¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónEn los últimos años Pablo Lescano mostró un perfil más ecléctico y sumó nuevas generaciones que lo han sumado a sus playlists (listas de temas) en el celular, alcanzando una repercusión de mayor escala con lo que generan las redes sociales. Adorado en extremo al más puro estilo de un rock star, no pierde la humildad en el contacto con sus seguidores en cada situación cotidiana. El último lustro lo encontró llenando enormes estadios con su poder de convocatoria intacto, animándose al Lollapalooza y poniendo en figurillas con ese encanto sin maquillaje a los organizadores, al movilizar a decenas de miles de asistentes del lugar donde estaban a su escenario en milésimas de segundos. Ni hablar cuando en su momento regresó a su barrio natal, para filmar un video con Fidel Nadal del tema “Gente que no”.
En los últimos meses su obra sumó colaboraciones con Tini y Greeicy en la tema “22”, sin olvidar sus canciones con L-Gante “Perrito Malvado” y “Se picó la clandestina”. Ubicado en el piso 12 de las oficinas de Pelo Music a metros del estadio Monumental, Pablo Lescano expone su lado más reflexivo. Hay tiempo para rememorar sus inicios, como creció profesionalmente o aquél tiempo en que leyendas del rock como los Fabulosos Cadillacs o Andrés Calamaro dieron con su celular, para sumarlo a canciones de elevado impacto continental. Siempre fiel a cantar “instantáneas de las cosas que nos pasan”.
Pablo Lescano: Yo vengo de un barrio humilde, algunos le dicen “villa”, otros lo llaman “barrios de emergencia”, “villa de emergencia”. Me acuerdo de la “olla popular”, en la esquina de mi casa, de la caja PAN (plan alimenticio en la época del presidente Raúl Alfonsín). Yo era muy chico por entonces. Tengo como mucha gente la esperanza que esos lugares mejoren y se urbanicen, que haya una vida de calidad para los que están ahí. Por suerte el lugar donde era mi barrio, hoy creció, está todo asfaltado. Antes era calle de tierra, podías pescar ranas y anguilas en la zanja, hoy ya no hay zanja. Antes teníamos el arroyo Cordero, hoy está entubado el arroyo, que era el lugar donde pescábamos ranas. Pero todas esas cosas no provocaron el tipo de canciones que hago, ni está en mí convertirme en un cantautor de protesta, ni hacer bajada de línea política, ni nada. Hago canciones y cuento lo que me pasa en el momento, si el tema está bueno, chau, pum, se graba y vamos para adelante.
Pablo Lescano: Por suerte no es mi caso, yo me dedico a esto porque no sé hacer otra cosa. Fuí pintor antes de meterme de forma definitiva en el mundo de la música.
Pablo Lescano: Y bueno, era trabajar de jornalero, no tenía plata del 1 al 5 del mes, tenía plata todos los viernes. Laburás de lunes a viernes, el sábado se comía asado, se iba a bailar y el domingo se volvía a comer asado y se tomaba un tinto. Ojo, en esa época también estudiaba el bachillerato contable y terminé quinto año. No pude seguir con el estudio, porque a los 17 años entré a tocar a “Amar Azul”. Terminé el colegio a fin de año y a los dos meses ya estábamos recorriendo el país con ese grupo. La música no me dio chance, me levantó de un brazo y me llevó rápido a recorrer el país.
Pablo Lescano: Ya tocaba, tocaba en un grupo de barrio, nadie arranca tocando como Led Zeppelin en un estadio para 20 mil tipos. Arrancamos como un grupo de barrio tocando en los cumpleaños, algunos casamientos, los fines de semana, sufrido, pagando para tocar, como quien dice. En ese momento teníamos que pagar las columnas de sonido, era todo alquilado, todavía no teníamos estructura propia, todo eso era amor puro.
Pablo Lescano: Es obvio que nos ha pasado y mucho, pero no pasa por acostumbrarse a esa manera de que cierto grupo de personas manifieste esa reacción. En realidad creo que nosotros logramos romper muchos prejuicios. Pero hay muchas mentes que a veces no las podés cambiar, por más que los quieras modificar o les muestres otra cosa.
