¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónBuenos Aires - - Jueves 30 De Marzo
El tango nació arrabalero con Villoldo y Arolas, Gardel, Troilo y Piazzolla lo transformaron en la banda de sonido de una ciudad, y Mariano Mores imaginó un género universal que sería nuestra identidad cultural en el mundo. A la manera de un Miguel Ángel musical, Mores elevó una catedral sinfónica que hizo brillar las melodías humildes nacidas en las orillas del Río de la Plata, sea en una avenida como la 9 de Julio, en una cantina de La Boca, o el Teatro Colón. Enrique Santos Discépolo, Enrique Cadícamo, Homero Manzi o Cátulo Castillo fueron sus letristas; Francisco Canaro, Troilo y Osvaldo Pugliese interpretaron sus temas, por si algunos dudaron alguna vez de su corazón tanguero, quizá de enviada por sus éxitos rotundos desde “Cuartito Azul”, compuesta a los 17 años, o por inventar el tango-espectáculo que arrasaría Broadway y París desde 1983. Mores encontró el punto vital entre el drama existencial del 2x4 y las pasiones que enamoran a los hombres, y mujeres, de a pie. Si sos compatriota, el pecho se infla seguro con “Adiós Pampa mía” o “Uno” , letra y música del ser argentino “Con el canto de tus vientos/Y el sollozar de vigüelas/Que me alegraron a veces/Y otras me hicieron llorar” porque “Uno busca lleno de esperanzas/…Sabe que la lucha es cruel/y es mucha pero lucha y se desangra/por la fe que lo empecina”
Mariano Alberto Martínez nace en Buenos Aires el 18 de febrero de 1918, más precisamente en San Telmo, y en una familia española fanática del tango. Su abuelo había sido director de una banda y su padre un hombre culto que gustaba llevar a Marianito al Teatro Colón, el primer coliseo donde Mores llevaría el tango con una orquesta sinfónica en 1952. Los avatares familiares llevan a los Martínez a Tres Arroyos, donde un profesor de piano dictamina que al futuro pianista de Canaro carecía de talento musical, y de nuevo a Flores, aquí sería el barrio porteño que incubaría la pasión artística de Mariano. A los diez años se recibe de maestro de piano. Viaja a España y consigue una beca en Salamanca, convertido ya en un niño prodigio, “Lolo, el compositor y pianista relámpago”, y que asombraba con su capacidad de improvisación sobre dos o tres notas que le cantaba el público. Pero un hecho trascendental ocurriría en la Rambla de Barcelona cuando a su padre se le escapa una lágrima escuchando un tango de Carlos Gardel, a quien no conocía Mores. Al poco tiempo la familia regresa a Buenos Aires y fallece su padre, por lo que Mariano debe contribuir el sostén del hogar. “Mi romance con el tango comenzó cuando tenía 14 años; viajaba en un tranvía que iba por la avenida Corrientes desde el Bajo hasta Chacarita. Al pasar por el Café Vicente -hoy Pellegrini al 900, Esquina Mariano Mores- que estaba enfrente del Germinal, vi un cartel solicitando pianista que tocara música internacional, que leyera a primera vista y que supiera transportar. Bajé, el patrón me tomó una prueba y me aceptó a tres pesos con cincuenta por día”, dice de sus primeros acercamientos tangueros que hicieron estudiar frenéticamente las composiciones gardelianas con Alfredo Le Pera, una raíz temprana del halo tardoromántico que impregnan al Puccini argentino.
Comienza el pianista a estudiar con Luis Rubinstein y juntos compondrían “Gitana”, de un neto corte español, y ya demuestra su talento precoz para adaptar géneros. En esta academia conocería a su mujer Myrna, “la que luego fue mi esposa. Ella estudiaba con el profesor Samuel Averbuj. Enseguida hizo dúo con su hermana y cuando me agregué yo con el piano se convirtió en el Trío Mores. Así tomé el apellido de ellas. El trío se disolvió cuando entré en la orquesta de Francisco Canaro”, contaba en 1993 a la revista La Maga. Su entrada a la reconocida orquesta de Pirincho Canaro, con dos décadas de éxitos internaciones a cuestas, estimula un periodo de fecunda creatividad compositiva en Mores, y realzan sus extraordinarias capacidades de pianista y arreglador “Cuando se integró con Canaro, seguramente logró lo que por lo general nos falta a los músicos: sentido comercial agudo. Canaro lo tenía, y Mores debe haber asimilado de él muchos movimientos que tienen que ver con la capacidad de despertar interés comercial. Mariano llevó nuestro tango a un nivel bastante alto”, recordaba su compañero Emilio Balcarce.
