A principios de los ochenta la revolución de la música popular argentina vino de Santiago del Estero. Más precisamente de La Banda y rasgueó en el seno de la familia blasón de la chacarera, Los Carabajal. Fue Peteco Carabajal quien puso de cabeza al folklore y ya no volvió a ser lo mismo. Allí suena una chacarera, un tango y un rock y presiento que soy yo, parafraseando a Charly García. Peteco marcó el rumbo en 1985 cuando se unió a Músicos Populares Argentinos (MPA), junto al Chango Farías Gómez, Verónica Condomí, Mono Izarrualde y Jacinto Piedra, con quienes grabó dos discos, “Nadie más que nadie” (1986) y “Antes que cante el gallo” (1987). En ese período en “De Ushuaia a La Quiaca” de León Gieco redefinió las sonoridades tradicionales a danza con la música urbana. Luego con Juan Saavedra y Piedra formaron Los Santiagueños, un trío artístico que llevó las enseñanzas del maestro Andrés Chazarreta a un nuevo milenio. “La estrella azul”, “Digo la mazamorra”, “Las manos de mi madre (Pájaros en el aire)”, “El bailarín de los montes” y “Soy santiagueño, soy chacarera”, y la infaltable “La canción del brujito”, el primer tema argentino en homenaje a Diego Armando Maradona, entre algunas de las aplaudidas en innumerables festivales, y bailes, en todas las latitudes latinoamericanas. Porque Peteco vibra acá en el Sur.
“La verdad es que soy de hacer balances desde hace mucho tiempo, no me cambió tanto la cuestión de los 65 años”, confiesa en un alto en la huella de la gira nacional con Riendas Libres, con su hijo Homero en guitarra eléctrica y la bombista y baterista Martina Ulrich, recientemente con fechas en San Luis y Buenos Aires, “Pienso que he realizado mucho trabajo del bueno. Claro que también tuve varias frustraciones en la vida. Y creo que viví más cosas duras que buenas (piensa) Aquellos tiempos de felicidad, por más que sean los menos, en estos momentos son los que más valoro. La verdad que de las cosas más tristes de la vida casi no me acuerdo. Y si hay algo que me acuerdo, le encuentro siempre un costado cómico. Y si las cuento, pasan como algo gracioso. La felicidad de mis amores, de mis hijos, es lo que atesoro en la hoja de ruta que va por la página 65”, remata Peteco Carabajal a la espera ansioso del reencuentro con el Trío Santiago, en compañía de Roberto Carabajal y Shalo Leguizamón, aquel primer grupo de 1974, con quienes tocará el 18 de diciembre en el Auditorio Oeste de Haedo, entradas en passline.com.ar
Periodista: ¿Cuál lugar piensa que ocupa en la música argentina?
Peteco Carabajal: Escuchá… sabés que estaba pensando, en esta edad de la adultez, crear un personaje, que no sé bien todavía como lo voy usar, que sería petEGO (silencio de ambos lados de la línea, el músico en Río Cuarto, Córdoba) Ahora contesta ese personaje ficticio: Peteco ocupa un lugar muy importante en la historia de la música argentina. Es que a partir de los años 80, cuando empieza un trabajo fuerte de autor y compositor, que llegaría hasta el dos mil, fueron veinte años de trabajo del artista, que ha movilizado y alimentado a casi todo el movimiento de música popular en el país. Conjuntos y solistas de festivales siempre cantan un tema mío. Los grupos de danza bailan mi repertorio. Desde la autoría, y la idea musical, soy un hilo, no alguien que vino a quebrar, sino que viene a unir camadas. Yo unifico generaciones. Puedo sonar como los Hermanos Díaz, puedo tocar como Los Carabajal de los setenta, o darle un vuelo sinfónico a lo popular, y algunos dicen que sueno como el Pink Floyd del folklore (carcajadas)
Ahora habla Peteco: Creo que he sido parte junto a otros compañeros de un cambio importante en la música popular con la llegada de la democracia. Una revalorización y modernización de lo nuestro, sin perder la identidad. Ese cambio se concretó en MPA en 1985, luego con Los Santiagueños en 1987, y lo continué en veinticinco años como solista. Junto a compañeros con Teresa Parodi, Tarragó Ros, León Gieco, Víctor Heredia, y tantos otros, reescribimos una parte de la historia de la cultura argentina.
Riendas Libres al duende de Peteco
P: ¿Por qué con décadas de premios y reconocimientos, su composiciones son ineludibles en el cancionero latinoamericano, lo cantan desde Mercedes Sosa a Silvio Rodríguez, optó por volver a uno más en una banda?
PC: Es que después de 25 años como solista yo necesitaba algo que me movilice. Siempre fui un artista que busca los cambios. Mi ánimo, mi espíritu, mi vida, la necesito en permanente movimiento. Necesito que tenga vértigo. Había llegado a un punto de mi carrera solista sin retorno. Desde los discos de “Encuentro”, lanzado en 1991, “Memoria de amor”, “Borrando frontera”, “Historias Populares”, “Arde a vida”, “Aldeas”, y el final solista de 2015, “Los caminos santiagueños”, sentía que a cada paso había hecho las cosas que yo quería hacer y mucho más, con intérpretes maravillosos.
Y viendo tocar a Martina y Homero, sentí que tenía que volver a un grupo, y qué mejor que sea con mis hijos -Martina es una hija del corazón-
Además lo que menos quiero hoy en día es tener problemas de grupos (risas) Yo con ellos puedo hablar de todo incluso de cómo nos vamos a separar. Desde el amor, desde la alegría, sin la cosa del resentimiento que hace daño. Con ellos además descanso y me fortalecen ¡Pero ojo que les aporto mi energía!