Pablo Lescano: Puede ser, ojalá, no tengo idea. Pero antes de los Cadillacs hice cosas con Fidel Nadal, con los Auténticos Decadentes, tocamos con los Decadentes en la tv, hice cosas con Dante Spinetta, con varios del rock. Al mismo tiempo hice varias cosas con gente de la cumbia. Por ahí este público de crossover no los conoce, pero mi público sí, porque les gustó o porque ya los conocían de otra época, era algo que se escuchaba cuando tenía ocho o nueve años. Eran cosas que escuchaban mis tíos y por circunstancias del destino me dí el lujo de trabajar con Gilberto, el guitarrista de Los Mirlos. El era la persona que compuso “La danza de los mirlos”. Un día lo llamé y le dije rápido “che Gilberto, ¡venite a Buenos Aires que vamos a tocar esa canción que compusiste!”. Me dí esa clase de gustos en mi carrera musical, esos son mis gustos. Poder tocar con Raul Ramírez de Granizo Rojo, la alegría de poder hacer cosas con todos mis “héroes musicales” y yo estaba realmente muy feliz de la vida.
Pablo Lescano: Es un flash, yo me acuerdo que hacía las canciones, pero después por rebeldía tomé otros caminos. Venía de una banda donde decidían muchas personas, por ahí la frase que le ponía a una canción no iba, porque tenía otro al lado que decía “no me gusta”. Entonces en un momento dije “basta, esto así no me parece lo ideal”. Recuerdo la primera grabación que hice, me gasté unos 3000 pesos en el año ‘98 o ’99, cien horas de grabación y en cien horas tenía que hacer un disco, cuando en la actualidad para hacer un álbum me tiro entre 300 y 400 horas. En ese tiempo no había esa disponibilidad, era a matar o morir, caer al estudio con todo ensayado y ta, ta, ta, ta, en setenta horas grabar todo el disco y en las 30 que te quedaban hacer la mezcla y retocar. Pero en ese momento era hacer lo que yo quería. Era poner la letra que deseaba y hacer lo que se me cantara, era en verdad eso, porque pagué el estudio, la banda es mía y las doce canciones las hice yo, punto.
Pablo Lescano: Más vale, pero por supuesto, que me estás hablando (risas)...me acuerdo mucho de ese tema. Estuvimos grabando ahí y al día siguiente lo hicimos también en la Plaza De Mayo, fue muy divertido. Cuando estábamos ahí yo saltaba arriba del auto, entraba a un local y decía “Doña, ¿puedo grabar acá?”. Hicimos unas imágenes alucinantes en ese histórico sitio donde funcionan una frutería y verdulería, la señora agarró una escoba y se tiró unos pasos como si fuera una guitarra. Fue todo así, totalmente esbelto, suelto, natural, sin tapujos de nada. En cambio, filmar en Plaza de Mayo no fue natural, porque la gente en ese sitio me miraba medio asustada, como protegiéndose, me sentí un bicho raro, no estaba cómodo, estaba demasiado recatado. Y percibía los resabios de aquellos prejuicios que todavía asoman en algunos, de alguna manera me sentía cohibido.
Pablo Lescano: Yo lo único que soñaba era con hacer canciones, ir al baile donde iba, que las pasen y la gente las escuche, volverme del estudio de grabación que quedaba en Capital. Ir al barrio, pum, abrir las puertas y hacerle escuchar a los míos las canciones que ya estaba grabando, para ver como reaccionaban con lo que decían en esos temas. Era eso, hoy sigo teniendo el mismo entusiasmo que cuando comencé en esa época. Es más, con mi último álbum sigo haciendo lo mismo. Me agarra el ataque, llamo a los pibes para que vengan corriendo y les digo “ché, miren lo que grabé, escuchá la letra”, porque ellos sí entienden la letra, saben a lo que apunto, y lo que estoy diciendo, no son ningunos caídos del catre. Las letras del disco son temas de Pablito Lescano, son creaciones mías, son “mis hijos”, esos temas son polaroids sociales, instantáneas de las cosas que nos pasan.
Fecha de Publicación: 31/07/2022
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