“Como compositor empecé con Battistella (“Cuartito Azul”, compuesto para su novia Myrna en una pequeña habitación de Villa del Parque), luego -Alberto- Vacarezza, después conocí a -José María- Contursi en el Germinal, allí tocaba Aníbal Troilo. Me acerqué a felicitarlo por la reciente “Milonga de mis amores” que había hecho con Pedro Laurenz. Tenía un éxito increíble con las mujeres... ¡bah! los dos teníamos éxito. Lo primero que hicimos fue “En esta tarde gris”, luego un tango por año: “Gricel”, “Cada vez que me recuerdes”, “Cristal”, “Tu piel de jazmín””, enumeraba Mores de una seguidilla superlativa de composiciones que incluían “Adiós Pampa Mía” con Canaro, y “Copas, amigos y besos” con Enrique Cadícamo, y cierra tal vez en su mayor pico creativo, “Discépolo era encantador, un bohemio divino. Un hombre singular. Tardó tres años en entregarme la letra de “Uno” Después hicimos “Cafetín de Buenos Aires”. Mientras hacíamos este tango, un día nos acompañaba el actor Arturo de Córdoba, yo repetía las notas en el piano y Enrique buscaba las palabras. Estaba estancado, y de pronto, vio el perfil de Arturo, que tenía la nariz como los boxeadores y nació aquello de: “La ñata contra el vidrio”. Contursi era más musical. Y -Homero- Manzi fue el gran poeta del tango. Antes de morir me dijo: “Me voy a ir y no hice nada con vos”. Yo tenía una especie de tango malambo. Lo empecé a preludiar y le dije: “Esto es muy difícil”. Desde la cama escuchaba la música y de pronto cantó: “La voz triste y sentida/de tu canción...” y siguió: “Una lágrima tuya me besa el alma”,continuaba muy enamorado de Nelly Omar”, confesaba Mores, que en 1948 dejaría la orquesta de Canaro por su propia agrupación y el sueño de un tango sinfónico.
“También compuse con Cátulo Castillo (quien presentaría al músico en su debut solista en 1954, “expresión joven y pujante del arte argentino, y aún americano, renovador del tango”) Era una cosa seria, él me hizo dirigir la Orquesta Sinfónica Nacional. Fue en el Teatro Cervantes. Vino el General Perón a ver el espectáculo. Le gustó mucho y allí nació la idea que esa orquesta tocara en Europa con dos directores, uno de música clásica y otro de música popular, ese iba a ser yo. Fue la primera vez que vino a verme un presidente. Fue el 14 de abril de 1955, la revolución frustró aquel proyecto” reconocería más tarde del cierre de casi un década siendo Mores uno de los principales impulsores del boom del tango de los cuarenta. Porque la elegancia y el colorido de sus orquestas impulsan el baile con sucesos como “Taquito militar”, estrenada en el Teatro Colón en 1952, y que fue votada en 2000 como la mejor milonga del siglo, aquella una composición de una complejidad armónica y rítmica inusual.
Ya Mores había incurrido en el cine como galán con suerte dispar, aunque se destaca “Corrientes...calle de ensueños” (1949) de Román Viñoly Barreto básicamente por la curiosidad de escuchar su voz. Tanto la radio como la televisión, medio en el cual actuaría con Mirtha Legrand en el canal 7, fueron canales de expresión que confirmaban la popularidad del músico pese a las resistencias de los tradicionalistas que objetaban sus abordajes instrumentales ampulosos. En una gira por Estados Unidos a mediados de los ochenta dirigió un orquesta de cien músicos, “serán conceptos personales, e insisto, los respeto. Ocurre que yo he tenido la suerte de colaborar haciendo música para grandes espectáculos y dejar un antecedente con mi personalidad. Yo creo que lo que hice les ha gustado a quienes han seguido el derrotero de mi destino. A los que no les gusta... no me escucharán” señalaba en una entrevista de 2005. Un camino similar de incompresión de los reaccionarios de siempre compartido con el otro gran difusor del tango en el mundo después de Gardel, Ástor Piazzolla.
Hostigado por su acercamiento al peronismo, el compositor de “El firulete”, que popularizaría Julio Sosa y ejecutaría Daniel Baremboim, emprende desde fines de los cincuenta interminables giras, y se dedica a las producción de grandes espectáculos teatrales. De allí surgiría asociado a Hugo del Carril uno de los mayores hitos del teatro musical porteño, “Buenas noches Buenos Aires”, estrenada el 18 de octubre de 1963 en el Teatro Astral, y que duró dos temporadas en un verdadero fresco musical argentino que incluía folklore, rock and roll y humor, con grandes intérpretes, Beba Bidart, Virginia Luque, Susy Leiva y Juan Verdaguer, entre otros. Tuvo una versión fílmica taquillera al año siguiente que le costó la censura a Mores debido a que ofreció una función privada para Perón en Madrid.