P: ¿Armar una banda con ellos es continuar con la tradición Carabajal?
PC: Claro que tiene que ver con una tradición familiar pero no es que estoy tocando con ellos simplemente porque son mis hijos, o porque sigo una tradición familiar. Homero para mí es un fuera de serie. Tiene un dominio técnico de la guitarra impresionante. Además tiene mucha, mucha, creatividad. Yo que he trabajado con muchísimos músicos me doy cuenta de los que tienen creatividad pura. Me asombra que hace cosas arriesgadas y cae siempre bien parado (risas) Martina además tiene mucha potencia y nos da un toque femenino distintivo. También toca muy bien el piano y el bajo, lo que nos permite tener una formación pequeña pero completa.
P: Hace un tiempo afirmaba que habiendo tantas canciones por cantar, no tenía sentido seguir componiendo, coincidiendo con un compositor creo cercano a su impronta, el brasileño Chico Buarque, ¿se fue la inspiración?
PC: No se acaba, eh. Y tiene que ver con la energía de cada uno. Hay momentos en que uno baja de energía, no sale nada, y otros momentos que nos tonificamos, nos ponemos bien, y en eso va variando la inspiración.
De todas maneras yo no creo que existe la inspiración. Por lo menos no es una práctica que yo haga para componer. Yo voy por el lado trabajo, con el pensamiento y la resolución. Que tiene que ver con el hacer y no hacer. Muchas veces es mejor no hacer, no imponerse crear por crear. Hay que saber decir no a las inquietudes del ego. Yo conozco mucha gente que le da bolilla a sus ocurrencias. Por ejemplo te acuerdas de aquel tema famoso del gato volador. Bueno eso era simplemente una ocurrencia. Tienes que tener un ego muy fuerte, o mucha billetera, para creer que eso lo vas imponer.
Ideas tengo todo el día pero muy de vez en cuando les llevo el apunte. A mí me mueve mucho más lo que pasa alrededor mío que lo que pueda sentir.
Maradona con alma de chacarera
P: ¿Cuál es la historia de la primera canción argentina a Maradona, “La canción del brujito”?
PC: Yo tenía la melodía de tocar en los ensayos, cuando nos juntábamos con MPA. Las usábamos para ablandarnos los dedos, y nos gustaba bastante, en la entrada en calor. En junio de 1986 Argentina juega el partido con Inglaterra y yo estaba en el departamento de una amiga. Ella no quiso ver el partido conmigo porque estaba nerviosa y me quedé solo delante del televisor. Cuando arranca el segundo gol, con el giro en la mitad de cancha, apenas da la vuelta, ya me incorporé de la cama. Tenía el presentimiento de que iba pasar algo importante. A partir de haber sentido eso que nunca había sentido en ninguna otra jugada, ni con ningún otro jugador, tomé la decisión de recuperar esa melodía, que nos gustaba todos, y ponerle letra. Y así fue el primer tema dedicado a Maradona en el Argentina. Sé que le gustaba mucho escucharlo con sus nenas chicas.
Y para completar el círculo, el año pasado, ahora con Homero, hicimos una canción que se llama “Magia maternal” para Diego. No está incluída en el nuevo disco que estamos por sacar pero hay una versión en las redes con Lito Vitale.
P: Desde títulos en discos como Huaucke -Hermanos- o Ckayna Cunan -Ayer y hoy-, en quechua, la cuestión aborigen está muy presente en su obra, ¿qué opinión tiene sobre los reclamos de los pueblos originarios?
PC: Saber que la tierra no discrimina. Entonces yo me siento tan nativo de Santiago del Estero como aquel que nació de una familia estaba hace 500 años. Como los Vilelas, como los Tonocotes, como cualquiera que estuvo antes de Colón. Yo pienso que la tierra no es que les dio más identidad de Santiago del Estero a ellos que a mí. Entonces también es una cuestión de decisión sentirse nativo. Claro que la historia ha sido manipulada, también el movimiento dentro los mismos pueblos, pero hoy en día yo me solidarizo conmigo y con todos los santiagueños. Creo que todos somos pueblos nativos, en hermandad con los originarios. Y si se quiere también soy originario, porque mi origen es nativo. Lo digo para que no haya confusiones. No creo que ninguno sea esencialmente nativo y, por eso, tenga privilegios. Si creo que lo que hay que reivindicar es la hermandad. De que todos vivimos en la misma tierra y luchar contra cualquier cosa que nos pueda separar o discriminar. Y también solidarizarnos cuando sufren el desalojo de las tierras nuestros hermanos que vivieron en ellas durante siglos.
P: Peteco, director del documental “Chacarera” (2013), el homenaje a su padre Carlos y a toda la cultura santiagueña, ¿qué es la chacarera?
PC: La chacarera es algo muy importante para las tradiciones de los santiagueños, para la identidad del pueblo santiagueño. Nos ha dado a los artistas una herramienta noble y completa. Para los artistas es como una madre, una hermana, una guía que nos va llevando. Es nuestra bandera. La chacarera es el pan nuestro de cada día. Todos los días en Santiago del Estero uno se conecta con esa cultura, aunque no esté con el instrumento encima. La chacarera es nuestro día y nuestro sueño.
Agradecimiento: Revista Aquí. Palabra Mayor
Imagen: Télam
Periodista y productor especializado en cultura y espectáculos. Colabora desde hace más de 25 años con medios nacionales en gráfica, audiovisuales e internet. Además trabaja produciendo Contenidos en áreas de cultura nacionales y municipales. Ha dictado talleres y cursos de periodismo cultural en instituciones públicas y privadas.