¡Escribí! Notas de Lector
Ir a la secciónHan transcurrido casi tres años desde que el grupo “Rosal” publicó lo que sería su último registro de estudio y apenas una temporada desde que su destacada cantante comenzó la oficialización de su primer trabajo en solitario. En medio de todas estas modificaciones, la pandemia y la crisis con el cambio de administración gubernamental salpimentaron todas las sensaciones de una artista incansable, creativa y con una hipnótica sensualidad en toda su obra. Con casi veinte años de carrera, siete discos completos, un EP y un DVD de gran valor histórico, “Rosal” es parte de un glorioso pasado de la música pop que decidió en los últimos meses de 2019 optó por separarse, antes que incurrir en una previsible traición al valioso espíritu de creatividad que lo caracterizó en dos décadas de labor. La grave crisis sanitaria que percutió en el mundo en los últimos años, vaporizó inevitablemente todo el proceso artístico de su líder y cantante luego de la disolución del grupo que dejó una muy perceptible huella en la escena indie.
En medio del período de aislamiento y con los duros ecos de aquella ruptura que impactó seriamente en el ánimo de su vocalista y líder, María Ezquiaga debió de manera firme y decidida hacer borrón y cuenta nueva, encarando lo que finalmente terminó siendo en los primeros meses del año pasado su primer trabajo como solista. Su primer trabajo sin sus compañeros Ezequiel Kronenberg y Martín Caamaño se titula “Interacción”, cuenta con la colaboración del delicado guitarrista Leo Fernández y según su responsable, asoman en su pluma ocho composiciones introspectivas, breves y despojadas, deparando un álbum con gran tono testimonial y marcada profundidad. En esos casi diez temas inéditos, asoma a primera audición una búsqueda estética y poética del primer LP solista de la ex-integrante de Rosal, muy ligado a la idea de abandonar un lugar conocido y de cierta comodidad con la finalidad de abrirse a nuevos encuentros que propone correrse del camino habitual. Los temas en compañía de Leo Fernández tienen un sello característico, donde las guitarras en su concepto general ofrecen sonoridades de otros estilos musicales, donde la fusión indica una renovación cautivante. Leo Fernández es fan del instrumentista norteamericano Bill Frisell y su forma de tocar construye arquitecturas muy sensuales en cada interpretación.
En notas previas a la salida de este álbum que cuenta con el respaldo de PopArt Discos, la cantante y compositora aclaró que los miembros de Rosal decidieron separarse, puesto que cada uno manifestaba inquietudes muy diferentes. Ezquiaga confirma que ese divorcio de tono artístico le provocó mucha nostalgia, con una banda que guardó directa relación con su juventud, admitiendo María que durante los meses siguientes estuvo afectada desde lo anímico por una sensación de duelo y tristeza, lo que se advierte en algunas canciones de su ópera-prima como solista. Al mismo tiempo, consciente que no puede apachurrarse en esa ingrata sensación, ya está preparando temas con sensaciones renovadas, buscando con certeza y decisión abandonar este estatus de transición entre lo grupal y lo solista. A fines de septiembre de 2021, la cantautora esgrimió su primer espectáculo en solitario, un recital en el barrio de Palermo Soho que funcionó como oportuno y ajustado banco de pruebas al encarar este perfil interpretativo con nuevos acompañantes. La “Interacción” a la que alude esta publicación denota con quien se relaciona actualmente para hacer música y ratifica de contundente forma que, en la pandemia, sin interacciones resulta complicado existir.
“Interacción” fue grabado en noviembre de 2020 en los estudios Spector de Buenos Aires, una pieza de estudio con ocho temas que seduce por sus atmósferas suaves y reposadas a las que todos podrían enlazar con la contemplación y el autoconocimiento. Entusiasmada por la posibilidad de tocar en el verano en Buenos Aires para el público que no salió estos meses de vacaciones, aceptó el convite de participar en el original ciclo “Amor de Verano” en el Centro Cultural Recoleta, jornada en la que ofreció dos shows de 40 minutos, velada donde compartió un doble programa de recitales con el cantante y actor Dennis Smith. La propuesta comenzó en un atardecer tórrido con valores térmicos erosionantes para aquella audiencia que brindó cuórum, recitales donde la vocalista junto a Leo Fernández hizo una secuencia de canciones muy atrapante e intimista. Escapando de la simple ejecución del nuevo álbum, Ezquiaga y su socio en un elaborado tejido de guitarras primero dieron comienzo con “Pez Volador”, para pasar posteriormente a la interpretación completa del disco en solitario de la afiatada compositora.
“Dónde estás?”, “Interacción”, “Daré algo”, “Escudo”, “Viento”, “Hoy”, “Al sol” y “Algo salió bien” aparecieron en el mismo orden que figuran en el álbum, respetando ese clima hilvanado como un guión sensorial muy delicado. Casi sin musitar comentarios o suaves presentaciones, María y su socio desarrollaron en poco más de media hora un recital con recursos muy genuinos, cautivantes y de una esencia sonora muy convincente, testimonio de un tiempo de adaptación entre la líder de un conocido grupo pop y la cantautora que en los últimos meses ejerce una forzosa reinvención, sin desnaturalizar el ADN de su estilo a esta altura de su carrera. Los dos shows fueron presenciados por un numeroso público en uno de los grandes patios internos, lugar donde Ezquiaga desandó como cualquier líder de una formación, aquella etapa de la vida donde los “nuevos rumbos”, dejan de ser una frase de rigor para convertirse en nuevas realidades de creación. El doble programa en conjunto con el cantante Dennis Smith sedujo a muchísimas personas, que a pesar del calor y todas las incomodidades de una climatología hiriente, provocaron un bálsamo de satisfacción en ese residencial lugar, exponiendo un contexto pop con autenticidad y recursos atractivos.
Imágenes: Télam / Redes María Ezquiaga / Gabriel Anchorena Uriburu.
Fecha de Publicación: 02/02/2022
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