¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónLuis Alberto Spinetta es un poeta que decía que “no me siento poeta sino poético” y modeló, desde Bajo Belgrano, miles de instantáneas argentinas, “la ciudad la mambea un instante”, que nos permitieron tirar la pared e imaginar. El Flaco es un músico y compositor autodidacta que inventó una música sofisticada de tonos y acordes “raros” que ensamblaban con el surrealuismo, esas letras solo suyas plagadas de figuraciones y coloquialismo rioplatense, y una voz luminosa, “quiero verte luz de colibrí”. Y sin embargo las canciones en apariencia “raras”, o de “iniciados”, poseen el lirismo popular de “Muchacha (Ojos de papel)” o “El anillo del capitán Beto”. Amigo de sus admirados hermanos Expósito o Cadícamo, los compositores tangueros que creaban, parafraseando un texto del artista de 1973, “música, que cambia y se modifica, en un instinto de transformación”, Spinetta condensa tradiciones y vanguardias de los Gardel y Waldo de los Ríos, de las María Elena Walsh y Mercedes Sosa. O sea la ecuménica y desafiante música argentina. “Si no canto lo que siento/me voy a morir por dentro” es la urgencia de la creación de este guerrero de luz que rompe moldes, la premura en cantar la liberación de las crisálidas, algo que alentó y soñó Spinetta, liberar de las prisiones, renegando desde el sistema contra el sistema: “Leer basura daña la salud –en referencia a las revistas de chimentos y actualidad-, lea libros”. Por eso seguimos viviendo con tu amor.
Nace el 23 de enero de 1950, a pocas cuadras del estadio de River Plate, que debido a este influyente y prolífico artista, con 40 discos entre sus célebres grupos, solistas y en vivo, queda en la memoria como el Día Nacional del Músico en Argentina. Con un padre Luis Santiago cantante amateur de tangos, autor de “Hombre de luz”, presente en el último disco de Spinetta de 2008, se inicia en la música en la sombra tanguera y aprende a tocar la guitarra por su cuenta: “Almendra se fue gestando antes que estuvieran los elementos… Emilio del Guercio y yo íbamos al mismo colegio, la misma división…estábamos continuamente al mango… éramos absolutamente líricos”, recordaba Spinetta de su adolescencia, donde compite en un concurso televisivo famoso y pierde el final cantando folklore en 1964. Con la incorporación de Edelmiro Molinari y Rodolfo García, este último baterista que sugiere el nombre Almendra, comienzan a componer en la ahora famosa casa paterna de Arribeños. Tras un encuentro con Ricardo Kleiman, un renombrado animador radial, consiguen grabar en 1968 el primer simple con “Tema de Pototo” y “El mundo entre las manos”, en medio de la primera ola del rock argentino de Los Gatos y Manal. Pero la música de Almendra era otra cosa, más sofisticada, más personal, con menos blues, y enseguida se destacan a partir de marzo de 1969 con el debut en el Instituto Di Tella –la relación de Spinetta es fructífera con los artistas e, incluso, participa en un disco de Marta Minujin –. Las artes visuales son otra coordenada en el universo spinetteano, Luis Alberto eximio ilustrador. La aparición en marzo de 1970 de Almendra, con la icónica imagen del ¿clown? y la sopapa en la cabeza, obra de Spinetta, conjugaba el amor, el erotismo y la crónica ciudadana con una maestría asentada en la refinada base country y blues, una pizca beatle, y el lirismo de los “pies casi sobre la tierra” de Spinetta, aquí en la línea del Horacio Ferrer de “María de Buenos Aires”, la operita de Ástor Piazzolla “Muchacha (Ojos de papel)”, “Plegaria de un niño dormido” –que Spinetta compuso a los 15 años–, “Ana no duerme” o “Laura va” –con el bandoneón de Rodolfo Mederos sublime– se transformaron en clásicos inmediatos y la prensa nacional por primera vez realizaba críticas de un disco de rock argentino. La presiones comerciales al grupo del momento, y las primeras manifestaciones de las posiciones antisistema de Spinetta con un deseo de vida comunitaria, llevan a coartar el proyecto de una ópera-rock y la edición apresurada de Almendra II, un álbum conceptual con reminiscencias campestres que contiene uno de los temas esenciales del rock local, “Rutas argentinas”, aunque la joya aquí es “Vete de mí, cuervo negro”, que anticipaba la poética de “Artaud”, y las malabares del idioma de entrevero que inventa el músico para cantar rock en castellano.
