provocando antes de cada realización una serie de polémicas muy propias del desconocimiento. La más fuerte y que mayor bronca desató entre los involucrados, fue condensar todas las categorías que son premiadas a un rubro multigénero. En la última entrega, los Premios Gardel expusieron ese insólito delirio recategorizando a figuras de la música que uno no tiene en esos rubros al considerarlos cotidianamente.
Ahora resulta que Benito Cerati hace “pop alternativo” y paralelamente los Babasónicos se dedican al “rock alternativo”, cuando en realidad ambos hacen pop y rock simplemente en sus realizaciones. Ni hablar del mismísimo León Gieco, muy atrapado en la categoría de “mejor álbum - canción de autor”, como si los demás no fuesen compositores de estas obras premiadas. Capif, que hasta principios de la segunda década de este milenio expuso un rigor profesional destacado desbarrancó para el peor de los precipicios con numerosos cambios en sus premiaciones, desatando la ira, bronca y fastidio de todos aquellos que al respecto se sienten perjudicados con varias determinaciones de la entidad.
Los organizadores del premio, atentos a las nuevas tendencias, obviamente pusieron foco en las nuevas ramificaciones de la música, por más que muchísimos entiendan a varios de estos recientes géneros como “más de lo mismo. Que “Trueno” haya recibido el “Gardel de Oro” a sus 21 años por su segundo disco, no es para destacar una obra artística, sino la simple respuesta de una gran estructura comercial en la que hay que premiar al que más seguidores o reproducciones tiene en las plataformas digitales, dejando toalmente de lado naturalmente si hacen buena o mala música los involucrados, elija usted el criterio estético o artístico que más le guste. Obsesionados por no despegarse de las tendencias que la comunidad de influencers despachan como “postas imprescindibles”, la famosa entidad que agrupa a los editores fonográficos emparejó el valor de los flamantes vencedores, con verdaderos artistas de peso que son referencia histórica en los últimos 50 años de la música nacional.
Pero los límites de esta transgresión igualmente asoman con ciertas maniobras que todos pueden apreciar en cada entrega. Así como los Martín Fierro deciden entregar bastantes y celebrados premios a la trayectoria, en esta caso Capif afortunadamente puso su vista en figuras como Raul Lavié y Amelita Baltar que recibieron un premio al respecto. También no titubeo la entidad en premiar a David Lebón como mejor “artista de rock”, después de muchísimos años ignorándolo de la manera más cruel. Pero, en paralelo con esta gama de comportamientos ceñidos con cierta lógica institucional, nuevos dislates acompañan cada ceremonia de los “Carlitos” al intentar reconocer a los mejores en cada rubro, algo que expone las presiones que recibe el tribunal para premiar a ciertas figuras y dejar a otras tanto o más populares fuera de estos galardones. Quien puede dar clara prueba de este gran destrato es Lali Espósito. Convertida en la cantante femenina más popular del país, con una repercusión internacional inocultable, apenas si fue nominada este año en la categoría de “mejor videoclip corto”, privilegiando en las ternas principales a la actual novia de un conocido jugador del seleccionado argentino de fútbol campeón del mundo.
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Tal como se le venía pidiendo antes de la pandemia, Capif intentó darle concepto federal a esta premiación, llevando la entrega a varias provincias, pero como las ediciones que se desarrollaron fuera de la Capital terminaron con varios escándalos, uno de ellos protagonizado por Marilina Bertoldo, ahora los premios se entregan en el Movistar Arena, el estadio más moderno del país ubicado en un conocido barrio porteño. La ceremonia, que debería ser vista televisivamente por todos aquellos que aman la música, hoy también perdió ese concepto federal y ningún canal de aire o cable quiere transmitirla, por lo cual ante las presiones comerciales, este año pudo verse por una plataforma digital a la cual la mayoría no está abonado. Dando al evento un tono, en esta fiesta no sorprendió que la alfombra roja en los minutos previos se llenara de los últimos participantes de “Gran Hermano”, las hermanas Nara y otros personajes poco asociados a la industria. Exponiendo una poderosa disociación con el verdadero propósito de premiar a los artistas, nuevamente la Biblia quedó amurada junto al calefón.
Imágenes: CAPIF - Premios Gardel
Fecha de Publicación: 03/06/2023
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