Su Orquesta Lírica Popular, un perfecto cruce entre la música de todos los argentinos y la música culta a la altura de Gershwin, y su Sexteto Rítmico Moderno (con Ubaldo de Lío y Leopoldo Federico, por citar), que incorporan instrumentos eléctricos y sintetizadores, expanden el universo sonoro de Mores mientras recorre el mundo y partipa a la familia, con el ingreso primero de Nito Mores en 1964 (una movida en varios frentes del espectáculo que deriva en lo que sería el primer reality de la tv nacional, “La Familia Mores” en canal 9, 1968) Tan importante resulta su estatura artística internacional que cuando Claudio Segovia concibe su arrasador “Tango Argentino” en Broadway, a principios de los ochenta, incluye los ya muy conocidos para los norteamericanos, “Taquito militar”, “Uno” y “Tanguera”, éste último instrumental suerte de cumbre de la danza en cualquier producción internacional que se precie de sumar el sentimiento bailado porteño. En 1987 la Organización de Estados Americanos (OEA) le otorga su premio Músicos Eruditos, reconocimiento que tuvo en su momento Alberto Ginastera.
Tras la joven muerte de Nito, en 1984, Mores se rodea de los afectos en sus proyectos musicales y su hija Silvia, su nieto Gabriel, e incluso Myrna, compartieron conciertos junto al compositor. Mores, autor de casi 300 composiciones, prosigue difundiendo el tango en temporadas interminables que tienen su despedida formal en la sala Ástor Piazzolla del teatro Auditorium de Mar del Plata, un 21 de febrero de 2012, a los 94 años -aunque su último concierto fue en Junín en 2013. Anteriormente había editado su album solista veintidós, “90 años y más...,” con 44 piezas inéditas, a la altura de sus mejores trabajos de los sesenta con el sello Odeón. Fallece en Buenos Aires el 13 de abril de 2016.
“Quiero participar con la juventud, yo los necesito y ellos me necesitan. Así como fue ese “Sentimiento Gaucho” de Francisco Canaro, que lo hizo en tiempo de tango, quiero que la juventud de mi país mame estos ejemplos para ponerlos en su música, en el rock o en donde quieran, que no se pierda la esencia de lo que nuestros mayores dejaron", decía Mariano Mores en una entrevista televisiva en los noventa, que influyó en músicos como Fito Páez, Luis Alberto Spinetta y Andrés Calamaro, con quien compondría “Jugar con fuego” en 1999. Un gigante Marianito, cómo olvidarte Mores, porque usted Maestro, “como una escuela de todas las cosas/Ya de purrete me diste entre asombros/…La fe en mis sueños/Y una esperanza de amor”
“El tango es un sentimiento... nace entrelazado con arrabal, esquina, farol… y en su “mezcla milagrosa” sale a ganar el mundo; porque consideramos que los grandes tangos son aquellos que silba el pueblo, pero que también trascienden las fronteras... “Uno”, “Adiós Pampa mía”, “Taquito militar”, “Tanguera” y varios otros, me han dado muchas satisfacciones. Esas obras han dado la vuelta al mundo..., tangos internacionalmente célebres, pero, antes grandes “clásicos del silbido porteño” que representan por siempre el alma y la esencia argentinas”, en Del Priore, O. Amuchástegui, I. Cien tangos fundamentales. Buenos Aires: Aguilar. 2008
“Conozco a Mariano desde que empezó a tocar. Cuando él hacía las comedias musicales, como “El otro yo de Marcela”, o “Bésame Petronila”, donde se inició como actor, en los ’50, yo tocaba el piano con la orquesta que dirigía él. Para mí, Mores es el compositor de tango de los últimos cincuenta años. Ni más, ni menos. Es alguien que debe tener cuarenta, cincuenta obras, y no hay una sola floja, son todas de primer nivel, y además originalísimas, con una gran personalidad. Éxitos como “Gricel”, “Uno” o “Cafetín de Buenos Aires” demuestran que él tuvo mucho que ver con el boom del tango del ’40 y del ’50. Salvando las distancias, Mariano es al tango lo que es un Cole Porter, o Jobim a la música brasileña”, opinaba Atilio Stampone para Karina Micheletto en www.pagina12.com.ar. 2005.
Mariano Mores canta “Cafetín de Buenos Aires” en “Corrientes... calle de ensueños” (1949):
Fecha de Publicación: 03/04/2021
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