El acercamiento al núcleo artístico de Jorge Álvarez, y el sello Mandioca de Billy Bond, redefinen los sonidos de Spinetta y lo acerca a un rock más visceral, acentuado en una búsqueda personal que lo alejen del mediático “nuevo Gardel de los adolescentes”. Un viaje iniciático por Europa refuerza la introspección de Spinetta: “Después de todo eres la única muralla/si no te saltas nunca darás ni un solo paso/¿Te parece?” de “La búsqueda de la estrella”, aparecido en el primer disco solista, Spinettalandia y sus amigos, anuncia la suciedad, a violencia y los límites de la palabra quebrados de su banda posterior, Pescado Rabioso, previo paso por la efímera Tórax con Miguel Abuelo. El país también incitaba un estado de ánimo crispado con la acción de grupos guerrilleros, la represión de la dictadura y el regreso inminente de Perón. Black Amaya y Bocón Frascino son los compañeros del debut de Pescado Rabioso el 5 de mayo de 1972 en el Cine-Teatro Metro “Desatormentándonos” aparece como un mazazo de urgente rock duro, en un línea cercana a Pappo y Claudio Gabis, y tuvo de single adelanto “Despiértate Nena” en la voz de David Lebón (simple que no estaba incluido en el vinilo original y una valiente asunción de la femineidad en una sociedad patriarcal) Lebón y Carlos Cutaia se sumaron en los conciertos en reemplazo de Frascino “La cabellera de los torturadores sangra en mi carro. Nosotros: desatormentándonos para siempre. PD: Yo te amo Beatles” aparecía en el sobre interno la declaración de principios de Spinetta de aquellos tiempos violentos, que por aquel entonces comparte el Flaco actividades con la juventud peronista.
Pescado Rabioso 2 es otro disco doble pensado en continuidad, el primer disco termina con “Petiribí” (sampleado recientemente por el rapero norteamericano Eminen) y el segundo arranca con “16” de Petiribí”. Todo el arte de los sobres que acompaña con profusas ilustraciones de Spinetta: “¿Cómo hacer que este valle de huecos/no suba más por mí?”, cantaba en el clímax de “Cristálida”. La respuesta será el disco siguiente.
“Spinetta entendía que –el poeta francés Antonín– Artaud había sido un antecesor de lo que algunos llamaban contracultura”, escribe Sergio Pujol en “1973. El año de Artaud””, y en una semblanza exacta de un músico consumido en contradicciones entre la popularidad y el arte: “Que su clamor liberador había tenido profundidad y autenticidad al grado de consumirle la vida. Observaba sus retratos fotográficos: el del joven esperanzado y altivo, el del viejo loco y melenudo. Los escrutaba con la misma agudeza con la que Artaud había sondeado los autorretratos de Van Gogh. Pero, por sobre todo, Spinetta se sumergía en la palabra desenfrenada del poeta devenido ensayista. Encontró allí una sonoridad indómita… Y a la contradicción: ¿un disco luminoso basado en un poeta desesperado? ¿Por qué no?”. Allí el centro de gravedad del nuevo lanzamiento de Spinetta que disuelve Pescado Rabioso y graba en soledad casi todo el material, salvo las esporádicas intervenciones de los ex-Almendra, del Guercio y García, y la batería de su hermano, Gustavo. A la distancia esa producción de 1973, con esa tapa deforma e incómoda, verde y amarillo “los colores de la descomposición de Artaud” obra de Juan Gatti, sea el mejor disco de la historia del rock argentino. La ternura de “Todas las hojas son del viento” convive con el blues terminal de “Cementerio Club”, o una embriagadora “Bajan” (luego grabada por Gustavo Cerati, el líder de Soda Stereo, otro de sus discípulos, en especial en el canto y el impacto del folklore) vuela a “Por”, una canción escrita a la manera del cadáver exquisito de los poetas del dadaísmo, pero con palabras sueltas en lugar de frases yuxtapuestas, en la cama junto a Patricia, madre de su cuatro hijos, Dante, Catarina, Valentino y Vera, “A Starosta, Ell idiota” es una gran advertencia a endiosar la locura en los creadores, tal vez una secreta advertencia propia, que convive con el masterpiece de la “Cantata de puentes amarillos”, inspirada en partes iguales en las cartas de Van Gogh y la Misa Criolla. Un trampolín al mañana, nunca un balance tristón del pasado, “Aunque me fuercen yo nunca voy a decir/ que todo tiempo por pasado fue mejor/ Mañana es mejor”.
