Los inundados...
Bramando se viene el agua del Paraná
creciendo noche y día sin parar…
Así empieza esta canción de Izaac “Guiche” Aizemberg y Ariel Ramírez, para describir el fenómeno que frecuentemente se produce en las costas de Santa Fe, asolando muy especialmente al barrio Alto Verde, el que, montado sobre una isla, parece no pertenecer a la ciudad capital de la provincia de Santa Fe. Al barrio se accede cruzando dos puentes, uno sobre la laguna Setúbal y otro el Riacho Santa Fe.
Ranchada, barranca tronco se llevará
con viento y aguacero el Paraná
Como bien lo describe la canción, el Paraná es el que define la altura del Riacho Santa Fe y, por lo tanto, cuando crece en forma extraordinaria, arrasa con lo que se opone a su paso y el paisaje isleño casi se pierde en una enorme masa de agua. De la ranchada apenas se alcanzan a divisar alguna cumbrera de un rancho y flotando la paja quinchada que obraba de techo. Tanta agua trae aparejada vientos y aguacero.
Mi rancho hasta la cumbrera ya se anegó
ni el ceibo ni el oromo tienen flor
Entonces, comienza el éxodo a refugios en lugares altos.
Estaba triste la tarde cuando me fui
cantó su dulce queja el Yerutí
La canoa lleva lo que puede soportar, de aquello que, a duras penas y con mucho apuro, se cargó en ella. En primer lugar, lo más importante en la vida del islero: los elementos de pesca, su principal fuente de recursos, su trabajo.
Por el río navegando la canoa va cargada
redes trampas y aparejos los salvé de la ranchada
¡Por el río volveré a Santa Fe!
Un estilo de vida muy duro
Piensa el islero en volver pronto y retomar su trabajo en la canoa, pescando para vivir; es su oficio y su identidad.
El agua vino bramando pobre quedé
ni rancho ni cobija he de tener
No me han de sacar del pago donde nací
peleando a la corriente he de vivir
Difícil tarea la de los rescatistas que tienen que alojar a los inundados en refugios alejados de la costa, los únicos acondicionados para albergar a un gran número de evacuados. El hombre de río se resiste a dejarlo todo, solo piensa en dominar esa masa de agua y ganarle la pulseada. Ahí quiere estar, en su pago, dispuesto a volver a empezar en cuanto se vaya el agua.
El cielo ya está limpiando vuela el chajá
calandrias y crestudos cantan ya
así ha de llegar el día en que volveré
a levantar mi rancho en Santa Fe.
Aizemberg puso, en la letra de esta canción, los elementos representativos de ese barrio islero que se divisa desde la costa este de la ciudad y que suelen ser desconocidos por el ciudadano común, como por ejemplo la “cumbrera”, que es una viga en la parte más alta del rancho, donde se apoya el techo, el “aromo” que también es llamado “espinillo”, “tusa” o “churqui”, y es un árbol de madera dura, con flores amarillas arracimadas, de fuerte aroma; el “chajá” es un ave de considerable tamaño, que se caracteriza por su grito de alerta. Vive en pareja y, muerto su compañero o compañera, también muere y el “yerutí” un ejemplar de paloma montaraz de gran tamaño.
Uno de esos himnos folklóricos
Ariel Ramírez, cuya trayectoria exime de abundar en detalles de su biografía, volcó en los acordes de esta canción, con aires de chamamé, la firmeza y la dulzura necesarias según los momentos que se mencionan en la letra.
Muchísimos han sido y son los intérpretes que cuentan con “Los Inundados” en su repertorio. Podemos, por mencionar solo algunos, nombrar a Mercedes Sosa, Los Fronterizos, Los Trovadores del Norte, Los Quilla Huasi, Los Montieleros y Las Voces Blancas
Para los habitantes de Santa Fe este tema, junto a “Paisano Santafesino”, también de Ariel Ramírez, pero con letra de Miguel Brascó, representan un “himno” local de verdadera adhesión popular.
Argentino, nacido en la ciudad de Santa Fe. Licenciado en Comunicación Social, especializado y apasionado por la redacción. Amante de las canciones, los idiomas y la interculturalidad. Me gusta emocionarme con un lindo texto y dejarme sorprender como un niño. Juego a que soy escritor y músico.