Mientras se realizan las presentaciones en el Teatro Astral, Spinetta en largos guantes verdes, el músico ya ensayaba el paso siguiente que lo saque de los artistas “suicidados de la sociedad” Invisible iría por otro caminos, más acordes a la música progresiva, y a la renovada confianza de Spinetta para integrar una banda con la base de Pappo Blues, Machi Rufino y Pomo –Héctor Lorenzo- La letras se hicieron más intimistas, los paisajes más fantasmales, a veces con riesgos de caer en el hermetismo, pero el público aupó enseguida los éxitos de los dos primeros discos, con los inoxidables “Tema de Elmo Lesto” y “La azafata del tren fantasma”, que incluían arriesgadas puestas en vivo con proyecciones y escenografía que eran una marca de los recitales de Spinetta. De todos modos el clásico de los clásicos fue “Elementales leches”, “Lo que está y no se usa nos fulminará” El pico de creatividad de esta formación arriba en “El jardín de los presentes” (1976), una de las mejores demostraciones de la excelencia poética y musical de Spinetta (por ejemplo utilizar bandoneones como si fueran una sección de vientos porteña) “El anillo del capitán Beto”, “Los libros de la buena memoria”, “Que ves el cielo” y la profética “Las golondrinas de Plaza de Mayo” superan los límites en las alas del rock fusión que presentaba el disco anterior, “Durazno Sangrando”.
Finales de los setenta y principios de los ochenta encuentran a Spinetta en una frenética actividad, despidiendo a Invisible ante 25 mil personas, editando un nuevo disco solista, “A 18 del sol” junto a la jazzera Banda de Spinetta, donde encuentra a un sempiterno colaborador Leo Sujatovich, y un libro de poesía que se transformó en contraseña contra la dictadura, “Guitarra Negra”, “propongo que se olvide cada palabra a medida que se lea” Graba un disco en Estados Unidos con la ayuda de Guillermo Vilas, “Only love can sustain”, que Spinetta luego repudiaría, y reúne a su primer grupo Almendra para una serie de recitales y un nuevo disco, “El valle interior” Disgustado con la respuesta del público, que sólo quería escuchar los viejos hit, realiza entre 1981 y 1982 una gira en universidades y pequeños teatros que serían el germen de “Kamikaze” (1982), una placa que cierra una etapa de su carrera. Canciones inéditas de distintas épocas se enlazan con todo su repertorio, entre zambas, sambas y un primitivo rhythm and blues bajo el despojamiento, cierta melancolía, de “Barro tal vez” o “Ella también” Spinetta-Jade y sus cuatro discos, el máximo punto del rock fusión de Spinetta con Lito Vitale y Pedro Aznar, inauguraría un giro en el lirismo de Spinetta que empieza a bajar el barrilete a la altura de los pies, el lirismo se hace crónica alucinada. También la música se hace progresivamente más accesible con máquinas de ritmos y melodías pop. “Bajo Belgrano” (1983) con “Maribel se durmió”, dedicada a las Madres de Plaza de Mayo, y “Resumen porteño”, cuadros ciudadanos imbuídos en la angustia discepoliana, se transforman en un inventario de almas extraviadas en un país roto.
Disuelto Spinetta-Jade luego de “Madre en años luz”, donde conoce a otro gran colaborador, Juan Mono Fontana, el músico se embarca en proyectos colaborativos que se frustran, uno con Charly García, “los dos éramos muy ídolos para tocar juntos”, diría Charly “Rezo por vos” es el enorme documento de un duelo de titanes de la canción nacional. Si prospera la colaboración con Fito Páez, un músico surgido de la trova rosarina de los ochenta, y en 1986 aparece el violento y erótico “La la la”, que fue boicoteado por la discográfica. 35 años después es un placa doble imprescindible del rock argentino con la versión dark de “Gricel”, un clásico del tango de Mores y Contursi, y “Un niño nace”, “Las ciudades están cayendo/Un niño nace/…y las leyes están cambiando/ y un niño nace/…¿Por qué entonces tanto miedo/tanta huida en el mundo?” La influencia de las nuevas teorías sociales vía Michel Foucault, y la paranoia de la extensión de la sociedad de control, en medio de una sociedad que vivía una democracia endeble, “solo la razón nos propone audestruírnos/solo la razón viejo rostro de fin de siglo” en “Serpiente de gas” La idea del cuerpo como campo de batalla se hará patente en “Téster de violencia” (1987), que continúa musicalmente al tecno rock de “Privé” del año anterior, pero que está inundado por el dolor de la muerte violenta de los familiares de Páez y la debacle social previa a la hiperinflación de 1989 y las asonadas militares, “quiero que sepas/que escondo en mi adentro/cuerpos iguales para un experimento” en “La luz de la manzana” “La bengala perdida”, en referencia a la muerte por una bengala de un hincha en la cancha de Boca Juniors, “cultura y poder son esta porno bajón”, y “El mono tremendo”, debut de los niños Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, futuros Illya Kuryaki and the Valderramas, son los temas de alta rotación del verano de 1988.
El disco en vivo “Exactas”, grabado en Ciudad Universitaria, y más de cien mil personas en la avenida 9 de Julio, funcionaron de antesala del periodo de mayor masividad de Spinetta y que se vio coronado con una de las diez canciones básicas del cancionero rock argentino, “Seguir viviendo sin tu amor” de “Pelusón of milk” (1991), un disco de entrecasa del Flaco que celebra la vida en momentos del nacimiento de su última hija, Vera. No son canciones para pensar sino que es una “selección de material para que sea entendido”, entre las que aparece “La montaña”, en homenaje a los desaparecidos, y la balada electrónica “Lago de forma mía” Spinetta, que había incursionado en las bandas sonoras en 1987 con Fernando Spiner, en “Fuego Gris” (1993) compone para un film surrealista “drama rock” de Pablo César inspirado en el factor spinetteano, en palabras de Pablo Schanton, y que cuenta una subjetividad porteña descolocada, rara como encendida, en “Escape hacia el alma” o “Penumbra”
Las últimas dos décadas del Flaco arrancan a mediados de los noventa con el power trio de Spinetta y Los Socios del Desierto, que recién por conflictos con la discografía llegaría a las bateas en 1997 –y que fue rápidamente descatalogado pese a gemas de la belleza de “Mi sueño de hoy” o la potencia eléctrica de “La luz te fue” “San Cristóforo” y “Los ojos” son las producciones siguientes con esta banda de hard rock que Spinetta disuelve en 1999, en parte debido a que piensa que la crítica política y social que sustentaba la propuesta concluía con el final del gobierno neoliberal de Menem.
Los siguientes años editaría producciones centradas en un mundo privado, en un “respeto a la vida”, que crea conmovedores paisajes musicales en “Silver Sorgo” (2001) y “Pan” (2006), esta última una oda a la alegría, y las pequeñas cosas, que también filtraba en la tapa la pasión del Flaco por la cocina en ese mantel de las cocinas de nuestras abuelas. Surge también el reconocimiento generalizado con recitales en el Teatro Colón, las inolvidables cinco horas en el estadio de Vélez (registrado en “Spinetta y las Bandas Eternas”, donde tocó con todas las formaciones que lo acompañaron más los invitados Páez, García, Cerati, Juanse y Ricardo Mollo) y la Casa Rosada, donde elige un zamba inédita de 1983, “Nueva Luna (mundo arjo)”, “Tan pronto llega el día, tan pronto va a estallar/¿Y por qué toda la poesía y toda la vida no se juntan aquí?/… ¿Y esta tierra que tiembla al hablar?/Mundo arjo de argentum y dolor” porque consideraba Spinetta que eso era la Argentina. Esta canción luego aparecería en el disco post mortem “Ya no mirés atrás” de 2020, que continúo al primero aparecido luego de la muerte del Flaco el 8 de febrero de 2012 por cáncer de pulmón, “Los amigo” (2015) Según la familia existe un acervo extenso de canciones, poesías y dibujos que serán publicadas en los años sucesivos.
“El tiempo de Spinetta: toda mañana es una mañana” acota el profesor Jorge Monteleone, que define al Flaco como un “místico laico”, “ya móntate en el rayo…para ir” canta con voz de pájaros criollos, con la sabiduría de un budista zen, en el “Almendra II” “Un mañana” es el disco final de estudio oficial aunque la última grabación de Spinetta es un bolero de Alberto Pulido, “Entrega total”, con el fin benéfico de la ONG “Casa de Cultura de la Calle”, “Llévame/de ser posible/hasta la misma eternidad/donde perdure nuestro amor/porque tú eres toda mi felicidad”, se escucha con un hilo de voz en 2011 al Flaco, que se ocupó en sus últimos años de varias acciones solidarias. En la belleza de la obra de Spinetta somos todos y todas hojas del viento, iniciados de alba, cruzando la tormenta y con su amor nunca sabremos lo que es la soledad.
Fuentes: Gasparini, S. (comp) Iniciado del alba. Seis ensayos y un epílogo sobre Luis Alberto Spinetta. Buenos Aires: Años Luz Editora. 2015; Abalos, E. Rock de Acá 1y 2. Buenos Aires: Edición del Autor. 2011; Berti, E. Spinetta: crónica e iluminaciones. Buenos Aires: Editora 12. 1988; Schanton, P. “El factor Spinetta: las cicatrices de la imaginación” en revista La Mano Nro. 25. Todo Spinetta. Buenos Aires; Kleiman, C. “Una especia de magia. El artista que inspiró a todo el rock nacional” en revista Rolling Stone año 14 nro. 168. Buenos Aires.
Fecha de Publicación: 05/04/2021
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